Horacio Rodríguez Larreta pide pista en la pelea por el liderazgo opositor. La interpretación del mensaje que dio ayer desde la sede del gobierno porteño fue unánime en todo el arco político: el alcalde se posicionó, por primera vez, como contraparte directa de Alberto Fernández. El apoyo coordinadísimo que recibió por parte de buena parte de la dirigencia de Juntos por el Cambio blanqueó ese paso al frente. La decisión del Presidente de recortar fondos de la coparticipación que estaban destinados a la Ciudad para reforzar el presupuesto bonaerense había forzado la jugada.
El tiempo dirá si el anuncio de Fernández le sirvió de trampolín para impulsarse más fuerte o si lo obligó a dar demasiado pronto un paso que hubiera preferido dejar para más adelante. Hasta ahora, el paso del tiempo parecía cimentarlo como candidato natural del espacio, aunque otros dirigentes (el propio Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Martín Lousteau) tienen sus mismas aspiraciones. Es evidente que Rodríguez Larreta se siente cómodo cuando juega de local, con la agenda metropolitana. Su aptitud para interpelar al argentino de más allá de la General Paz y el Riachuelo todavía es hipotética.
El discurso de ayer tuvo un déficit importante, en ese sentido: el candidato habló con tono presidencial, pero la letra de su discurso fue la de un intendente que pelea por recursos para su distrito. A corto plazo, es un obstáculo salvable con un buen trabajo de edición y el uso de algunos conceptos vaciados de sentido como “unidad” y “federalismo”. Pero para 2023 falta una eternidad y las banquinas de la historia reciente están repletas de números puestos que se quedaron sin nafta antes de llegar. Si quiere ganar, Rodríguez Larreta necesita una propuesta para el interior del país, y también para el conurbano.
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En Olivos lo saben y por eso salieron a jugar fuerte los gobernadores a la misma hora que las cámaras de todos los canales de noticias quedaban fijas en Parque Patricios, un privilegio del que a veces ni siquiera goza el Presidente. Es una parte talento del equipo de comunicación porteño, otra parte de lubricante económico y una tercera parte consecuencia de la concentración en CABA de los medios que se consumen en todo el país. el mismo fenómeno que permitió que dos de tres jefes de gobierno llegaran a la Casa Rosada. La apuesta por el interior del país que plantea Fernández también tiene que ver con eso.
Otra incógnita a despejar es si el paso al frente de Rodríguez Larreta significa un triunfo del ala moderada de Juntos por el Cambio (ese animal mitológico) o si, por el contrario, para ponerse al frente de todas las tribus opositoras adopta el vocabulario y los modos de las más bulliciosas. Macri ya dejó en claro que no va a regalarle esa representación: ayer mismo rompió la cuarentena para recibir en Los Abrojos a tres intendentes del interior bonaerense, jóvenes y muy vinculados al armado de María Eugenia Vidal: Martín Yeza, de Pinamar, Ezequiel Galli, de Olavarría, y Francisco Ratto, de San Antonio de Areco.
La colisión parece inevitable: Macri no está dispuesto a ceder voluntariamente el poder, como queda claro cada lunes, cuando participa activamente de los zoom de la mesa chica de JxC. La mayoría de las veces, la posición adoptada por el conjunto después de esas charlas coincide con la que puso sobre la mesa el expresidente. El diablo, dice el refrán, está en los detalles: cuando uno ingresa a la cuenta de Twitter oficial del PRO puede leer claramente en la información del perfil: “Partido que lidera @mauriciomacri”. Si Rodríguez Larreta asumió el liderazgo, el CM todavía no se dio por enterado.