Es 1ero de diciembre de 2020 pero, a efectos prácticos, ya estamos cursando el año electoral. La evidencia está en la indisimulable suba de tensión en el vínculo entre el oficialismo y la oposición, que anticipan la batalla legislativa prevista para octubre próximo. Esta mañana, después de una sesión maratónica en la cámara de Diputados, el gobierno le asestó a Juntos por el Cambio la derrota legislativa más dura en lo que va de este ciclo y avanza con el recorte a la generosa dádiva que Mauricio Macri le había dado a la ciudad de Buenos Aires por decreto cuando era presidente. El jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta aduce fragilidad financiera mientras aumenta de manera sustancial las partidas destinadas a pauta publicitaria, preparándose para una batalla que puede servirle de trampolín a la elección presidencial pero también abrirle camino a otros dirigentes de su espacio que tienen las mismas aspiraciones.
Ya quedaron muy lejos los tiempos en los que Alberto Fernández y Rodríguez Larreta mostraban un acercamiento inédito, obligados por la amenaza de la pandemia pero también como táctica para intentar diferenciarse del legado que arrastraban sus espacios de liderazgos que ellos pretenden reemplazar. Sin embargo, los dos todavía pagan costos políticos por ese amague. En el debate de esta mañana, Máximo Kirchner dejó un tiro que, según leyeron en Casa Rosada, picó muy cerca del Presidente: “Son antiperonistas con el interior del país pero cuando ven a alguno del peronismo porteño al jefe de Gobierno le brillan los ojos”. Del otro lado, el expresidente Macri no deja pasar ocasión para recriminarle a su socio/rival aquel coqueteo. Hay ruido al interior de ambas coaliciones, no puede disimularse; pero queda asordinado por el estruendo que hacen los preparativos para la elección del año que viene, en la que, de no mediar ningún desastre, se repetirán las escuadras de 2019.
En el Frente de Todos parece haber coincidencia, eso sí, en subir a Rodríguez Larreta al ring de adversario principal. Lo hizo el jefe de bloque de la bancada de diputados esta mañana, cuando recordó los antecedentes de Macri y Fernando De la Rúa como alcaldes devenidos presidentes con final crítico: “Cada vez que nos gobernó un jefe de Gobierno de la ciudad, el país terminó patas para arriba”. Pero también Fernández, que mandó a sus funcionarios a que apunten contra él, en los medios y en Tribunales, después de los disturbios durante el velorio en Casa Rosada de Diego Maradona. La historia reciente muestra que esas maniobras no salen siempre bien: tanto Macri como CFK fueron adversarios elegidos a dedo y terminaron desbancando al gobierno que los entronó. En el peronismo razonan que en este contexto, exponerlo desde tan temprano a Rodríguez Larreta puede ayudar a erosionar su imagen además de estimular conflictos con rivales internos que esperan verlo caer.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
La aprobación en la cámara baja del proyecto de ley para recortar la coparticipación porteña, que había sido inflada por Macri en 2016 usando como excusa el traspaso de la policía, fue el triunfo más importante del oficialismo en ese ámbito, si se tiene en cuenta el esfuerzo que realizó Juntos por el Cambio para evitarlo. Horas después del triunfo del candidato de Juan Schiaretti en las elecciones municipales de Río Cuarto, apoyado por todo el arco oficialista, el gobernador “pagó” mandando a su cuatro diputados a acompañar la iniciativa, decisión que resultó crucial para alcanzar los votos justos. Rodríguez Larreta en persona había llamado al cordobés para tratar de conseguir su ayuda, pero las gestiones no tuvieron éxito, como tampoco las conversaciones entre el gobierno nacional y el de la Ciudad para encontrar una salida acordada al asunto. Esas charlas ya no fueron, como antes, punta a punta entre el Presidente y el alcalde; hoy sólo cruzan mensajes esporádicamente.
Detrás del recorte de la coparticipación asoma otro conflicto más importante: la firma del nuevo pacto fiscal entre la Nación y las provincias. Entre las cláusulas del acuerdo se exige a todos los distritos dejar caer los reclamos por fondos ante la Corte Suprema, algo que Rodríguez Larreta no está dispuesto a hacer porque, justamente, espera apelar a esa vía para recuperar la coparticipación disputada. Además, el consenso le pondría un freno a la iniciativa metropolitana de imponerle un tributo a las Leliq para compensar aquel recorte. Las negociaciones siguen abiertas porque no llegar a un acuerdo sería problemático para las dos partes, pero se encuentran estancadas. En las últimas horas se sumó otro problema a la mesa: a través de la ANAC, que advirtió sobre el peligro de construir en altura donde ahora está el predio de Costa Salguero, el gobierno nacional puso su ficha para impedir la venta de esos terrenos apurada por la administración porteña.
Mientras el jefe de Gobierno denuncia la falta de recursos que le trae la decisión del gobierno nacional, el presupuesto porteño para el año 2021 prevé un aumento del 30 por ciento en las partidas destinadas a pauta y propaganda, según un informe elaborado por el legislador porteño Matías Barroetaveña. El incremento de este gasto, clave en la estrategia de cara al año electoral, contrasta con la disminución de otras partidas como vivienda (-45 por ciento), agua potable y alcantarillas (-39 por ciento), trabajo (-11 por ciento), cultura (-16 por ciento) y salud (-9 por ciento). La excusa es la retracción de los recursos coparticipables pero la decisión política es privilegiar la campaña electoral y el proyecto presidencial de Rodríguez Larreta. El pacto de no agresión con el gobierno nacional se agotó y los desafíos internos se multiplican. Él hubiera elegido esperar un año más antes de asomar la cabeza. En la política, uno no siempre puede darse el lujo de elegir los tiempos.