La mitad de los trabajadores y trabajadoras del país se desempeñan en la informalidad, con ocupaciones precarias o inestables, y conforman un sector de la sociedad que incluso con empleo e ingresos no logran obtener el nivel de ingresos necesario para salir de la pobreza. La proporción de trabajadores pobres llega al 45% entre los asalariados informales, al 41% entre los cuentapropistas y entre los asalariados registrados alcanza a un también elevado 15%, según el último informe, publicado en abril, del Centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD) del IDAES de la Universidad Nacional de San Martín.
“La proporción de trabajadores pobres es marcadamente superior entre quienes están insertos en puestos precarios o inestables respecto a quienes se desempeñan en un empleo formal bajo relación de dependencia”, explica el documento del CETyD.
“La calidad del empleo es un determinante central de la pobreza. El nivel de precarización es uno de los motivos principales de los niveles de pobreza que hay en la Argentina”, dice el director de la investigación, Matías Maito, en diálogo con El Destape.
Sin derechos laborales, lejos de la protección del Estado y vulnerables a los vaivenes económicos, las personas que trabajan en la informalidad son las primeras víctimas de cualquier crisis y los últimos en obtener los beneficios de una eventual recuperación.
“De los casi 20 millones de trabajadores ocupados, cerca de la mitad tiene un empleo formal bajo relación de dependencia, con aportes, vacaciones, etcétera. El resto tiene contrataciones precarias o inestables, les pagan en negro sin ninguno de los derechos que les otorga la ley. O trabajan por su propia cuenta, que es un mundo absolutamente heterogéneo, en el que la minoría percibe ingresos suficientes”, detalla el director del CETyD.
El informe explica que entre fines de 2021 y principios de 2022, el mercado laboral parece haberse recuperado del golpe crítico que significó la pandemia, ya que según los indicadores oficiales la cantidad de ocupados ya superó a la de 2019, y la desocupación se ubicó en el 7%, uno de los valores más bajos desde el año 2003. Sin embargo, la pobreza se mantiene alrededor del 40%.
“Durante la pandemia el golpe fue muy fuerte. El 20% de los trabajadores que tenían un empleo lo perdieron durante 2020, algo completamente inédito. Los trabajadores informales y cuentapropistas tuvieron una afectación mucho más grave. Hoy está más o menos la misma cantidad de ocupados que antes de la pandemia, y el mercado laboral recobró su forma, pero que no era de ningún modo virtuosa porque tenías un nivel de precariedad muy grande”, explica Maito.
¿Cuál es el camino más rápido para llegar a ese universo de casi cinco millones de personas con ingresos destruídos frente a una inflación, en especial de alimentos, que no afloja? “Las medidas de emergencia y los programas de refuerzo de ingresos son centrales para abordar las urgencias. Ahora, hasta tanto la economía no recupere un sendero sostenido de crecimiento es casi imposible pensar en el mejoramiento de la calidad de vida de esos sectores”, advierte Maito. Y agrega, además, que “no todo crecimiento deriva en mejoramiento del empleo y los ingresos de los trabajadores, porque después hay puja distributiva”.
Otro dato del informe es que “el crecimiento de la población ocupada se explicó por la expansión del empleo asalariado registrado y del trabajo por cuenta propia. A su vez, la cantidad de trabajadores creció tanto en el sector privado como en el público”.
Sin embargo, destaca el documento, el salario de los trabajadores formales sólo recuperó dos de los 20 puntos de poder adquisitivo perdidos entre finales de 2017 y 2019. “El principal desafío de la negociación colectiva en 2022 se centra en el devenir de la puja distributiva, en un contexto de aceleración de la inflación”, advierte.
¿Cuándo se ubica el momento histórico de este fenómeno de trabajadores pobres en la Argentina? “Hay una caída muy fuerte en la participación del ingreso de los trabajadores con la dictadura, que se va perdiendo progresivamente, y que a partir del 2003-2004 se comienza a recuperar y crecer. En 2012 empieza una etapa de estancamiento, y en los años 2018-2019 se introduce una crisis fenomenal, cuando los trabajadores pierden un quinto, el 20% de su poder adquisitivo. Ahí se profundiza una regresión que está siendo muy difícil revertir”, finaliza el investigador Matías Maito.