Apenas falleció el ex presidente Carlos Menem, asistimos a un notable Nado Sincronizado Independiente (NSI) entre muchos de quienes habían sido sus adversarios desde el progresismo. Jorge Lanata, el periodista que desde Página 12 y el programa Día D lanzó denuncias por corrupción contra el gobierno menemista reconoció que “Menem era un caballero, cosa que yo no puedo decir de los kirchneristas (...)”. Por su lado, Graciela Fernández Meijide, opositora al menemismo y ex funcionaria del gobierno de la Alianza, luego de destacar el trato respetuoso de Menem con sus adversarios, opinó: “parte de nuestra campaña era destacar las cuestiones de corrupción que había en el gobierno de Menem, que comparado a lo que vino después parece cosa de chicos...”. Teniendo en cuenta que lo que vino después fue justamente la Alianza podemos tomar esa declaración como una valiente autocrítica.
Asombra que el análisis político sobre un ex presidente fallecido consista en saludar su supuesta amabilidad de trato más que en recordar las consecuencias de sus decisiones como gobernante, pero más asombra que ese sector del progresismo haya pasado sin escalas del antimenemismo furioso al antikirchnerismo psiquiátrico, considerando la enorme diferencia entre los modelos políticos llevados adelante por Menem y luego por los Kirchner. En realidad, existe una sólida continuidad en esas oposiciones tan disímiles: el antiperonismo.
Hace unos días, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, ex director y ex directora de la AFI de Cambiemos fueron procesados por espionaje ilegal. Por suerte son macristas, eso los salva de ir en preventiva por el poder residual del que sólo disponen ex funcionarios kirchneristas según la doctrina Irurzun y también nos salva a nosotros de una carta furiosa de Leuco, una indignación de Oliván, un rictus de Cristina Pérez, una imprecación de Jony Viale, un editorial de Novaresio, una investigación de Majul y un eructo de Lanata.
Esta semana supimos que así como la visita imaginaria del juez Casanello a Olivos durante la presidencia de CFK indignó a nuestros medios serios, las visitas probadas del juez Gustavo Hornos, presidente de la Cámara de Casación, a la Casa Rosada durante el gobierno de Macri no generaron indignación alguna. Aunque debemos reconocer que, como lo prueban los cuentos infantiles, los miedos imaginarios suelen ser más escalofriantes que llana realidad. En todo caso, el propio magistrado señaló que “mantiene una relación social con Mauricio Macri desde hace años y que tuvo diálogos con él sobre variados temas judiciales pero no sobre fallos puntuales” (https://www.eldestapeweb.com/politica/lawfare/la-insolita-explicacion-del-juez-hornos-sobre-sus-contactos-con-macri-202121818520), lo que debería despejar cualquier duda.
La confesión del periodista Horacio Verbitsky en su columna de El Destape Radio sobre la vacuna que recibió de forma preferencial gracias a un oportuno llamado a “su amigo” el ministro de Salud Ginés González García, desató una crisis política que impulsó el pedido de renuncia al funcionario y el alejamiento del periodista de la radio por orden de Roberto Navarro.
La furia por la existencia de vacunados preferenciales mientras miles de personas que pertenecen a grupos de riesgo esperan su turno generó criticas desde los medios y la oposición. Así, periodistas que hasta hace unas semanas criticaban la vacuna rusa ahora denunciaron su distribución discrecional. Un cambio encomiable.
El ex ministro devenido ex secretario de Salud Adolfo Rubinstein sostuvo que hubo “falta de gestión” y el senador radical Naidenoff denunció la “incompetencia” de Ginés. Una amnesia súbita, tal vez producto de la pandemia, les hizo olvidar que hace apenas unas semanas desde su espacio político denunciaron penalmente al ministro por intentar “envenenar” a la población al implementar la vacuna en cuestión o que bajo la gestión de Cambiemos se dejaron vencer millones de vacunas.
Ayer asumió como ministra de Salud Carla Vizzotti, hasta ahora secretaria de Acceso a la Salud. Tal vez la única buena noticia de un día olvidable.
Por su lado, el incansable Jorge Fernández Díaz denunció a la actual vicepresidenta por implementar la Sputnik V, una vacuna “inventada” por Vladimir Putin y que nadie analizó, pero que al final, “de manera fortuita”, resultó eficaz. Una prueba irrefutable de los poderes mágicos de la Pitonisa del Calafate.
Por último, el 8 de febrero falleció Úrsula Bahillo, apuñalada por su exnovio policía después de haberlo denunciado 18 veces en dependencias públicas sin que ningún mecanismo estatal de protección funcionara. “Si no vuelvo, rompan todo” le escribió a una amiga. No rompieron todo, al contrario, convocaron a una gran marcha para exigir justicia. Después del femicidio de Úrsula hubo otras víctimas: Florencia Figueroa, Vanesa Carreño, Rosita Patagua, Mirna Palma, Silvia Rojas, Silvina Rojas, Ivana Módica y Miriam Beatriz Farías hasta el viernes pasado, según el conteo del Observatorio Lucía Pérez.
Sus asesinos no vinieron de Ganímedes, 2 de cada 3 femicidas eran parejes o ex parejas de las víctimas y la enorme mayoría de los crímenes ocurren en el hogar. Como lo vienen señalando algunos colectivos feministas, Lalo Mir afirmó “Los varones no somos parte del problema, somos el problema.” Tal vez entenderlo sea el primer paso para intentar solucionarlo.
Imagen: En su laboratorio, Vladimir Putin inventa junto a CFK la vacuna que, de manera fortuita, resultará eficaz (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)