Fresco está el recuerdo de la ministra de Educación de la ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, presentando su proyecto de Unicaba en una breve filmina de 4 páginas. Un proceso similar se dio con la Secundaria del Futuro. Información a cuentagotas en formato de grandes titulares, muy llamativos para la opinión pública, demasiado insuficientes para la discusión de política educativa. Lo mismo ocurrió en estos días con la “incorporación” de contenidos de educación financiera en el último año del secundario. Pero el objetivo está cumplido, con la efectividad propia de quien logra un eco sincronizado en grandes medios de comunicación, acá estamos todos, discutiéndole a un Tuit.
Claro está que ese breve mensaje no opera en el vacío, sino que arrastra años de políticas educativas en la Ciudad que no permiten vislumbrar cuál es el enfoque sobre el que se monta este anuncio.
En primer lugar, algo ya dicho por muchos especialistas sobre el tema, los lineamientos curriculares actuales incorporan a la educación financiera. ¿Qué quiere decir esto? Que ya fue priorizado como un contenido relevante. Entonces no queremos discutir si es importante o no que los jóvenes accedan a herramientas que les permitan comprender cabalmente el sistema financiero. Queremos discutir de qué forma se intensifican determinados contenidos. El gobierno de la Ciudad tiene una herramienta muy valiosa si tiene la voluntad de hacerlo, la Escuela de Maestros, el área responsable de la formación continua de docentes, equipos directivos y de supervisión de todos los niveles educativos y modalidades. Los y las docentes se capacitan de forma permanente mediante cursos, seminarios, talleres y postítulos que les permiten acreditar puntaje para acceder a cargos en el sistema. ¿Generó la Ciudad oferta formativa para los y las docentes con la temática en cuestión? En absoluto.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Quizás aquí radique uno de los puntos más peligrosos del “anuncio”. Una vez más, es con los docentes afuera. Y entonces todo nos lleva a un segundo punto, que es pensar que el objetivo subyacente es que las empresas convocadas ingresen a las escuelas a impartir una determinada perspectiva del sistema financiero, la suya. La que piensa en clientes, y no en usuarios. La que construye un sistema financiero cada vez más disociado con la economía en general. Año a año, en todo el mundo, son muchos menos los recursos del sistema financiero que sostienen a la economía productiva. El sistema financiero se financia a sí mismo, en una rueda cortoplacista de unos muy pocos ganadores. Y esto no implica negar la importancia del sistema de créditos en nuestro país y las herramientas que son plausibles de colaborar con el desarrollo. Pero no podemos hacerlo sin desarrollar una mirada crítica sobre el sistema en donde el bien común y los fines públicos sean los objetivos, y no las ganancias de la banca privada o las principales fintech.
MÁS INFO
“El vínculo entre educación y sector privado es fundamental para recuperar la cultura del trabajo, generar empleo de calidad y romper con la dependencia de los subsidios estatales”, arrojó la ministra de Educación en sus redes sociales y, de esta forma, refuerza una idea que predomina en aquellos y aquellas que le endilgan a la escuela la enorme responsabilidad de dar respuestas a absolutamente todo, negando el funcionamiento del mercado de trabajo y las relaciones económicas imperantes, además de la grotesca reducción de la escuela secundaria a la mirada netamente economicista que no hace más que negar su enorme potencial.
En definitiva, quizás sea más provechoso, si se quiere trabajar el vínculo entre educación y trabajo, que la ministra pueda establecer con dichos bancos y empresas un compromiso de ingresantes anuales, que permitan la incorporación laboral de egresados y egresadas de las escuelas públicas de la Ciudad con los derechos laborales que le corresponden a los trabajadores del rubro.
Mientras en la Ciudad discutimos este anuncio, los pibes y las pibas de la Escuela de Educación Técnica N° 5 de Mar del Plata lanzaron a San Martín al espacio, un mini satélite que proveerá de internet a lugares aislados y, luego de dos años, podrá asistir con servicios al sector productivo. Fue producto de un acuerdo de inversión público-privada. Fue gracias a la confianza en las potencialidades de la escuela pública y al hecho de haber identificado un propósito común, vinculado a la mejora en la calidad de vida, en el que muchos colaboraron para lograrlo. El ejemplo vale para pensar que existen múltiples formas de vincular educación, inversión privada, ciencia y tecnología con resultados extraordinarios. Pero lejos está de ser aquella que el gobierno de la Ciudad nos plantea en 280 caracteres.