La UCR está en crisis. El bloque de Diputados no se rompió, pero tampoco funcionará en unidad. El quiebre se seguirá dando, por ahora, en la práctica. La reunión del espacio, caldeada, terminó con abandonos y un cierre apresurado para que algunos "libertarios" (radicales conversos) pudieran ir al asado en Olivos con Javier Milei.
Según informó la conducción, quedó en minoría la posición de quienes impulsaron la expulsión de los legisladores que votaron contra los jubilados. Fernando Carbajal negó que hayan llegado a la instancia de votación. Desde el sector más duro con el gobierno denunciaron que el encuentro se dio por concluido de manera unilateral por quienes blindaron al grupo de los.cinco.
Ahora, los combativos irán por Rodrigo de Loredo, pero también por su vice, Karina Banfi. La batalla no será menos complicada. Dentro del espacio, varios consideran que no es la forma de proceder para correr a ambos legisladores de su lugar de autoridad. Pese a los chispazos, los radicales opositores a Milei decidieron no irse del espacio para no darle mayor volumen a Milei que ya tuvo dos visitas boina blanca en el asado de Olivos: Mariano Campero de Tucumán y Martín Arjol de Misiones.
El sector referenciado en De Loredo apostó mostrar cierto camino común, a pesar del conflicto, al entender que no es la primera vez que el bloque vota dividido. Pero los que piden cabezas no parecieran dispuestos a tolerar esta situación que limita el accionar de los centenarios, quitándole coherencia al discurso.
Quienes rechazaron la expulsión de los cinco diputados que dieron vuelta su voto a los jubilados chicanearon a los combativos por porteños y faltos de representación. La UCR tiene una pelea todavía irreconciliable entre el interior y la zona del AMBA. La ansiedad del área metropolitana no se condice, sostienen algunos dirigentes, con la percepción que la gente tiene de Javier Milei en las provincias.
La avanzada para sancionar y echar a los cinco diputados fue entendida como una maniobra del AMBA, sin votos para generar una repercusión real en la sociedad. Solo por poner un ejemplo, los votos de Rodrigo de Loredo en Córdoba, los de Alfredo Cornejo en Mendoza (ambos en 2023) y los de Gustavo Valdés en Corrientes (2021) no alcanzaron, sumados, a los cosechados por Facundo Manes en las PASO bonaerenses del año pasado. Casi un millón cien mil contra un millón doscientos mil.
A fines del año pasado, después de dos períodos de quiebre, el bloque de la UCR apuntó por la unificación en Diputados pero no hizo falta demasiado tiempo para evidenciar las diferencias. Con la discusión de la ley Bases, más o menos se pilotearon las distancias. Con el transcurrir de los meses, fueron siendo más notorias al punto de llegar a ser irreconciliables.
“La convivencia es inviable como opción”, se dijo desde el sector combativo antes de la reunión del bloque. La ruptura apareció como la consecuencia lógica de esa división interna, pero con esta posibilidad también llegó una duda. De partir el bloque en Diputados, Javier Milei ganaría fuerza en el Congreso y no pareció atractivo entregarle el armado al presidente.
Actualmente, después de absorber al bloque Buenos Aires Libre, el oficialismo alcanzó los 39 miembros en la Cámara Baja, convirtiéndose en la segunda minoría detrás de los 99 de Unión por la Patria y delante de los 38 del PRO. Sólo consigo mismo y el aliado de fierro, el gobierno llegaría a los 77 votos, diez por debajo de los necesarios para garantizarse un tercio del Cuerpo. De sumar voluntades radicales, quedaría mucho más cerca.
Como ya adelantó El Destape, el problema es mucho más profundo y no alcanza sólo a los cinco que acompañaron a Milei con el veto a los jubilados, tampoco a los dos que se ausentaron ni al renunciado Pedro Galimberti. La ruptura interna de la UCR impacta de lleno a Rodrigo de Loredo, que negoció lo suficiente con el Ejecutivo y pareció correrse en el último tiempo, dejando la publicidad a un costado.
El próximo paso, una vez fracasado el intento de echar a los diputados conversos, será la cabeza de De Loredo y Banfi. “O fuiste un inútil que no pudo contener los votos de tu propio bloque para tu propio proyecto; o fuiste un colaboracionista que negoció por las dos ventanillas. Sea como sea, tenés que estar afuera”, le dijo Agustín Rombolá, ex presidente de la Juventud Radical de CABA, al jefe del bloque centenario.
De Loredo no es una persona que haya cosechado la estima del sector más combativo con el gobierno. Sin ir más lejos, se lo calificó como “alcahuete de (Alfredo) Cornejo y (Mauricio) Macri”. Otra fuente entendió que “en el fondo le gusta Milei. Al igual que a Cornejo y (Gustavo) Valdés”, gobernadores de Mendoza y Corrientes respectivamente.
Las apreciaciones no sólo apuntan contra el diputado cordobés sino también contra dos de los cinco jefes provinciales que tiene la UCR, los más cercanos al gobierno. La inclusión del nombre de Macri tampoco es menor, dado que no se descartan acuerdos electorales entre el PRO y el sector halcón del radicalismo, pese a que no es un partido que le merezca demasiada estima al ex presidente. Las diferencias, al parecer irreconciliables, pusieron al partido “en un punto de inflexión”, según describió una importante fuente.
Quienes decidieron defender a los cinco diputados que votaron en favor del veto de Milei a los jubilados también ensayaron sus argumentos. En principio, que expulsarlos no resolverá el problema ya que “nadie mira” la decisión del partido, aunque se reconoció el inconveniente. Para este sector, incluso el accionar de De Loredo debería ser analizado de otra manera, ya que su tarea es bastante compleja dada la obligación de buscar el equilibrio en un bloque que refleja la polarización que existe en la sociedad.
Esas diferencias irreductibles ya tuvieron otras expresiones en lo que va del año. Se cuestionó que no se armó tanto revuelo cuando “(Facundo) Manes o (Pablo) Juliano votaron en contra de la ley Bases” o cuando ellos dos, “(Fernando) Carbajal y (Marcela) Coli votaron en contra de la reforma laboral que propuso el bloque”. A diferencia de esas oportunidades, la posición de los cinco contra los jubilados comprometieron la posición pública del bloque, complicando la posibilidad de hacerse los distraidos.
Como otros espacios, la UCR articula dentro del bloque con reuniones semanales, con la intención de consensuar los temas y, en caso de no poder conseguir el acuerdo de todos, avanzar según lo decida el mayor número de los 33 representantes. De Loredo propuso, a partir de ahora, votar las leyes internamente antes de llevarlas al recinto, obligando a la minoría a actuar como decidió la mayoría. La conducción entendió que esto fue aprobado, los retadores que fue rechazado.