“El programa fracasó porque no logró cumplir con ninguno de los cuatro objetivos trazados en el acuerdo: restaurar la confianza del mercado, proteger a los más vulnerables de la sociedad, fortalecer el marco para reducir la inflación y, progresivamente, disminuir las tensiones de la balanza de pagos”. En el gobierno argentino consideran que la evaluación técnica que hizo el staff del FMI sobre el acuerdo alcanzado en 2018 con Mauricio Macri y las medidas desplegadas a partir de ahí fue “más crítico de lo que se esperaba” y que confirma las irregularidades que se vienen denunciando en la Argentina desde un primer momento, aunque no está claro hasta qué punto esto afectará las negociaciones en curso.
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Aunque la autocrítica del organismo no implica, por sí sola, ningún cambio en las condiciones de la negociación en curso, donde se busca reestructurar la deuda adquirida por Macri en condiciones compatibles con el crecimiento y el desarrollo del país, las autoridades nacionales confían que la coincidencia en el diagnóstico ayudará a encontrar una solución más cercana a lo que necesita el país y menos a las recetas que solía aplicar el Fondo en todos los casos. “Entendemos que en la Argentina la estabilidad es consecuencia del crecimiento y no al revés”, explicaban desde el ministerio de Economía. Ahora, el FMI también admite esa posibilidad.
“Entendemos que en la Argentina la estabilidad es consecuencia del crecimiento y no al revés”
El punto más fuerte del informe, de acuerdo a la evaluación de las autoridades nacionales, es el reconocimiento respecto al carácter político que tuvieron el acuerdo y su aplicación. En términos técnicos, menciona varias veces el “ownership”, la apropiación del programa por parte del oficialismo: “Lo que están diciendo sin decir es que más que encontrar una salida a los problemas estructurales el programa estuvo destinado a financiar las políticas económicas del gobierno, es decir que hubo un desvío en los objetivos”. El texto publicado por el staff del FMI advierte claramente que las “líneas rojas” trazadas desde Buenos Aires (por ejemplo, no controlar la venta de divisas) atentaron contra la finalidad del acuerdo.
“La crisis de balanza de pago fue la excusa para ir al Fondo a buscar financiamiento para cubrir sus necesidades políticas y nunca pensaron en una salida de la crisis”, interpretaban desde el gobierno argentino. El documento que difundieron las autoridades nacionales junto al examen del FMI recuerdan que “tanto los defensores como los detractores (...) han sugerido que, en última instancia, éste perseguía motivos políticos, siendo el objetivo principal evitar una operación de reestructuración de deuda muy necesaria y la reintroducción de controles de capitales a toda costa”, lo que “llevó a desatender la necesidad de abordar una crisis creciente”.
Puntualmente, según la lectura que hicieron en el equipo de negociadores argentino, el documento del FMI deja tres evaluaciones lapidarias respecto al stand by. En primer lugar, que debieron haberse interpuesto controles de capitales para evitar la fuga de las divisas que ingresaron a través del préstamo. En segundo lugar, que debería haber comenzado antes con la reestructuración de la deuda con acreedores privados, para liberar las necesidades de financiamiento de corto plazo. En tercer lugar: la restricción monetaria y el ajuste aplicado no tuvieron efecto para controlar la inflación. El Fondo reconoce que se trata de un fenómeno multicausal y no solamente monetario.
El FMI advierte claramente que las “líneas rojas” trazadas desde Buenos Aires (por ejemplo, no controlar la venta de divisas) atentaron contra la finalidad del acuerdo.
El informe hace más énfasis en los errores cometidos por el gobierno de Macri y no en la falla de los mecanismos del Fondo, que permitieron que se otorgue un crédito récord, y luego, en cuatro revisiones técnicas, no advirtieron la deriva catastrófica que estaba tomando la economía bajo esa tutela. Por eso, las autoridades argentinas, en su respuesta, lo consideraron insuficiente y sostuvieron que “se debe investigar si el FMI incumplió sus propios estatutos” a la hora de otorgar y sostener ese stand by. “Una evaluación exhaustiva de las recomendaciones y la no conflictividad con los mandatos del FMI es necesaria para asegurar un correcto funcionamiento de la institución”, apuntan.
En ese sentido, existe la idea de pedir, a través del board, un nuevo examen que quede en manos de la Oficina de Evaluación Independiente, un área que se dedica exclusivamente a la auditoría, y cuya investigación podría complementar este trabajo inicial del staff. Se trataría de un estudio similar al que presentó el FMI en 2004 respecto a las fallas que derivaron en la crisis de 2001 y el default, y como en aquella ocasión, puede demorar varios años, motivo por el cual correría por canales paralelos respecto a la negociación en curso. Según pudo saber El Destape, varios países que conforman el directorio ya manifestaron la necesidad de avanzar en ese sentido.
“El Fondo es juez y parte de sí mismo”, explica un viejo conocedor de los mecanismos y engranajes que mueven a ese organismo. Por eso, en el equipo argentino celebran el documento que se dio a conocer ayer: en el florido laberinto de las finanzas internacionales, es difícil esperar algo más. El desafío en las próximas semanas será transformar esta evaluación del pasado en un consenso, interno e internacional, respecto al rumbo para empezar a desandar la crisis a la que nos llevó la irresponsabilidad conjunta del gobierno anterior y el FMI. Antes de marzo deberá haber un nuevo acuerdo, que reemplace a este y aliviane el peso de la deuda para los próximos años.