Facundo Manes inauguró su carrera política con una elección impensada en Buenos Aires y ya construye para un 2023 que, espera, lo encuentre entre las opciones presidenciables de la oposición. Con un armado dentro de Juntos por el Cambio pero una imagen propia e independiente en la alianza, el PRO ve difícil su administración, la coordinación de algunas declaraciones. El caso más emblemático, ya dentro de la misma lista que encabeza Diego Santilli en la provincia, fue la crítica a Mauricio Macri por no presentarse a la indagatoria por el espionaje ilegal a familiares de las víctimas del ARA San Juan. Pero con el paso de los días, y lo resaltan en la UCR, el ex presidente decidió hacer lo que dijo el neurocientífico. El radical fue más acertado que los dirigentes PRO que cuestionaron la convocatoria de su líder político.
Manes dice lo que quiere, a veces sin medir las consecuencias del rebote mediático. "Yo no soy abogado, pero una de las cosas que necesitamos es ejemplaridad y si a cualquiera de nosotros nos convocan tenemos que ir por más que sea injusta la causa”, dijo esta semana en relación a Macri. Una declaración que se sumó a otras dos que también generaron cortocircuitos internos, aunque fueron propias de la PASO. Por un lado, pedir que la Ciudad no use fondos públicos para hacer campaña y, por otro, el supuesto ofrecimiento de Elisa Carrió para conformar una lista presidencial conjunta. Esto fue desmentido por la Coalición Cívica ante escribano.
Con esos chispazos como telón de fondo, para el PRO es necesario administrar al neurocientífico porque se muestra autónomo y, a veces, es difícil coordinar algunas cuestiones, sobre todo este tipo de declaraciones. Sin embargo, ambos equipos de campaña, el de Santilli y Manes, se vinculan bien para encarar las actividades de campaña. Lo cierto es que desde el macrismo comprenden y usan esas identidades diferentes. Los dos candidatos tienen que mantener sus perfiles y temas, que no sean lo mismo es parte de la estrategia camino a las urnas, aunque siempre dentro de un mismo espacio. Así, encaran agendas conjuntas y paralelas con una buena relación entre las dos figuras que, cada vez que pueden, se muestran muy amigas.
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Sobre el tema Macri, para la UCR hubo más consonancia entre el ex presidente y Manes que entre el ex presidente y sus aliados PRO. "¿Qué van a decir ahora aquéllos que dijeron que Mauricio no tenía que presentarse ante la Justicia?". Una pregunta que, retóricamente, se hacen cerca del neurocientista casi con una sonrisa en la cara. Ambos dirigentes tienen una buena relación, charlan por teléfono, hablaron un día antes y durante la PASO del 12 de septiembre y no hay conflicto.
Sí hubo conflicto con el sector del PRO duro. Algunos dirigentes adelantaron una suerte de revancha post 14 de noviembre. El 15 empezará una nueva batalla, mucho más encarnizada, camino al 2023. Y Manes será uno de los adversarios. Habrá varias internas. Una partidaria entre la UCR y el PRO, una propia del macrismo entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta con un Macri expectante. Otra, finalmente, dentro del radicalismo donde ya se anotó Alfredo Cornejo, actual titular del espacio centenario.
Pero la primera gran batalla será por la dirigencia de la UCR. Los comicios internos podrían tener lugar en diciembre, post elecciones legislativas, o en marzo para abrir la puerta a la guerra opositora camino al 2023. Todavía están dormidas todas las negociaciones y acciones públicas pero ya se especula en torno a varios nombres, desde Gerardo Morales hasta Ernesto Sanz pasando por Gustavo Valdés o Martín Lousteau. Sin embargo, la situación está calma, a la espera del resultado de noviembre y la definición de presidencias en el Congreso, de bloque y de comisiones.
En el Congreso pasarán otras discusiones en los próximos meses. La convocatoria al diálogo por parte del Frente de Todos podría encontrar a referentes de la oposición sentados en una misma mesa pero con la condición de que el oficialismo resuelva antes sus internas. No creen en la palabra del Gobierno. También para noviembre dejarán el debate por la Presidencia de Diputados, quieren ver cómo quedará conformada la Cámara para plantear cualquier escenario, evitar hacer la futurología que hicieron dirigentas como Elisa Carrió o María Eugenia Vidal.
En el medio de esas agendas, el radicalismo no suelta un concepto: Juntos es una coalición, lo que no implica fusión sino acuerdos básicos sin perder o renunciar a sus identidades. Y en esa ecuación la UCR se ve fortalecida. En Buenos Aires, seis o siete puntos de la alianza fueron aportados exclusivamente por la inclusión de Manes. La oposición no hubiera llegado a los 38 puntos sin el neurocientífico. Pero a nivel país también ocurrió algo similar y el partido centenario quiere una mesa de decisiones en igualdad de condiciones. Además, como la PASO les funcionó bien, los radicales saben que pueden ofrecer alternativas si el PRO no cumpliera algún acuerdo a futuro y eso es un problema para un macrismo que, entienden, está acostumbrado a ser dueño pero no jefe político.