Javier Milei hará en su segundo año lo único en lo que cree: acelerar. Su mensaje por cadena nacional confirmó que el 2025 redoblará la apuesta. Competencia de monedas, reducción de impuestos, tratado de libre comercio con Estados Unidos, salida del cepo, más facilidades para la llegada de inversiones: la agenda es económica. Con las facultades delegadas en plena vigencia, al igual que el DNU 70/23, tendrá las manos libres para aplicar buena parte de sus iniciativas sin pasar por el Congreso de la Nación. En la Casa Rosada hablan de una nueva tanda de decretos en gateras. Habrá que prestar atención al boletín oficial en esos días algo disolutos que suceden justo antes y durante las fiestas de fin de año.
A partir de los primeros días de enero comenzará a regir la resolución del ministerio de Economía que ponga en marcha la competencia de monedas. Los precios en vidrieras y góndolas podrán expresarse tanto en dólares como en pesos y las transacciones también podrán hacerse en cualquier moneda pactada entre las partes. En el gobierno creen que la paridad en mil llegó para quedarse y quieren aprovechar ese envión para instalar una nueva convertibilidad, aunque esta vez sin ley. También quedarán habilitadas las tarjetas de débito asociadas a cuentas en divisas para hacer compras en cualquier comercio. La apuesta es que la plata que ingresó por el blanqueo reactive el consumo, que sigue en el sótano.
Aunque confunda con cifras inventadas y otras que son ciertas pero se sacan de contexto, la idea de que el sacrificio de los argentinos se limitó al año que termina, como dijo hoy Milei, se choca no solamente con la realidad, como pueden comprobar los jubilados a los que recientemente se les quitó la cobertura de medicamentos. También se contradice con el propio discurso del presidente, que prometió una motosierra más profunda para los próximos doce meses. El objetivo es explícito. Las áreas y roles del Estado nacional que resulten redituables pasarán a manos privadas. Las responsabilidades que signifiquen un déficit en el presupuesto serán trasladadas a las provincias, sin los recursos necesarios para cumplir.
Las promesas de desarrollo que hizo Milei parecen una broma de pésimo gusto. Destacó la red de ferrocarriles que tuvo alguna vez el país al mismo tiempo que desmonta lo que queda de ella. Prometió impulsar “un plan nuclear argentino que contemple la construcción de nuevos reactores, así como la investigación en las tecnologías emergentes de reactores pequeños o modulares”. Es exactamente lo contrario a lo que sucedió en su primer año de gobierno, en el que se está vaciando la CNEA (ayer mismo hubo una multitudinaria marcha de ATE a la sede porteña), se frenó la obra del reactor modular CAREM y se frizó el acuerdo con China para la construcción de Atucha III.
La puesta en escena replicó la jerarquía que ya se había exhibido en el video que publicaron las cuentas oficiales para celebrar el primer aniversario del gobierno. El protagonismo de Karina Milei prácticamente a la par de su hermano es el dato sobresaliente. En el momento en el que afloran algunas tensiones en el triángulo de hierro que completa Santiago Caputo, por diferencias respecto a la estrategia electoral, el presidente ratifica que su sociedad fraternal está por encima de todas las demás lealtades. El asesor estrella no quiso aparecer ni en el video institucional ni en el mensaje grabado que se emitió por la noche. Su impronta, sin embargo, está presente en cada pieza de comunicación y en cada párrafo del discurso.
Otros dos ministros fueron destacados por la comunicación oficial, con lugares destacados en el video y en la cadena nacional. Uno es el de Economía, Luis Caputo, uno de los grandes protagonistas de la narrativa triunfal del gobierno. La otra es la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, protagonista de la otra cara de esa moneda. La ministra ambién recibirá nuevas facultades en la Argentina 2025 que proyectó el presidente en su mensaje. El proyecto de ley antimafias, la reforma de la Policía Federal y la reducción de la edad de imputabilidad van en ese sentido. El afán aceleracionista de Milei y el torniquete fiscal de Caputo sólo pueden sostenerse en el tiempo sobre un aparato represivo aceitado.