Fue una dura semana para Omar Perotti en Santa Fe, quizás la peor desde que llegó a la Casa Gris. En pocos días, y bajo una situación sanitaria hipercrítica, la provincia pasó de flexibilizar algunas actividades a anunciar nuevas restricciones y finalmente a adherir a la vuelta a fase 1 que dispuso Nación. En el medio, se desmarcó de Alberto Fernández por la carne, recibió críticas por la forma de comunicar las medidas, hubo marchas y contramarchas respecto del dictado de clases, errores no forzados y cruces con la oposición por una ley de conectividad que duerme en la Legislatura y que ahora el gobierno esgrime como la solución al problema de la educación a distancia. Demasiado para tan solo 7 días.
El viernes 15 de mayo, con las terapias intensivas al límite, Santa Fe permitió a los bares y restaurantes de Rosario extender el horario de cierre hasta las 23, luego de 15 días trabajando hasta las 19. El lunes 17, el municipio rosarino habilitó la apertura de gimnasios tras una semana con las persianas bajas. Pero ese día la provincia amaneció en llamas, con los directores de hospitales y funcionarios de segunda línea de Salud advirtiendo públicamente -como si no fueran escuchados por sus superiores- que las camas críticas al 100% en varias ciudades. El gobernador entendió finalmente el mensaje, y paró la pelota para analizar una vuelta atrás.
Se esperaba un anuncio con conferencia de prensa o al menos un mensaje grabado, dada la gravedad de la situación, pero tras varias reuniones con especialistas e intendentes, el martes por la noche llegó un PDF a las redacciones periodísticas con placas que detallaban las medidas, de dureza media. Una fuente del peronismo apuntó que la decisión era que Perotti no comunique malas noticias. El miércoles algunos ministros dieron entrevistas explicando los alcances, pero dejó gusto a poco y la jugada fue blanco de reproches. La población necesitaba que el gobernador explicara qué pasaba, y recibió un frío archivo con gráficos. La campaña no puede de ningún modo enredarse en la gestión de la pandemia.
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Movimiento de desmarque
Pero no solo eso: poco antes de no aparecer en la comunicación de las restricciones, el mandatario santafesino había usado Twitter para criticar la decisión de Alberto Fernández de suspender las exportaciones de carne. Como había sucedido con la expropiación de Vicentin, otra vez Perotti se desmarcaba de Nación en un tema productivo, en un rubro como el frigorífico en el que Santa Fe es potencia. Parte de su sostén electoral, que cada vez le tiene menos paciencia, se enojó con esta actitud. "Más que lo que dijo, que puede ser entendible como estrategia, molestó la forma", dijo a El Destape un alto dirigente del kirchnerismo vernáculo.
En este marco convulsionado, el jueves el presidente definió volver a fase 1 en las zonas en alarma sanitaria. Y, sabiendo que la movida diluía su responsabilidad política y le ayudaría a oxigenar el sistema de salud, el rafaelino se tiró de cabeza a adherir el decreto que cierra todo y limita la circulación a un mínimo hasta el 30 de mayo, tras lo cual volverán a regir las últimas restricciones. El acatamiento fue total, con una drástica reducción del movimiento, mucho control en las calles y algún episodio bizarro como una concentración de la ONG negacionista Médicos por la Verdad el domingo en la costa central rosarina, con cientos de personas sin barbijos y aglomerados, que fue dispersada por la policía.
Los más perjudicados por las medidas son claramente los sectores comerciales y gastronómicos, y el gobierno provincial anunció 3 mil millones de pesos en asistencia, más la integración de sectores que no estaban recibiendo ayuda. Se trata de una inyección de 1.400 millones en forma directa y otros 1.600 millones a través de la eximición de impuestos, para calmar las voces de protesta que se venían alzando desde el empresariado pyme. Las medidas paliativas llegarán a bares, restaurantes, hoteles, salones de fiestas, canchas de fútbol 5, jardines maternales, salas de teatro y cines, discotecas, gimnasios y servicios relacionados al turismo. Una medida a destacar, mientras otros distritos como CABA no dispusieron ayudas.
Rosca educativa
Las clases son un tema aparte, en el que también hace mella la demencial postura de Juntos por el Cambio de mantener las aulas abiertas a como dé lugar. Preso de ese juego, Perotti había anunciado la vuelta a la presencialidad del 10 de mayo, cuando ya se preveía un escenario inmediato complicado, luego de desafiar y negociar con la Casa Rosada. Tan solo una semana después, con el semáforo sanitario en rojo oscuro, tuvo que meter reversa y suspenderlas. Pero tras el anuncio de Nación de restricciones más duras, el viernes Educación entró en un limbo y envió una confusa circular a las escuelas en las que daba de baja también la modalidad a distancia por esta semana. Las redes ardieron con padres enfurecidos, los gremios se despegaron de la decisión y algunas escuelas anunciaron que se rebelarían y dictarían clases igual.
