En el balance de su primer año de gobierno, que estuvo signado por la pandemia de coronavirus, Alberto Fernández volvió a hacer una defensa a capa y espada de la gestión que hizo de esa crisis, poniendo énfasis en su logro más grande: haber evitado el colapso del sistema sanitario argentino. Además, criticó la falta de solidaridad de las grandes potencias en la distribución de vacunas y destacó, por contraste, la decisión tomada en conjunto con México para repartir de manera equitativa en todo el continente las dosis producidas por ambos países como herramienta para la integración regional. El multilateralismo, la defensa de la soberanía nacional y de la democracia en el continente también tuvieron menciones especiales en las casi dos horas de discurso ante una asamblea legislativa menguada por las restricciones para prevenir el contagio.
En la única cita de autoridad que hizo este mediodía, el Presidente recordó palabras del Papa Francisco: “De esta pandemia debe nacer un mundo mejor”, dijo. La sombra del Covid, que marcó todo su 2020, también sobrevoló su mensaje, yendo y viniendo, causas y consecuencias. En ese sentido, destacó fuertemente el “trabajo colectivo” entre los distintos niveles del Estado, la sociedad y diversas organizaciones para “mitigar el dolor y la muerte” de los argentinos. “Gracias a ese trabajo colectivo cada persona que lo necesitó tuvo atención sanitaria”, señaló. En uno de los momentos más emotivos de la jornada, pidió un aplauso “para sentirnos colectivamente reconocidos como sociedad”. Hasta los diputados y senadores de la oposición, con alguna de las excepciones de siempre, se plegaron al homenaje, un extraño momento de concordia en un lugar y una época en donde escasean.
Una vez superado, no faltaron los reproches a la oposición que primero “reclamaba cuidar la rentabilidad antes que la salud”, luego “negaban la existencia de la pandemia” y denunciaban “un complot para mantener encerrada a la gente”, más tarde “incitaron banderazos” y llamaron a “romper protocolos con la sola idea de deteriorar la credibilidad del gobierno”. Con respecto al plan de vacunación, y el escándalo por las vacunas de privilegio, dijo que no sería “sordo a las críticas bienintencionadas” pero que tampoco se dejaría “aturdir por críticas maliciosas que responden a intereses inconfesables”. Más adelante, destacó que la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) sea la herramienta elegida por la Argentina y México “para la distribución de vacunas a precio accesible” en el marco de una crisis sanitaria que “contó con muy escasos mecanismos de cooperación entre países”.
La multilateralidad y las herramientas de integración fueron otro eje que atravesó el discurso. Además de destacar la resurrección de la CELAC, Fernández hizo mención a la importancia del Mercosur, que la Argentina preside este semestre en el que se cumplen 30 años del Tratado de Asunción. Eso quedó atado directamente a la ratificación del reclamo por la soberanía del Atlántico Sur y la denuncia por la interrupción del proceso democrático en Bolivia. Por último, trazó los lineamientos de la política exterior, que cobra especial relevancia en este contexto: “Construir relaciones serias con las grandes potencias y los grandes bloques, como Estados Unidos, China, Rusia, Medio Oriente y la Unión Europea. Dejar atrás la política de sumisión y fotos. Consolidar un idealismo realista y un pragmatismo que no olvida los valores. Buscar resultados que se noten en la vida cotidiana”.