El gobierno de Estados Unidos podría apoyar a la Argentina ante el Fondo Monetario Internacional si se presenta un “marco de políticas económicas robustas que regresen al país a la senda del crecimiento”, informaron de manera oficial desde la Casa Blanca. En su primer encuentro mano a mano, el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, se comprometió con su par Santiago Cafiero a “que la negociación tenga una resolución positiva”, según confiaban anoche en la delegación que acompaña al canciller. Con los matices propios del lenguaje diplomático, el relato de las dos partes sobre la cita converge, lo cual es una buena noticia para el país, aunque debe tomarse en contexto: el apoyo del ala política de la Casa Blanca es necesario para tener chances de éxito en la gestión con el FMI, aunque no garantiza por sí solo la posibilidad de un buen acuerdo.
Los guiños de Blinken comenzaron antes incluso que la bilateral que se celebró en el edificio Harry Truman, sede del departamento de Estado en Washington DC. Durante las breves declaraciones formales que se llevaron a cabo ante la prensa en la previa de la reunión, el funcionario norteamericano dijo que la Argentina es un “socio en el hemisferio” para la Casa Blanca y habló de su “economía vibrante”. El encuentro se estiró durante casi una hora en donde se desplegó una agenda amplia, aunque obviamente la deuda externa y las negociaciones en curso con el Fondo tuvieron un rol preponderante. En ese sentido, Cafiero explicó nuevamente el carácter político que tuvo el programa firmado en 2018 e insistió en la necesidad de encontrar una salida igualmente política al problema.
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En el encuentro “se discutió la negociación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional y se animó a la Argentina a llevar adelante un marco (framework) de políticas económicas robustas que regresen al país a la senda del crecimiento”, señala el comunicado emitido por el gobierno de los Estados Unidos. En la comitiva encabezada por Cafiero destacaban que esa fórmula significa un triple respaldo. En primer lugar, por incluir el tema en el texto oficial, lo que se lee de por sí como un apoyo; en segundo lugar porque asocia la negociación con el FMI al crecimiento económico, que es la propuesta del gobierno de Alberto Fernández; por último, hablar de framework y no de programa implica más libertad para establecer las políticas económicas dentro de un acuerdo.
El texto que difundió la cancillería argentina tras el encuentro, por su parte, va más allá. Sostiene la posición del país sobre la necesidad de “un mensaje de la autoridad política” (nota del cronista: la Casa Blanca) “al Tesoro para contar con el apoyo de Estados Unidos en el Fondo Monetario Internacional” para que “no se restrinja el crecimiento de Argentina”. Y agrega que “Blinken sostuvo que apoya firmemente las negociaciones con el FMI y aspira a una pronta resolución positiva”. En Buenos Aires aseguran que la “línea política” del gobierno yanqui, de la que Blinken es una de las principales figuras, promueve un acuerdo favorable en base a conveniencias geopolíticas mientras que la “línea técnica” en la Secretaría del Tesoro es la que exige ajustes ortodoxos.
La salida a este laberinto es, por tanto, necesariamente política. No es casual que mientras Cafiero completaba su raid de reuniones (que también lo puso cara a cara con la líder demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi), en la Argentina la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner se decidiera a publicar un nuevo mensaje público, apuntando nuevamente a la responsabilidad de Mauricio Macri en la situación crítica de la economía argentina y revelando que los pagos por la deuda durante el año 2021 superaron a los gastos por covid del Estado nacional. Lo que pasó desapercibido para muchos es que en las últimas líneas de ese texto, CFK acepta públicamente la necesidad de hacer los pagos necesarios para evitar caer en incumplimientos con el Fondo. Nada más y nada menos.
El mensaje de la vicepresidenta, que esta semana volvió a reunirse con el ministro de Economía, Martín Guzmán, para interiorizarse sobre el estado de las negociaciones. La sintonía a esta altura del partido es completa: todos los sectores del Frente de Todos apuntan a una salida negociada que permita evitar el abismo este año y consolidar el crecimiento económico para lo que resta de este mandato, con la esperanza de que en el futuro se puedan conseguir mejores condiciones. La diferencia es que, por primera vez, se empieza a hablar de un plan B, en caso de que la ayuda prometida por Blinken no llegue. Los detalles de esa alternativa son, quizás, el secreto mejor guardado del país.