Ante las repercusiones negativas, la ministra Adriana Cantero salió a decir (luego de que todo el año pasado machacara con la virtualidad) que se dictarían igual pero solo el 10% de los alumnos está en condiciones de tener clases digitales en condiciones óptimas, y reclamó en ese sentido la aprobación de la Ley de Conectividad que envió el Ejecutivo en 2020. El proyecto, un ambicioso plan de construcción de 4 mil kilómetros de fibra óptica en toda la provincia, depende de la aprobación de un crédito de 100 millones de dólares con la banca mundial, que debe autorizar la oposición que cuenta con una pronunciada mayoría, porque el justicialismo tiene solo 7 bancas sobre 50.
La propuesta fue aprobada por el Senado y aguarda desde noviembre tratamiento en Diputados, donde el oficialismo acepta que no ha acelerado lo que debía y hubo demoras por la muerte del presidente de la Cámara, Miguel Lifschitz. Desde el gobierno admiten que el Ejecutivo no apuró los pasos en su momento y demoró en responder los planteos, pero también apuntan a la responsabilidad del Frente Progresista, que es mayoría con 28 bancas, por no acompañar la aprobación. “Es paradójico: se quejan por la falta de acceso a la conectividad, pero eso implica reconocer las falencias de las gestiones anteriores en no hacer nada para mejorar el problema", comentó a El Destape Leandro Busatto, jefe del bloque de diputados PJ.
El socialismo salió a contestarle de manera automática, y envió una carta a la ministra desmintiendo que la iniciativa lleve un año de demora, ya que entró a la Cámara en noviembre de 2020 y está siendo discutida en comisiones. Además, criticar la propuesta: "No es una ley de conectividad educativa, sino de endeudamiento, porque no figura nada respecto del plan de educación virtual o bimodal", calificó Claudia Balagué, diputada provincial del Partido Socialista, consultada por El Destape. Para la ex ministra de Educación hubo falta de gestión, ya que se podría haber potenciado la conectividad y repartir computadoras sin necesidad de tener una ley: "Parece que se quiere justificar la inacción con este mensaje que no contiene nada respecto a lo educativo", consideró.
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Muerte joven
Mientras tanto, la situación sanitaria no cede. Las camas críticas oscilaron entre el 97% y 99% en los últimos días en el sistema público de Rosario (el privado bajó a 86%), y una meseta a nivel provincial altísima anclada en unos 3 mil casos diarios. Un dato alarmante de este momento complicado es que, a pesar de que la edad de los que ingresan a internación bajó casi 15 años respecto de 2020, de 70 años a unos 55, esto no se tradujo en un descenso de la mortalidad, que sigue alrededor del 60% de los pacientes que van a respirador. Incluso hay personas de 30 años en estado crítico.
Durante la situación más crítica del año pasado, la mortalidad de quienes eran intubados promedió el 70%, mientras hoy llega a 60%. Las mayores diferencias entre el pico de contagios de 2020, cuando en Rosario se alcanzaron los 1.400 casos diarios, con el momento actual en el que hay unos 800 positivos por día, es que el sistema de salud santafesino llegó esta vez al colapso, algo que se había podido evitar entre agosto y octubre. Las claves son que las nuevas cepas introdujeron una velocidad de los contagios muy alta, con cuadros muy severos y de rápida evolución en personas jóvenes, en muchos casos sin comorbilidades, y que ocupan muchos días las camas UTI.
Uno de los casos que conmovió a la población santafesina y tomó trascendencia nacional fue el de Lara Arreguiz, una chica de 22 años oriunda de Esperanza, que era insulinodependiente y murió en el hospital Iturraspe de Santa Fe una semana después de que le diagnosticaran coronavirus. Su madre hizo un desgarrador relato sobre los últimos días de su hija, que tuvo que esperar por atención médica acostada en el piso del nosocomio, tan solo tapada por una campera, mientras se quedaba sin aire. La foto describe la situación de colapso sanitario en la provincia y el país en medio de la segunda ola de contagios de coronavirus. Y si las medidas para descomprimir las terapias no funcionan, tampoco será la última.