El Gobierno ratificó el acuerdo porcino con China

La iniciativa puede aportarle al país 2400 millones de dólares al año en exportaciones. Buena sintonía con Beijing y ruido al interior del gabinete.

16 de diciembre, 2020 | 18.47

El acuerdo entre Argentina y China para avanzar con la instalación de granjas inteligentes para producción de cerdos sigue en pie, confirmaron fuentes del Gobierno luego de que se conociera una fotografía de una reunión en la que Alberto Fernández posa junto a una urna que reunía más de medio millón de firmas en contra de esa iniciativa con la leyenda “No al acuerdo porcino con China”. Esa imagen no perjudicó el entendimiento bilateral, pero causó ruido al interior del gabinete, donde le recriminaron al Presidente haber dado un mensaje equívoco que va en contra de una política impulsada por su propia decisión.

Después de la difusión del encuentro entre Fernández y la Unión Vegana Argentina, donde recibió la petición en contra de ese proyecto, el mandatario dio instrucciones a Sabino Vaca Narvaja, Representante Especial para la Promoción del Comercio y de las Inversiones en ese país, para que se reúna con directivos de la empresa estatal China Animal Husbandry Group y ratifique el interés argentino en la concreción de “diversos proyectos de inversión en producción porcina que contemplan el cuidado del medio ambiente” ya sea a través de asociación con capitales chinos o estrategias de pre-financiamiento de exportaciones.

“La producción de cerdos en Argentina tiene mucho potencial para desarrollarse de manera segura y sustentable”, asegura un documento divulgado por la embajada en Beijing. La proteína de ese origen constituye el 70 por ciento de la alimentación de origen animal en China y una epidemia de Peste Porcina Africana ha comprometido una parte importante de la producción en ese país, así como en Alemania y España, dos de los mercados que proveen a la potencia asiática. Eso abre una ventana de oportunidad inédita para aprovechar los altos estándares internacionales locales y potenciar la exportación.

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En la Argentina, la producción de carne porcina no es novedosa. Se consumen en el país 15 kilos per cápita cada año y sólo en 2019 se faenaron poco menos de siete millones de cabezas, dedicadas casi exclusivamente al mercado local. Esa cantidad representa el doble que en 2008 y el triple que en 2003; el proyecto en el que trabajan Cancillería, el ministerio de Producción y el de Agricultura implicaría aumentar el stock de madres en un 60% en los próximos años a partir de la instalación de 20 unidades productivas con infraestructura, mano de obra y animales de origen argentino.

El país es considerado por China como socio en esta operación porque tiene condiciones de primer nivel mundial en cuanto a tecnología agropecuaria, know-how y seguridad sanitaria. Actualmente se encuentra libre de Peste Porcina Africana, Peste Porcina Clásica y Síndrome Respiratorio Reproductivo Porcino, las principales amenazas a esta actividad. Además, Argentina cuenta con un potencial enorme: “Alemania, por ejemplo, tiene el tamaño de la provincia de Buenos Aires y en ella vive el doble de población que en toda la República Argentina. Sin embargo produce 15 veces más cerdo que nuestro país”, destaca el Gobierno.

El documento aclara que los establecimientos que podrían instalarse son “granjas inteligentes” y que son “seguras, sostenibles y sustentables”, a diferencia de las llamadas “megagranjas”, que utilizan otro modelo productivo. Por ejemplo, en los Estados Unidos cada unidad productiva aloja a más de cien mil madres; en este proyecto esa cantidad se reduce al diez por ciento. El acuerdo además incluye el traspaso de tecnología y “representaría un cambio en la matriz exportadora argentina”. Hoy, el país vende maíz con el que Chile y Alemania alimentan a los cerdos que a su vez venden a China.

Cada Unidad Productiva representa en primer lugar una inversión de más de 70 millones de dólares y produciría casi cincuenta millones de toneladas de carne exportable al año. En total, la instalación de veinte factorías podría aportar anualmente a las arcas del país unos 2400 millones de dólares, que equivalen al 15 por ciento de las exportaciones de soja. “En ese sentido, el desarrollo de este proyecto reducirá el déficit en la balanza comercial, ya que incrementa el valor agregado de nuestras exportaciones y no requiere importaciones”. El componente nacional de los insumos necesarios alcanza el 90 por ciento, detalla el texto.

Además, “la instalación de granjas porcinas de alto contenido tecnológico podría incrementar la producción de energía y abastecer diferentes núcleos urbanos pequeños ubicados en las cercanías de las granjas”. El procesamiento de residuos no solamente minimiza el impacto ambiental sino que permite la producción de biogas. En materia de empleo, cada unidad generará trabajo para 600 personas de manera directa, independientemente de los obreros ocupados temporalmente en su construcción. Por último, estas factorías pueden ser emplazadas en todo el territorio nacional, privilegiando el desarrollo de zonas postergadas.

Aunque el malentendido diplomático con China pudo ser neutralizado, el gesto del Presidente generó malestar al interior del propio gobierno, donde hubo mucha gente de distintas áreas trabajando para hacer avanzar la iniciativa. Por estas horas, ese ruido fue acallado luego de que se confirmara la continuidad del proyecto. “El problema no fue que recibiera a un grupo con preocupaciones genuinas --reflexionaban en un despacho a tiro de caminata de la Casa Rosada--. El punto es que la foto termina por igualar a ese sector minoritario con los que trabajan todos los días en la dirección que él señala”