El trámite legislativo para aprobar la reforma judicial corta se volvió una especie de partida de poker con las cartas boca abajo. Cuando la semana que viene el proyecto salga con media sanción del Senado con destino a la cámara de Diputados, el final de la historia todavía estará abierto.
La presión opositora para frenar la iniciativa ganó fuerzas después de la manifestación del lunes. La bancada de Juntos por el Cambio se resiste a sesionar de manera virtual y el poroteo para el quórum ya no resulta tan favorable al oficialismo, tras el anuncio de los tres diputados que responden a Roberto Lavagna de que no ayudarán a que se apruebe la ley.
En estas circunstancias, si el gobierno decide avanzar, habrá suspenso el día de la votación. La llave para garantizar 129 voluntades la tienen los cuatro legisladores cordobeses conducidos por el gobernador Juan Schiaretti, que ya mostraron los dientes. En el bloque del Frente de Todos confían en que podrán contar con su apoyo.
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Aunque el rechazo a la reforma judicial fue solamente una de las muchísimas consignas que motivaron a los manifestantes opositores a marchar, el aparato comunicacional político y mediático de la oposición esfumó los matices y encolumnó toda la protesta detrás de ese reclamo, que quedó en el centro de la agenda.
Estrategia de seducción
En ese contexto, ayer desde el bloque de diputados cordobeses dieron a entender con notas off the record en Clarín, La Nación e Infobae que no acompañarían el proyecto. Sin embargo, a diferencia de lo que hicieron los legisladores lavagnistas, con los que comparten interbloque, no hubo ninguna confirmación formal de esa decisión.
En el oficialismo hacen cuentas y confían en poder convencer a Schiaretti, que maneja esos cuatro votos desde Córdoba. La relación entre la provincia mediterránea y la Casa Rosada es buena: el gobernador habla directo con el presidente Alberto Fernández, con el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y con el ministro de Interior, Wado De Pedro.
Será una negociación larga. La estrategia de seducción comenzó ayer: Fernández dijo en videoconferencia con Schiaretti que la Nación financiará el 100% de una obra de saneamiento cloacal en lugar del 66% previsto. Hay otros anuncios en carpeta que se pondrán sobre la mesa cuando se acerque la hora de contar votos.
El poroteo es finito. La bancada oficialista tiene 119 diputados pero José Ignacio De Mendiguren está de licencia para conducir el BICE y Sergio Massa, como presidente de la cámara, no aporta para el quórum, eso lo deja en 117, una docena de legisladores corto respecto de la mitad más uno que habilita la sesión.
El poroteo
En el Frente de Todos creen que podrán sumar al menos seis de los ocho diputados del bloque de “los Ramones”, legisladores de partidos provinciales que conduce el mendocino José Luis Ramón. También cuentan con los justicialistas del Interbloque Federal, Eduardo Bali Bucca y Andrés Zottos. Faltan cuatro para el número mágico.
Los tres diputados que responden a Lavagna ya anunciaron que no colaborarán en el trámite. En el Frente de Todos descuentan que los dos socialistas Luis Contigiani y Enrique Estévez tampoco aportarán al quórum, al igual que Nicolás Del Caño y Romina Del Plá, del Frente de Izquierda. Todos los caminos conducen a Córdoba.
El proyecto está “abierto a modificaciones”, incluso una vez que pase por el Senado, aseguran en el oficialismo. Dan por hecho de que si tiene que volver a la cámara alta para una revisión, será un trámite expreso. Algunos retoques pueden funcionar como moneda de cambio para persuadir voluntades indecisas.
Si los números siguen sin cerrar, para evitar una derrota en el recinto, queda la alternativa de demorar su trámite, estirando los plazos hasta encontrar un contexto más accesible. La posibilidad fue deslizada por el propio Sergio Massa en una entrevista: “No hay ningún apuro. Tenemos todo el año legislativo para charlarlo”.