Un informe del Observatorio de Argentinos por la Educación advirtió la falta de estabilidad en las políticas públicas destinadas a la entrega de libros en las escuelas argentinas en los últimos 10 años, una situación que se acentúa particularmente durante la gestión del ex presidente Mauricio Macri, período en el que prácticamente no se entregaron libros en las escuelas. Esta discontinuación, que es entendida por los investigadores como un “quiebre” respecto a los altos niveles alcanzados en el período 2011-2015, solamente se vuelve a dar en 2020, durante el período más duro de confinamiento por el coronavirus.
Fuentes cercanas al ex ministro de Educación Alejandro Finocchiaro cuestionaron el informe por cuestiones “metodológicas” y advirtieron que esos valores están de todas formas por encima de los valores de 2021.
El estudio en cuestión, que lleva el título “Cómo evolucionó la distribución de libros a nivel nacional”, escrito por Javier Curcio (UBA y CONICET), Martín Nistal y Víctor Volman (Observatorio de Argentinos por la Educación) se basa en los datos públicos disponibles en la plataforma de datos abiertos del Ministerio de Economía. Según contaron los investigadores, los resultados obtenidos los sorprendieron, teniendo en cuenta que no esperaban encontrarse con tantas muestras de volatilidad en una política tan tradicional como la compra de libros, un “importante dispositivo pedagógico”, por parte del Estado.
La cronología que realizan Curcio, Nistal y Volman respecto al gasto público del Ministerio de Educación destinado a estos programas y la entrega física de los libros da cuenta de que durante 2011 y 2015 el promedio anual fue de 7,4 millones de libros distribuidos, con una mención especial al año 2014, cuando se recibieron en total 9.8 millones de dólares escolares. Luego, entre 2016 y 2020 no se registraron entregas de libros.
“Hay un quiebre en la política de entrega. No se trata de hacer un juicio de valor porque supongo que tendrán sus razones. En definitiva, se trata de la política pública y hay que tener en cuenta que del presupuesto nacional buena parte del gasto se destina a universidades, después al Fondo de Incentivo Docente (FONID) y el resto, que ronda en un 10 por ciento, es para hacer política activa, que cada gobierno elige cómo destinarlo”, explicó a El Destape Martín Nistal.
Fuentes cercanas al ex ministro de Educación Alejandro Finochiaro advirtieron que en 2019 se dio una circunstancia “particular” que no fue considerada por los investigadores. Resaltaron que en 2018, tras la distribución de 4 millones de libros – que según sus registros es mayor incluso a ese 3.9 que refleja el estudio- se puso en marcha el programa Aprender Matemática y Aprender Conectados (el plan de alfabetización digital, con robótica y programación para los tres niveles de la educación obligatoria)”, en tanto que “la propuesta editorial tradicional no contenía esos cambios en la currícula”.
Por otro lado, alertan que el informe incurre en “un error metodológico importante tomar al 2015 como base de cualquier comparación”, teniendo en cuenta que “es un año excepcional, no histórico, sobre el que hay mucho mito construido”.
De acuerdo a los investigadores, en cambio, “la entrega de libros no debería estar atada a la volatilidad”. “Se podría decidir como destinarlo ‘robótica si o robótica no” pero la entrega de libros es súper tradicional”, remarcó Nistal.
Respecto a los períodos analizados, que van de 2001 a 2021, el informe indica que por lo general la ejecución fue mayor a lo presupuestado inicialmente, en tanto que resaltan en particular que la mayor subejecución del presupuesto en términos porcentuales se da en el año 2016. En ese año además existió una situación anormal: si bien, por un lado, se destaca que se destinó un 2 por ciento del presupuesto destinado para estos programas, no se entregó ningún libro.
Según Nistal, este dato generó intriga entre los académicos, que ensayaron algunas conjeturas sobre lo que pudo haber pasado: “Puede haber una diferencia en la brecha temporal. Una sospecha que tenemos es que en las compras de 2016 lo que figura ejecutado se da sobre el final del año, con lo cual podría haber sido que esos libros no se hayan llegado a entregar”. Hay que tener en cuenta que en 2016 el Gobierno de Macri desmanteló el Plan Nacional de Lectura, que el Gobierno de Alberto Fernández relanzó al comienzo de su gestión con el objetivo de “recuperar en las escuelas la tradición de la lectura”, según había dicho en su momento en entonces ministro de Educación, Nicolás Trotta.
El informe de los investigadores arrojó, por otra parte, que durante 2021 se repartieron 2,5 millones de libros y que en 2020 y 2021, en el contexto de la pandemia, se repartieron 52 millones y 4.8 millones de cuadernillos de producción propia del Ministerio de Educación, aunque aclararon que estos no son clasificados como libros en las cuentas de inversión de la Contaduría General de la Nación consultados.
Desde la actual cartera de educación que dirige Jaime Perczyk, adelantaron que para el 2022 esperan repartir 8.247.321 ejemplares, lo que lo acerca al récord de 2014 (9.8 millones de 2014). “La mayoría de las jurisdicciones ya completaron la entrega. Quedan algunas escuelas rurales o de difícil acceso por completar los esquemas. El proceso está iniciado y avanzado en todo el territorio nacional”, remarcaron en diálogo con este medio.