Fernanda Raverta asumió al frente de un Anses cuyo rol se agigantó en tiempos de crisis. De su firma dependen, ahora, los ingresos de la mitad de los argentinos, a orillas de lo que podría ser la crisis económica global más importante de la historia del capitalismo. Si el organismo previsional siempre fue considerado la principal caja del Estado nacional, ahora, en medio de la crisis por la pandemia, es la herramienta central del gobierno para llegar con su ayuda a todos los puntos del país.
El fracaso de Alejandro Vanoli empezó por ahí: un cuadro técnico, apuntado con otros objetivos, nunca le tomó el pulso a la Anses como herramienta política, dejando de lado su despliegue en el territorio. Las nuevas circunstancias requerían de una jefatura que active cada una de las terminales a lo largo y ancho del país, para garantizar la capilaridad de los programas que se apliquen. “Un ANSES menos financiero y más social”, prometen en el gobierno nacional, donde aún escasean definiciones más concretas sobre el nuevo perfil.
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El primer desafío no se hará esperar: debe instrumentar los pagos correspondientes al mes de mayo a partir de la semana que viene. Se trata jubilaciones, pensiones, asignaciones universales por hijo y por embarazo, los bonos correspondientes, casi ocho millones de beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia de 10 mil pesos más el aporte del Estado a las empresas afectadas por la crisis para que puedan pagar salarios. Más de un billón de pesos que le llegará, según cálculos oficiales, a casi veinte millones de argentinos.
La implementación del IFE, la medida de transferencia directa de recursos más importante del plan oficial contra la crisis, fue problemática desde un primer momento. Raverta tendrá la responsabilidad de agilizar el pago: hay cuatro millones de beneficiarios no bancarizados que optaron por recibir sus 10 mil pesos en efectivo a través del correo y aún tendrán que esperar para cobrarlos. El cronograma llega hasta julio; Alberto Fernández le pidió a la nueva titular que recorte esa demora por lo menos a la mitad.
Otro de los reproches a Vanoli fue que nunca definió los nombramientos al frente de varias UDAI en todo el país. Son las oficinas que el Anses tiene en cada ciudad, desde donde se establece el vínculo directo con los beneficiarios. Se trata de cargos preciados, con potencial para la proyección política. La propia Raverta dirigió la UDAI de Mar del Plata durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En el contexto de la pandemia, es una red de asistencia en todo el territorio que debe ser puesta en marcha, consideran en el gobierno.
En el plano político el mensaje es claro: Fernández se sigue recostando en la sociedad con su vice como nudo principal de la coalición de gobierno. Mientras algunos esperaban que, montado sobre su alta imagen positiva por el manejo de crisis, tomara distancia de CFK, la designación de Raverta mantiene coherencia con la lógica que tuvo el armado del Frente de Todos desde un primer momento. Para La Cámpora también significa un triunfo clave y una confirmación del rol central que juega esa organización en este gobierno.
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