Javier Milei sufrió su segunda derrota estridente en el Congreso. Al rechazo a la ley ómnibus se le sumó la negativa, en primera instancia, al DNU. El Senado decidió rechazar el decreto firmado por el presidente pero todavía queda Diputados, donde los números no aparecen tan claros pero tampoco imposibles. En un marco de extrema delicadeza, amenazas y mensajes violentos desde la Casa Rosada, la UCR aportó votos en contra de la herramienta enviada por el jefe de Estado y el PRO se inclinó por acompañar al gobierno y apoyar con voluntades a favor.
Como se dijo en la previa y se especificó en el comunicado del Comité y la Convención radical el lunes, Martín Lousteau se aferró a lo que se tenía que circunscribir el debate en torno al DNU en el Senado: las formas. El Congreso tiene la misión de discutir la constitucionalidad o inconstitucionalidad de los decretos, no su contenido. Y el presidente del partido centenario la hizo fácil: “Es inconstitucional”.
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Lousteau ya había adoptado esta posición. Lo supo con su conocimiento de las leyes y después de escuchar a los constitucionalistas. “El 100%” coincidió en que el decreto no respeta la Carta Magna, se planteó en la previa a la sesión, y fue lo que planteó en el recinto: “Desde Sabsay, Gargarella hasta Rodríguez Calvo. No deberíamos estar discutiendo otra cosa".
El presidente del partido boina blanca fue muy atacado por Javier Milei, sus funcionarios y trolls durante todo el debate. Se lo acusó de kirchnerista, de formar parte del “grupo del helicóptero” y ahora enfrenta, hacia adentro, la reconfiguración del espacio centenario. Llegó para, con un sector más cercano al macrismo, intentar inclinar la cancha hacia un espacio más de centro – camino bastante sencillo con este gobierno tirado a la derecha -.
En el Senado fue, junto a la chubutense Edith Terenzi, uno de los nombres en contra de postergar el debate del decreto. En la votación general su posición quedó en minoría, pero ruidosa. En total, tres legisladores boina blanca rechazaron y uno se abstuvo. O sea, cuatro no acompañaron el DNU, sobre un total de 13 en integrantes del bloque.
Cuando llegue el turno de Diputados, se espera que su posición quede mejor ubicada que en la Cámara Alta. Dentro de los cálculos, se contempla que Evolución tiene 6 legisladores y el sector de Facundo Manes otros 5. Ya serían 11.
Hasta ahora, en Diputados quedó en claro la existencia de dos sectores. Por un lado, uno más proclive a darle tiempo al gobierno y no apurarlo, ya sea para la conformación de comisiones como a la hora de tratar proyectos en el recinto. Por el otro, los que votaron en contra de la ley ómnibus y bajaron a dar quórum para trabajar la movilidad jubilatoria.
Este último grupo no apareció mayoritario. No superó, con Manes a la cabeza, los cinco diputados en el recinto y en los negativos. Pero se sabe que, potencialmente, el espacio es más grande y se descuenta que habrá un crecimiento. Sin embargo, habrá legisladores boina blanca que, pese a tener críticas al decreto, acompañarán porque no tienen la posibilidad de elegir qué rechazar y qué aprobar.
Si bien el mapa está más parejo o difícil de descifrar, también podrían estar los votos para rechazar el DNU en la Cámara Baja. Especialmente si se tiene en cuenta que, por ejemplo, para la Coalición Cívica es inconstitucional. El PRO es todo un universo aparte. Con tres vertientes, la de Mauricio Macri, la de Patricia Bullrich y la de Horacio Rodríguez Larreta, la no homogeneidad es un factor novedoso.
Minutos antes del rechazo en el Senado, donde los seis del macrismo votaron a favor de sostener el DNU, en Diputados presentaron tres proyectos de ley vinculados al mundo del trabajo y en sintonía con el DNU con la intención de ampliar el período de prueba, incentivar la registración brindando beneficios en las cargas sociales, simplificar la burocracia para la registración de empleados y declarar servicios esenciales a determinadas áreas frente a huelgas y reclamos sindicales.
Más allá de cómo quede plantado Lousteau en materia de votos, este escenario mostró tres discusiones: por un lado, la interna ideológica dentro del partido para ver si prima la más halcona o si gana terreno la de centro, para construir una alternativa que por ahora no pareciera tener mucho marketing pero, se espera, crezca en el futuro.
El otro punto es la cercanía o no con el kirchnerismo. En estos meses se acusó de “K” a aquellos que optaran por no acompañar las iniciativas del gobierno, algo que en la lógica de polarización política funcionó como un incentivo o desincentivo importante. El senador Pablo Blanco, de un discurso muy duro en el recinto y que votó en contra, lo dejó claro: “En todo caso el Kirchnerismo va a votar con la UCR". Este argumento fue compartido por Lousteau.
Por el otro, la incidencia de la conducción partidaria en el Congreso y los gobernadores. Este es uno de los grandes debates dado que el partido, y Juntos por el Cambio como ex alianza, tienen responsabilidades políticas en el parlamento y sus provincias. Son los que “ganaron las elecciones”, como se dijo en su momento. Un razonamiento que deja bastante en desventaja a los presidentes de los espacios políticos.
Para algunos, la conducción del partido no tiene incidencia en el Congreso y la línea directa es la de los gobernadores que, desde que empezó la discusión, se mostraron más propensos a mirar el DNU en forma favorable. Algo de esto se vio en el Senado cuando ningún radical fue en contra de su gobernador radical.
Los que votaron en contra fueron Martín Lousteau, que provine de la CABA, distrito comandado por el PRO, Pablo Blanco, de Tierra del Fuego, no dirigida ni por la UCR ni por el ex Juntos por el Cambio; Edith Terenzi, de Chubut, donde dirige el PRO Ignacio Torres y Maximiliano Abad, que se abstuvo y pertenece a Buenos Aires, donde gobierna el peronismo.
En el caso chubutense, la radical Terenzi se inclinó por votar a favor del rechazo por su actividad en la provincia, vinculadas a una fundación que trabaja con personas con síndrome de Down. Lo dijo durante el debate, un like del presidente en X la terminó de definir por la negativa. La otra legisladora de esa provincia, Andrea Cristina, acompañó el DNU.
Según se explicó, los gobernadores mandaron, y mandarán en Diputados, a votar a favor del decreto por distintas necesidades. Un juego pleno que los enfrenta circunstancialmente con la conducción del partido en el caso de la UCR. Sin embargo, más allá de los enojos, un legislador le bajó el tono a las diferencias y apostó a que no habrá una guerra interna.