Se produce una situación algo paradójica: a medida que transcurren los meses la pandemia no sede en su gravedad, incluso se incrementan los contagios y al mismo tiempo otros temas empiezan a ganar terreno en el espacio público y llama a la intervención gubernamental. Hay, si se quiere, una rutinización de la crisis sanitaria que no deja de ser preocupante. Sin embargo, a la vez es más que razonable que emergen otros problemas y hechos políticos. La semana pasada vivimos la experiencia de una protesta de sectores de la policía de la Provincia de Buenos Aires, centralmente en torno de un tema salarial. Pero se sabe: cuando los que protestas son personas que portan armas en nombre del Estado, es difícil hablar de “solo una cuestión salarial”. La salida de esa crisis implicó una intervención sobre la coparticipación, es decir el federalismo fiscal, ya que pensar los recursos de la provincia para resolver esa demanda, fue asumido bajo la necesidad de redefinir un aspecto de la coparticipación. El presidente ya lo había anunciado desde su asunción y esta medida nos dice que su gobierno le da a la cuestión federal un marco relevante: afectar la coparticipación redefiniendo una parte de su asignación, es el nudo de la cuestión en términos fiscales. ¿Cuál es la provincia más negativamente afectada según la actual distribución? La de Buenos Aires ¿A quién beneficio por demás el gobierno de Mauricio Macri en términos de coparticipación? A la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De modo que era anunciado y razonable que la ecuación funcionara de ese modo, salvo que alguno piense que el resto de las provincias están en condiciones de ceder ingresos nacionales. Construir una mayor igualdad federal no es una tarea sencilla y requiere intervenir en muchas dimensiones pero no cabe duda que las desigualdades económicas son un punto central. La Capital Federal posee una cantidad notable de recursos en comparación con el resto del país y claramente con la provincia homónima, a pesar de casi no contar con recursos naturales. Nota: no son los recursos naturales lo que hacen rico a un país o a una provincia, sino el esquema de poder para utilizarlos. Cuando se produjo el traspaso de la Policía Federal residente en la CABA a su gobierno el ex presidente Macri le otorgó una cantidad excesiva de recursos; afectándolos ahora Alberto Fernández a favor de la PBA, no se hace otra cosa que trabajar en ese equilibrio federal que discursivamente todos apoyan, pero que las reacciones luego de tomada la decisión, nos muestra claramente lo lejos que queda la voluntad respecto de las discursos. En estos días escuchamos argumentos de todo tipo para criticar la decisión presidencial, algunos bastante disparatados que ponían a la CABA, la ciudad más rica del país, en una situación de “victima despojada”. La coparticipación federal de impuestos se ocupa justamente de fijar los criterios de distribución de los impuestos recaudados por el estado federal, es decir la Nación. Esos criterios deben tender a establecer un principio de armonía en el conjunto del país, sabiendo que los recursos no son equitativos en cada una de las provincias; eso nos hace una Nación y no un mero conjunto de proximidad geográfica. Hace unos meses el ex gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, sostuvo que quizás a su provincia le convendría separarse de la Argentina; en la conferencia de prensa Horacio Rodríguez Larreta a pesar del repetido slogan de “Buenos Aires la ciudad de todos los argentinos” fijaba un reclamo que iba en contra de un criterio de mayor igualdad federal. No es casual que los argumentos secesionistas que hemos escuchado en las últimas décadas, aunque nunca hayan pasado de lo discursivo provengan de concepciones que confunden autonomías distritales con independencia, sugiriendo que su pertenencia a la Nación les implica más pérdidas que ganancias. Por eso, siempre provienen de las elite de las provincias o ciudades en mejor situación económica (difícil llamarlas ricas cuando en su interior miles de personas viven en situación de pobreza e incluso indigencia). Fue interesante que en el acto de la semana pasada el Presidente recordara el modo en que Buenos Aires se convirtió en capital de la República, y que eso implicó que la provincia cediera parte de su territorio para la federalización. No puede perderse la perspectiva histórica sobre estos temas; los debates sobre la coparticipación y qué tipo de federalismo queremos darnos no se iniciaron ayer y las justicias e injusticias que se han desplegado a lo largo de la historia siguen presentes. El federalismo de nuestro país ha convivido con procesos de concentración de recursos en determinadas zonas geográficas, muy particularmente en la ciudad de todos los argentinas, pero que solo disfruta una porción de la sociedad, o si el resto quiere acceder debe invertir muchos más recursos personales. Poner en acción el federalismo, no solo pensarlo, inevitablemente tiene que ver con distribuir que está muy lejos de esa crítica simplificada de “nivelar hacia abajo”. Fortalecer el federalismo tiene que ver con la coparticipación, con la desconcentración administrativa, con el desarrollo productivo de las economías regionales, con el fortalecimiento de la comunicación vial interna; todas dimensiones que el viejo y persistente poder unitario seguirá cuestionando, pero tiene sus frutos: la semana pasada un criterio de política federal, logró resolver un conflicto que parecía más complejo de encarar porque, como escribió Leopoldo Marcehal, de todo laberinto se sale por arriba.