Alberto Fernández tiene razón en alertar que la segunda ola de la pandemia está a la vuelta de la esquina y que el 75 por ciento de las vacunas administradas hasta ahora se han dado en países ricos. Es legítima la preocupación del Presidente ante la escases generalizada de vacunas y a la llegada con cuentagotas de la Sputnik V por parte de Rusia, pero en ese raconto Alberto Fernández parece haber olvidado que la Argentina tiene 24 millones de dosis de la vacuna Oxford/AstraZeneca -producidas conjuntamente con México-, suspendidas en una especie de limbo.
El acuerdo para producir la vacuna para América Latina avalada por la Universidad de Oxford fue anunciado con bombos y platillos y su fecha de entrega estaba concertada para comienzo de este mes, pero hasta ahora ni un sólo argentino ni mexicano han sido inmunizados con el producto prometido por dos de los grandes Magnates de ambos países.
Detrás de la trama empresarial están el mexicano Carlos Slim, el quinto hombre más rico del mundo, y el mucho menos conocido Hugo Sigman, el argentino dueño de un imperio farmacológico que se extiende desde Vietnam hasta Barcelona, desde Marruecos hasta Paraguay, desde Rusia hasta la Patagonia argentina.
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El 18 de enero partió de Ezeiza el primero de cuatro cargamentos de la materia prima para elaborar 24 millones de dosis que debían ser fraccionadas y envasadas en México. Sin embargo, los mexicanos tuvieron problemas con ciertos insumos críticos -como filtros, Bolsas estériles y viales que EEUU se negó a vender. Esto obligó a que Argentina y México, de manera simultánea compraran la vacuna Cobisheld, que es la versión india de la vacuna que el duo Slim&Sigman no consigue empaquetar.
A fines de febrero, Alberto Fernández-acompañado por Hugo Sigman-,visitó la planta mexicana, pero no consiguió un compromiso firme de la fecha de entrega.
Mas aun: Una vez producido el primer lote, este debe permanecer obligatoriamente entre tres y cuatro semanas en el país azteca para su estabilización antes de superar los controles de calidad. Siendo muy optimistas, el primer lote podría llegar a la Argentina en algún momento del mes de mayo y tal vez sea demasiado tarde para mucha gente.
Ante la sola posibilidad de un nuevo incumplimiento, Argentina debería haber adoptado un plan de emergencia, hasta que México pueda garantizar el ciclo completo de la producción.
Si verdaderamente queremos detener la segunda ola, el primer paso seria suspender la salida del país del antígeno producido en la planta de Garin, de la misma manera que Italia y otros países europeos prohibieron la exportación a Australia y a otros países de vacunas de AstraZeneca hasta que la empresa garantice el abastecimiento interno.
Si queremos frenar la segunda ola es imperioso fraccionar y envasar en Argentina el antígeno que se produce en la planta de Garín de Sigman. Es falso -como sostienen algunos lobistas del negocio farmacéutico-, que ese proceso no se pueda realizar en Argentina. No sólo hay laboratorios estatales como el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba que podrían encarar esta tarea, sino que al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso, pero nunca recibieron respuesta. Al mismo tiempo, Hugo Sigman ha entrado en un extraño mutismo y no concede entrevistas para brindar su versión de esta fallida operación que ha puesto a millones de personas ante un riesgo de vida.
El limbo, según la Biblia, es el lugar a donde van las almas pérdida de los patriarcas de la antigüedad y de las santidades a la espera de la salvación de la humanidad veinticuatro millones de vacunas varadas en el limbo deberían recordarnos que quien salva a un solo hombre, salva a toda la humanidad.
*Editor del canal informativo De Telegram "Pandemias y Vacunas"