A veces una imagen literaria expresa mejor que una sentencia política. En Cicatrices, la primera novela de Juan José Saer, una frase resume un hecho. Un hombre a punto de ser interrogado por un juez exclama “los pedazos no se pueden juntar” y desperado antes esa imposibilidad se arroja por la ventana al vacío.
El resultado de las PASO dejó al FdT en una situación expectante y con cierta angustia. Habita también una sensación de derrota irreparable en algunos sectores tanto de dirigentes como de militantes. Si los números de las urnas hicieron lo suyo, la crisis desatada días después al interior del oficialismo abrió un listado de preguntas, cuyo interrogante en el que se apoyaban todas, era la duda sobre el propio futuro. No son sencillos los desafíos electorales y quizás lo sean aún más para las coaliciones porque el resultado de ellas no define solo la relación con la oposición, sino que intervine en la construcción de la propia alianza, en su misma sobrevivencia.
La elección terminó poniendo en cuestión algo que no se esperaba fuera a dirimirse en esta instancia y por ello es razonable que la incertidumbre e incluso por qué no, el temor, anden dando vueltas por los pasillos del frente. Por eso, parecería que la elección de noviembre está implicando un nuevo escenario, uno al cual se sumaron desafíos y decisiones. La crisis interna que derivó en recambios ministeriales se presentó como el primer paso de recomposición de lo que por momentos pudo parecer algo irreparable. No debería olvidarse al interior del FdT la gravedad de aquellos días.
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Ahora bien, el peronismo no siguió al personaje de Saer y si bien hubo instantes de zozobra, no decidió saltar por la ventana; los pedazos podían volver a juntarse no como una pieza única porque tampoco lo eran el día antes de las elecciones, pues la consolidación de la coalición en un proceso aun en formación, pero si la posibilidad de que las piezas al menos coincidan en sus bordes. De hecho, si se toma en cuenta esa realidad, la disputa de los días de septiembre se comprenden mejor a la luz de un proceso aun en gestación. Por eso también es razonable que las juntas se noten en varios espacios del FdT: se ven los selladores, se perciben luz entre algunos de las piezas. Entonces es desde allí que el frente puede plantear la campaña electoral ya en marcha, donde pondrá en tensión no solo su proyecto de gobierno sino su misma configuración. Esta situación hace que se espere de la elección de noviembre, no uno, sino varios resultados.
El primero es obvio, obtener en conjunto mas votos que el macrismo; el segundo, aun no habiendo obtenido el primer objetivo, mantener la consistencia de la coalición. Pero aun dentro de esas dos grandes familias de resultados, existen varios aspectos para pensarlos. Por caso, dados los resultados en las PASO el FdT debiera ahora pensar en cuantas bancas puede obtener proyectando los resultados de septiembre, cuando ganar algunos distritos parece una tarea compleja a esta altura. Lo saben los dirigentes que han puesto las voluntades en lograr retener el quorum en el Senado, objetivo estratégico; y sobre diputados el esfuerzo ya es quirúrgico para ver qué números arrojarían las variaciones de resultados en noviembre.
Sobre la segunda dimensión, no caben dudas que son muchas las preguntas que recorren al frente pero no faltan algunas certezas claves de cara a la estrategia opositora. Desde el día de las PASO el macrismo en conjunto, porque han desaparecido los supuestos matices que distanciaban a las palomas de los halcones, ha salido a los medios dando por decidido el resultado de las elecciones de noviembre con un discurso claramente confrontativo. Varios de sus dirigentes han expresado la imposibilidad de establecer un diálogo con el oficialismo a quien en más de una ocasión denominaron como “enemigo”; acaso preocupados por otras opciones de derecha que han salido a competirle en el mismo campo, radicalizan un poco mas cada día el discurso contando, como siempre, con el acompañamiento mediático; si bien del tema se habla desde hace tiempo, es notable observar la relación diaria entre discurso macrista y debates en los canales de noticias, que se convirtieron ya en una extensión de oficinas partidarias.
En ese circuito, han crecido los mensajes de intolerancia y estigmatización acompañando lo que hemos visto sucedió por ejemplo en USA previo y durante la era Trump. Con todo, a la hora de observar estrategias, pareciera que el FdT, decidió no ubicarse en ese tipo debates; no ingresar a ese juego es la premisa. La semana pasada el macrismo decidió no dar quorum al tratamiento de la ley de etiquetado de alimentos, a pesar de haber sido ampliamente discutida en comisiones; y sin bien es cierto que todo tratamiento en reciento implica algunas negociaciones, las explicaciones contradictorias para justificar su ausencia, habla de una estrategia opositora que confía en la intransigencia para desgastar al gobierno, seguros que los espera una victoria electoral en pocos días.
En cualquier caso ¿eso les resolverá las internas? Los números de las PASO, parecen haber hecho olvidar esa pregunta. Pero volviendo al FdT, sus propios analistas han sido claros: mayores respuestas desde la política económica y presencia territorial debieran ser la clave de la campaña, centralmente dirigida a quienes decidieron no ir a votar. Ese par ordenado, articulará el mensaje del oficialismo de aquí a las elecciones, a sabiendas que nada es automático en temas electorales. Cuenta también con un gabinete que empezó a manejar otros lenguajes. Resta un mes de recorrido será el plazo de una definición que abarque todos estos planteos, los de la unidad, y los del proyecto que esa unidad quiere significar.