Rodríguez Larreta y la concentración de poder

22 de marzo, 2021 | 05.00

En ocasiones los argumentos sobre el poder desmedido de un funcionario, presidente, gobernador o intendente en particular, recae más en analizar su personalidad que la dimensión institucional. Si mencionamos que alguien ha generado una gran concentración de poder, ha logrado ser re electo en su cargo, contar con el apoyo incondicional del Poder Legislativo, un judicial que no le causa problemas y que no sufre cuestionamientos desde la gran prensa ¿de quién estamos hablando? En este caso nos referimos al Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta; desde luego en esa descripción también podemos encontrar a gobernadores de algunas provincias, situaciones que podemos informarnos a diario por los grandes medios de comunicación e incluso en el debate académico. Por eso nos mueve la pregunta si en el caso de la capital de la Nación, el poder ejecutivo se despliega con características semejantes, o no.

En 2023 el macrismo cumplirá 16 años en el poder en la Capital Federal, una cifra nada desdeñable; manifiesta la consolidación del partido PRO en la ciudad en alianza con el radicalismo la Coalición Cívica y desde hace dos años el socialismo. Se parece mucho a lo que el politólogo italiano Giovanni Sartori denominó sistema de partido predominante, es decir donde existen una pluralidad de partidos, pero es muy poco probable que haya rotación o alternancia en el ejercicio del poder. Si, tal cual sucede en algunas provincias. Para Sartori la falta de alternancia no refiere a las personas sino a los partidos por la continuidad de la orientación política, y el macrismo logró construir en CABA es un estilo de gobierno y no solo un tipo de orientación de las políticas; en estas últimas presenciamos una lógica en favor del “mundo de los negocios” muy por encima de una propuesta que priorice el desarrollo social y económico de la ciudad y sus habitantes.

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El actual debate por el uso de los terrenos que hasta ahora ocupa el emprendimiento “Costa Salguero” es el ejemplo más trasparente. Al mismo tiempo que en Buenos Aires se convierte cada vez mas en dos ciudades, donde conviven situaciones de extrema pobreza con niveles de consumo y confort del primer mundo, el macrismo y el larretismo, han logrado consolidar a pesar de la joven institucionalidad que tiene la ciudad, un modelo de fortalecimiento de poder en el ejecutivo que cuenta con diferentes recursos de poder. Esto se ha conseguido por arreglos institucionales y pactos (menos institucionales) que logra sustentar en el tiempo ese poder. En primer lugar, sobre la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires: el Jefe de Gobierno cuenta con una mayoría con 26 votos puros que se amplía a 38 con los aliados sobre 60 miembros totales. El resultado es claro, los proyectos de ley del ejecutivo no tienen mayores problemas para ser aprobados y la oposición encuentra muchas dificultades para modificar agenda.

Nuevamente, algo que sabemos sucede en algunas provincias. A Larreta le permitió aprobar un presupuesto para 2021 con recortes en las áreas de salud, educción y promoción social, a la vez que la pauta publicitaria recibirá un incremento del 30% como se explica en esta nota publicada en El Destape. Y justamente en este punto se cimienta el otro aspecto clave del fortalecimiento del poder del Jefe de Gobierno: su relación con la prensa. Se señala que muchos gobernadores cuentan con el apoyo de los principales medios de TV, radio y prensa escrita de sus provincias; aunque no es así en todos los casos, hay una notable diferencia respecto de lo que sucede en la Ciudad de Buenos Aires con Larreta: El Ancasti, La Voz del Interior o El Tribuno, apenas se leen fuera de Catamarca, Córdoba o Jujuy, respectivamente; la prensa local toma temas locales y los distribuye en su propio territorio. Inversamente a lo que ocurre respecto de los diarios de Buenos Aires, que son todos “nacionales”, toman temas de esa dimensión, pero también aquellos que solo dan cuenta de la CABA y logran nacionalizarlos. Del mismo modo ocurre con las señales de TV, en particular los canales de noticias que les cuentan las penurias de los piquetes en Buenos Aires a gente que vive a miles de kilómetros. Y allí las noticias sobre la gestión de Rodríguez Larreta goza de una cobertura más que benévola, y en algunos medios es imposible siquiera oír una crítica.

El paroxismo lo alcanzaron una periodista que preguntó quién era el intendente de un barrio de la Capital Federal y optó por el silencio cuando le señalaron dónde quedaba ese barrio y otro periodista cuando amonestó a su propia compañera de programa cuando ella le hizo una pregunta al Jefe de Gobierno por hechos de represión llevados adelante por la Policía de la Ciudad. Los porteños y todos los argentinos, no han visto nunca a los dos últimos jefes de gobierno, lidiar con un reportaje periodístico que al menos les efectuara preguntas sobre los temas críticos de la ciudad. Como ágora, un poco insípida.

A su vez la relación con el poder judicial de la Ciudad, el Supremo Tribunal de Justicia, merece un análisis mas en detalle que no podemos realizar aquí. Pero no podemos olvidar por caso, el fallo de diciembre último cuando el Tribunal afirmó que el Estado no tiene la obligación inmediata en proveer vacantes en el sistema público de educación y que en todo caso podrán reclamar esas vacantes quienes no tengan los recursos económicos para recurrir al sistema privado. Una resolución a medida de un gobierno que se posiciona lejos de estimular el desarrollo de la comunidad. Pero existe un factor más en la concentración de poder en el ejecutivo de la ciudad, que no ostenta ninguna provincia de la Argentina: el Jefe de Gobierno porteño no tiene en su distrito poderes ejecutivos territoriales, como los municipios en las provincias. Con casi 3 millones de habitantes, es el 4° distrito del país en población, y sin embargo el poder lo detenta un solo funcionario, el Jefe de Gobierno, que no debe consensuar con intendentes para decidir el uso de los fondos públicos, un aspecto sobre el que casi no se debate.

La Constitución de la Ciudad de Buenos estableció en el Título Sexto, la creación de Comunas como “unidades de gestión política y administrativa con competencia territorial”. La ley de reglamentación, a través de la ley 1.777, llevó su tiempo y vio la luz en 2005. Allí se les asignan funciones y roles a las comunas en la misma gestión de la Ciudad y también como espacio de debate por la elección de los comuneros, pero en los hechos esa dinámica está lejos de funcionar. Recientemente ante el debate por el “retorno a las aulas” tema que debía ser discutido en las comunas, el gobierno de la ciudad eligió “abrir la discusión en las redes” antes que respetar y fortalecer esos espacios institucionales. Previo a la pandemia, era común que Rodríguez Larreta seleccionara a vecinos para reunirse en un bar, antes que concurrir a una sede comunal. Una práctica extra y exclusiva de una ciudad que se jacta de su modernización, pero fortalece la concentración de poder con algunos recursos exclusivos del Jefe de Gobierno. Ridículo denominar a eso, feudalismo; es simplemente restringir las dimensiones que exige toda sociedad democrática.