Santa Fe: murieron 11 trabajadores de la salud en 50 días y piden botón rojo ya

Agotados y enfermos, los agentes de sanidad reclaman un cierre de actividades intermitente para frenar los contagios.

27 de octubre, 2020 | 18.30

La pandemia de coronavirus ya se cobró la vida de 11 agentes de salud en todo Santa Fe, de los cuales 6 trabajaban en Rosario. Hasta principios de septiembre, no se habían registrado muertes en el sector, pero en solo dos meses fallecieron consecutivamente 8 médicos y 3 enfermeros santafesinos. En este marco, la Asamblea de Trabajadores de la Salud Colectiva reclama con insistencia que el gobierno provincial, que no ha modificado las restricciones en las últimas semanas, toque el "botón rojo intermitente" de inmediato.

El ánimo entre los trabajadores sanitarios es de una queja resignada. Walter García era compañero de guardia del obstetra Raúl Casanova (63), una de las últimas víctimas fatales, en hospital Roque Sáenz Peña de Rosario. El delegado del gremio municipal en el efector público admitió que trabajar en estas condiciones epidemiológicas "es una presión grande", pero ya está adaptado luego de muchos años en el rubro. "Crea mucha incertidumbre. Es una enfermedad impredecible, se está aprendiendo y eso hace todo más cuesta arriba, por más cuidados que uno tenga", contó a El Destape.

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El médico, quebrado por la pérdida de su amigo, aseguró que tiene "muchos colegas que han dado positivo" tanto en el sector público como en el privado, y él mismo debió aislarse una vez por precaución. También mencionó que falta personal para hacer reemplazos de los aislados o enfermos, y que los agentes sanitarios viven con mucha angustia la situación: "Siempre estamos pensando a quién le toca, quién es el próximo", admitió.

Es que desde hace un mes los médicos no paran de pedir con urgencia que el gobierno provincial aplique una medida restrictiva inmediata para frenar los contagios. El último viernes, salieron la calle para realizar una acción pública de alto impacto con el objetivo de promover la toma de conciencia y reclamar el “botón rojo intermitente”. La instalación fue en el Monumento a la Bandera y sus alrededores, con los agentes sanitarios portando cruces negras en nombre de los fallecidos.

La instalación, a cargo de la asamblea que nuclea a personal sanitario de efectores públicos y privados, buscó simbolizar que Rosario “es el epicentro nacional del Covid”, e intentó “ponerle rostro y humanidad a los muertos e infectados, para que se vea que son más que cifras”, según los organizadores. La actividad buscó desnaturalizar los fallecimientos, en un panorama complicado con un abultado número de casos diarios en el sur santafesino.

ASPI

Los miembros de la asamblea, uno de los grupos más activos durante el pico de contagios, remarcan la necesidad de cambiar de estrategia respecto de las aperturas y los cierres, y proponen implementar el aislamiento selectivo, planificado e intermitente (Aspi). Si bien consideran que de las fases 1 a la 5 la cuarentena estuvo bien implementada, creen que hoy en Rosario hace falta otro acercamiento: un período de 10 o 15 días de cierre seguido de otro de 15 días de flexibilización, con aperturas controladas en actividades de bajo riesgo.

El esquema se sostendría por lo menos hasta marzo de 2021, “con fecha para que la gente sepa qué es lo que viene y pueda armarse una vida”, explicó a El Destape Valeria Bulla, directora de la carrera de Medicina General y Familiar de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Para la integrante de la asamblea, hace dos meses se podría haber hecho un cierre más largo, pero hoy ya se trata de hacer una reducción de daños: "Con una planificación y seguridad de lo que va a pasar, también vamos a lograr mayor compromiso de la gente. Hoy lo que pasa es que esperás el anuncio y no sabés lo que va a pasar mañana. Esto es insoportable a nivel subjetivo”, subrayó.

La médica aseguró que la vuelta de fase ya no es una opción, porque “ya no tiene sentido” en este momento de la pandemia. “Esto tiene que estar muy bien armado por regiones, para cada realidad local”, indicó. Por ejemplo, para Rosario y su área metropolitana, donde hay alta circulación de ciudadanos por razones laborales y afectivas, podría disponerse la modalidad de cierre y apertura. En tanto, en un pueblo del norte de la provincia en el que ya se retomaron las clases presenciales y hay cierto nivel de normalidad en la vida cotidiana, quizás ya no sea necesario implementar el nuevo modelo.

Bulla destacó que el gran número de agentes sanitarios fallecidos, contagiados y aislados, con equipos disminuidos y con dificultades para encontrar reemplazos, hace peligrar la sostenibilidad del sistema. “Hay una sobrecarga de trabajo que tiene que ver con el tiempo que llevamos de pandemia, pero también con la disminución de compañeros”, lanzó. Y reclamó en ese sentido "bajar la circulación viral" como solución inmediata. "Hay funcionarios que están contando camas críticas como único indicador para decidir el comportamiento social, pero hay que disminuir la circulación de gente para reducir los contagios. Más allá de la apelación a la responsabilidad individual, acá el único que puede coordinar un cuidado colectivo es el Estado. La pandemia es un fenómeno social, el cuidado no puede ser de un particular”, dijo la profesional.

Sin embargo, el decreto firmado por el gobernador Omar Perotti el último domingo dejó la cuarentena sin cambios por otros 14 días en la provincia. "No estamos de acuerdo. Lo venimos diciendo hace varias semanas. Dejar todo igual significa tener casi todo abierto, salvo las actividades náuticas. Con este nivel de casos, aumentamos muertes y no podemos recuperar la capacidad de trazabilidad, testeo y rastreo de contactos", se quejó la agente sanitaria.