Cuando todavía las tres nuevas ministras están acomodándose en sus cargos, el presidente Alberto Fernández se ve ante el desafío de resolver un nuevo recambio de funcionarios, además en uno de sus cargos clave. El jefe de Gabinete, Juan Manzur, confirmó su intención de dejar el cargo en febrero del año que viene para volver a Tucumán, donde espera integrar la fórmula para la gobernación. En el mismo cambio podría ingresar también el ministro de Vivienda, Jorge Ferraresi, quien -como hizo Juan Zabaleta la semana pasada- tiene en sus planes retornar a Avellaneda para defender los votos en el territorio. Las versiones colocaban en la misma posición al ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, pero en su despacho lo desmentían. En la Casa Rosada imaginaban un recambio en clave "albertista", que sirviera para apuntalar los planes del Presidente para 2023, sean los que sean.
Nadie sabía explicar por qué Manzur decidió transparentar justo después de un turbulento 17 de Octubre su intención de volver a su provincia. La excusa fue el anuncio del gobernador interino Osvaldo Jaldo de desdoblar las elecciones tucumanas y convocarlas para el 14 de mayo, apurando los tiempos de la campaña. Lo cierto es que, como jefe de Gabinete, Manzur tuvo que dejar rápidamente de lado sus deseos de relanzador de la gestión nacional luego de la derrota de las PASO y el protagonismo hiperactivo de los inicios. Desde entonces se mantuvo en segundo plano, un poco en rol de coordinador de la administración y otro poco como un ministro del Interior bis, atendiendo a gobernadores e intendentes. Principalmente, generó un vínculo muy fluido entre los gobernadores del Norte Grande y el Ejecutivo nacional. En la Casa Rosada prevalece un buen concepto sobre el desempeño de Manzur, siempre dispuesto a dar una mano.
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En los últimos días, se habían intensificado los rumores sobre una salida anticipada. La intención del jefe de Gabinete, que no puede ir por un nuevo mandato como gobernador, sería integrar la fórmula como vice de Jaldo. En caso de conseguir un triunfo categórico del PJ en Tucumán, como esperan, tal vez pegar el salto hacia una fórmula nacional del Frente de Todos. Los gobernadores del norte reclaman tener más peso en las decisiones que se toman en Buenos Aires y Manzur se posicionó como un buen representante de sus intereses, los de las provincias más postergadas del país. A diferencia de los renunciantes imprevistos -el caso emblemático de Martín Guzmán-, Manzur tuvo la precaución de situar su salida a largo plazo: febrero de 2023. Pero está claro que seguirá sólo hasta que Fernández le encuentre un reemplazo adecuado.
En el recambio, se especulaba, podría salir también Ferraresi, otro que tiene ganas de volver a su terruño. En verdad, muchas de las últimas actividades ministeriales de Ferraresi tuvieron que ver con su municipio, que nunca descuidó. Por eso también en su oficina decían que no tenían apuro, pero si hay cambios también podía salir, dado que todo lo que estaba por hacerse desde su cargo ya estaba cumplido. Las versiones ponían en la misma lógica a Katopodis, pero en Obras Públicas lo descartaban. Primero, porque decían que el ministro seguía entusiasmado por la gestión desde un cartera clave que le permite recorrer periódicamente el país y la provincia de Buenos Aires, con todavía mucho trabajo por delante en el año de gestión que resta. Segundo, porque mantiene toda la confianza en Fernando Moreira, quien quedó a cargo de la intendencia de San Martín, y militará para que sea confirmado en el cargo el año que viene.
Cambios en el gabinete: quién reemplazaría a Manzur
Las especulaciones estaban a la orden del día en cuanto a los posibles reemplazos. La lógica, explicaban en la Casa Rosada, era que se mantuviera la línea expresada en las tres designaciones de la semana pasada: funcionarios alineados con el Presidente, que trabajen en función a sus aspiraciones para 2023. "Si el Presidente cree que tiene un diez por ciento de chances de ser reelecto, es lógico que trabaje para mantener esa posibilidad", explicaba un funcionario de buen diálogo con Fernández. Si la nafta no le da, también tiene lógica que busque al menos tener incidencia en las decisiones clave que debe tomar el Frente de Todos. Principalmente, por el segundo plano que tomó la vicepresidenta Cristina Kirchner luego del atentado que sufrió, que generó dudas respecto a qué hará.
Quienes asomaban como lógicos reemplazos de Manzur eran el influyente vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, y el canciller Santiago Cafiero, dos de los funcionarios más cercanos al Presidente. Cafiero ocupó el cargo hasta la llegada de Manzur y luego se asentó en la Cancillería, siendo la política exterior uno de los rubros donde mejor le ha ido al Gobierno, que tiene ahora por delante un encuentro de la Celac, un nuevo viaje a Europa y la cumbre del G-20. En caso de que Cafiero volviera a la jefatura de Gabinete, la cancillería quedaría para el embajador en Estados Unidos, Jorge Argüello, también de la confianza presidencial. En cuanto a las chances de Olmos, le juega en contra su proverbial bajo perfil, una característica de su trayectoria política, principalmente en el PJ de la Ciudad. En los hechos, en buena medida ya ocupa el rol de jefe de Gabinete.
Había otros nombres en danza. Por ejemplo, el del titular de la AFI, Agustín Rossi, -en su entorno lo veían poco probable- o el del embajador en Brasil, Daniel Scioli, ambos con gran experiencia de gestión y solvencia para actuar como voceros de las políticas oficiales. La diferencia sería que en estos otros dos casos, por la trayectoria de ambos, probablemente utilizarían la jefatura de Gabinete para apuntalar sus aspiraciones para 2023. Lo mismo correría para el caso de Sergio Massa, en la probabilidad de que el Presidente resolviera darle aún más responsabilidades al ministro de Economía. Eso no negaba de antemano que Fernández los eligiera, pero para eso era necesario saber exactamente dónde pensaba ubicarse respecto a 2023: si se imagina en el rol protagónico, tentando una reelección que hoy asoma muy compleja, o en el papel de elector, imaginando un sucesor en su línea moderada.
"Tiene que apuntalar lo que hizo el 17 de octubre: encabezando actos de gestión y con críticas al macrismo, actuando como factor de unidad del Frente de Todos", sostenía un funcionario de su entorno. Respecto al recambio, decía no ver muchas posibilidades. "Con las últimas designaciones, quedó claro que nadie se muere de ganas de entrar en este gobierno en este momento. Alberto va a tener que elegir entre la gente de mayor confianza y en el caso de que se vaya algún ministro, reemplazarlo con el vice. Ya no hay mucho que inventar", concluía.