"Le tengo mucho temor a la fragmentación política. Miremos un poquito a la región, miremos un poquito en Latinoamérica", alertó Cristina Kirchner en el ültimo tramo de su mensaje el viernes en la Universidad Nacional de Río Negro. Habló en concreto del caso de Perú, pero un informe elaborado por Celag muestra que algo parecido sucede en otros países de la región y también en el mundo, en un fenómeno progresivo que se dio en llamar "democracia Spotify", de extrema volatilidad. Si hoy el Congreso luce prácticamente paralizado por la paridad de fuerzas, la irrupción de un tercer bloque libertario-antipolítica hacen presumir que este fenómeno puede trasladarse a la Argentina y volver mucho más complicados todo tipo de acuerdos.
Uno de los ejes de la ponencia de la vicepresidenta pasó por la necesidad de alcanzar acuerdos políticos para problemas de fondo como la economía bimonetaria o una renegociación del acuerdo con el FMI. La posibilidad de un consenso de este tipo, que ya se ve muy difícil ahora, se complicaría el doble en caso de que en las próximas elecciones se fragmente la representación política. "En el año 2011 dos partidos políticos en Perú tenían el 65% de las elecciones. Hoy, para juntar el 50% de los parlamentarios en el Parlamento se necesitan cinco partidos políticos. Ningún candidato llega a más del 20%", mencionó el caso del país políticamente más inestable de la región pese a que, destacó también, "Perú tiene el Banco Central rebosante de dólares", fruto de sus exportaciones mineras.
No hay demasiadas cuentas que hacer. En las elecciones de 2019, entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio se acercaron al 90% de los votos (88,5%) y el lejísimo tercero resultó la Alternativa Federal de Roberto Lavagna con el 6% mientras que el voto liberal con José Luis Espert quedó último con el 1,5. Hoy las encuestas le dan a ese voto con Javier Milei entre el 15 y el 20%, o incluso el 24% de acuerdo a la encuesta publicada esta semana por la consultora Opina Argentina. Todos esos votos tienen que salir obligatoriamente de las dos coaliciones mayoritarias, no hay otro lugar. Eso le otorgará un bloque importante de diputados a Milei, que obligará a negociar con él y su prédica antipolítica para conseguir quórum. "La gente se la agarra con la política. Sigue convencida de que los políticos son los malos. No, son los modelos económicos", se anticipó CFK.
La preocupación de Cristina está analizada en un reciente informe de Celag realizado por Alfredo Serrano Mancilla, Nicolás Oliva y Sergio Pascual. El término "democracia Spotify" lo acuñó el académico polaco Pawel Zerka por la creciente y variada oferta electoral y porque la gente va saltando de una a otra preferencia como si fueran canciones. "Esto obedece a los cambios societales que se vienen produciendo en los últimos años: la revolución tecnológica, las redes sociales, la globalización cultural, la balcanización laboral, las desigualdades económicas, la incertidumbre mundial y la crisis de los viejos partidos políticos", analiza el trabajo de Celag el fenómeno de fragmentación verificable en las últimas elecciones en la región.
Analizaron los casos de Colombia, Chile, Perú, Ecuador y México en lo referente a cantidad de bancas conseguidas por cada fuerza y votos para los principales partidos. "En relación a las elecciones legislativas, destacamos que en estos cinco países se observa una clara tendencia hacia una mayor fragmentación o, lo que es lo mismo, una menor concentración en los dos partidos mayoritarios", concluyeron. El caso de Perú, que CFK tomó para su disertación, es el más claro. Los dos principales partidos en el Parlamento pasaron de concentrar el 65% en el año 2011 a solo tener el 35% en 2021 y existen más de una docena de bloques legislativos, sello de la inestabilidad política que caracteriza al país desde hace años.
Otro país con un fenómeno parecido es Ecuador. En 2013, los dos principales partidos sumaron el 80% de los escaños en la Asamblea legislativa y actualmente tan sólo poseen el 55%. El partido del presidente Guillermo Lasso salió quinto en las últimas elecciones parlamentarias. En Chile sucede algo similar, con menor intensidad. Las principales coaliciones pasaron de sumar el 47% en 2009 al 31% en 2021. Además, los partidos con representación parlamentaria eran 8 y ahora llegan a 20. En México, una de las democracias grandes de la región, los dos partidos mayoritarios concentraban el 76% de los legisladores en 2009 y en 2021 bajaron al 63%.
En las elecciones presidenciales el panorama es bastante similar. En el caso extremo de Perú, los dos principales postulantes en primera vuelta pasaron a sumar el 55% en 2011 a apenas el 32% diez años después. En Chile, en 2009, los dos primeros candidatos en primera vuelta concentraron casi tres cuartas partes de los votos válidos, mientras que en 2021 sólo lograron algo más de la mitad. El presidente Gabriel Boric sólo obtuvo el 12% del padrón electoral en la primera vuelta, tal vez una de las razones de la inestabilidad que muestra su gestión.
Es uno de los datos que marcó Serrano Mancilla. La paradoja del fenómeno de la "democracia Spotify" es que, supuestamente, la irrupción de nuevas fuerzas políticas y de nuevas figuras serviría para enriquecer el sistema democrático y el pluralismo, pero en realidad terminan fragmentando el mapa político y generan gran inestabilidad en el trabajo parlamentario. Lo que ocurre en la región es espejo de lo que ocurre en otras partes del mundo. El polaco Zerka acuñó el término fijándose en la realidad europea y el cambio de mando actual de los gobiernos -en su mayoría se trata de sistemas parlamentarios- comparada con otras épocas.
“Durante los tres primeros años y medio de Felipe González como presidente del Gobierno español, sólo cambió el primer ministro de Italia. Durante los tres años y medio de Pedro Sánchez, ha cambiado un tercio de los 27 miembros y el primer ministro español ya es casi uno de los veteranos”, acompañaba el investigador español Ignacio Molina. Según Zerka, es aún es pronto para saber si la actual fragmentación es algo a largo plazo o sólo coyuntural. “Igual que la gente ha comenzado a diversificar sus gustos y preferencias, podríamos ver un mundo en el que las simpatías políticas se diversifiquen a una velocidad mucho mayor que en el siglo XX”, concluyó. ¿Sucederá también en la Argentina?