Las vacunas contra el COVID-19 ya evitan más de 500 muertes por día en la Argentina

La proporción de la población que ya fue inmunizada entre las víctimas fatales cae desde marzo, a medida que avanza el operativo de vacunación. El mismo efecto se nota en ocupación de camas de terapia intensiva.

17 de junio, 2021 | 05.00

Las vacunas ya salvan más de 500 vidas por día entre la población más vulnerable del país, según las estimaciones concurrentes de distintos expertos que estudian el comportamiento de la pandemia en este país. La inmunización masiva sirvió, hasta ahora, para reducir a la mitad el efecto de la segunda ola en las edades alcanzadas, concluyen los mismos cálculos, que observan una proporción de adultos mayores en el total de fallecidos cada vez más pequeña desde mediados de marzo. “Es algo que no es misterioso porque es lo que se buscaba: proteger a la gente que más sufre la enfermedad, y eso tuvo efecto”, explicó, ante la consulta de El Destape, el físico Jorge Aliaga.

El número se desprende de comparar la relación entre víctimas fatales en los grupos de población más inmunizados con aquellos que todavía no fueron alcanzados masivamente por el operativo de vacunación. Si esa proporción siguiera siendo la misma que el año pasado, con la cantidad de casos diarios de esta segunda ola estaríamos en torno a las 1000 muertes por día, advirtió el bioquímico y analista de datos Santiago Olszevicki, en su cuenta de Twitter. Su cálculo también indica que sólo entre abril y mayo las vacunas le salvaron la vida a más de 14 mil argentinos. Una cuenta similar aplicada a la ocupación de camas de terapia intensiva arroja los mismos resultados, consolidando el argumento.

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“A lo largo de la epidemia hay semanas con más muertos que otras. Hasta mediados de marzo, cada vez que subía la cantidad de víctimas fatales, lo hacían en la misma proporción todas las franjas etarias, independientemente de la cantidad. Ahora, en la última ola, eso ya no ocurre. A partir de ese momento se empieza a quedar atrás la cantidad de muertos de más de 70 años. Y tres semanas después empieza a pasar lo mismo con los de 50 a 69. Eso es muy coincidente con las fechas en las que se empezó a vacunar esa gente y empezó a estar masivamente protegida”, dijo Aliaga. En las últimas semanas, a medida que avanza la vacunación en el resto de la población, la relación comenzó a normalizarse.

Olszevicki llegó a la misma conclusión calculando una línea que estimaba la cantidad de fallecidos de más de 60 años en función de la cantidad de víctimas fatales menores de esa edad. “La predicción resultó acertada hasta mediados de abril, momento en el que, oh casualidad, las muertes entre la población que ya había sido mayoritariamente vacunada comienzan a dar muy por debajo de lo esperado”, señaló el bioquímico. Para esa altura del año más de siete de cada diez personas en ese rango etario ya habían sido inoculadas con al menos una dosis de la vacuna. La correlación no indica necesariamente causalidad pero para los expertos en este caso la relación es evidente.

“¿Podría ser que de repente los mayores de 70 se cuidaran mucho más? Podría ser. ¿Podría ser que a los mayores de 70 las nuevas variantes no los afectan tanto como antes? Podría ser. Todas esas explicaciones podrían ser, pero lo más razonable es pensar que las vacunas hacen efecto”, observa Aliaga. “Podría ser por cualquier factor que afecte la relación, como una nueva cepa que ataque proporcionalmente más a jóvenes que a mayores. Pero la hipótesis obvia es que son las vacunas”, coincide Olszevicki. Si las vacunas hacen el mismo efecto en todas las edades (algo que no hay que dar por sentado) en pocas semanas debería observarse una caída similar de la mortalidad en toda la población.

Otro estudio de Aliaga, que pone la lupa sobre las internaciones en cama de terapia intensiva, muestra resultados que permiten llegar a conclusiones similares. Entre todas las franjas etarias de adultos, la de mayores de 70 años es la única no tuvo este año un pico de demanda de UTIs que superase al del 2020. Para los pacientes de entre 50 y 69 años, el récord de ocupación de 2021 fue un 60 por ciento más alto que en el peor momento de la primera ola mientras que para los de 40 a 49 años la diferencia fue aún mayor: pasó de menos de 80 pacientes internados la semana más difícil del 2020 a casi 200 ahora. Para la población mayor, el punto más alto de su curva sigue siendo en agosto del año pasado.