El primer encuentro cara a cara entre Alberto Fernández y Jair Bolsonaro deberá esperar. El Presidente le transmitió al canciller Felipe Solá que, debido a la situación epidemiológica, la cumbre por el 30 aniversario del Mercosur que se realizaría en Buenos Aires el 26 de marzo no se haga de forma presencial sino virtual. "Se adopta esta decisión en pos de proteger la salud de los participantes", sostuvo el comunicado oficial de la Cancillería. Si bien es cierto que el rebrote de la pandemia obligaba a una logística muy complicada para llevar adelante el encuentro, también en las últimas horas ocurrieron sucesos -la anulación de las causas contra Lula en Brasil, la detención de la ex presidenta de facto Jeanine Añez en Bolivia- que ayudaron a bajarle el telón a la presencialidad.
El viernes, el Gobierno publicó el decreto que establece nuevas restricciones a los vuelos que vienen desde varios destinos del mundo, entre ellos Brasil. "Seguramente la gente no iba a recibir bien que al mismo tiempo que se le ponen restricciones al pasajero común, las levantemos para que viajen Bolsonaro y su comitiva", explicaba un funcionario de la Cancillería, que aventuraba las repercusiones que podría tener que ocurriera algún contagio. Solá habló en las últimas horas con Fernández y con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quienes le sugirieron la suspensión. El canciller no le dio muchas vueltas al asunto y tomó la decisión, pese a que habían trabajado bastante para convencer a los presidentes de viajar y que la cumbre se hiciera en Buenos Aires.
"Bolsonaro quería hacerla en Iguazú, pero nosotros insistimos para que vinieran a Buenos Aires porque le daba otro marco. Creíamos que era el momento adecuado para consolidar a Alberto como líder regional después de sus viajes a Chile y a México, de las elecciones en Bolivia y en Ecuador, y de que Bolsonaro quedara tan mal parado con la derrota de Donald Trump", evaluaban en Relaciones Exteriores. Habían trabajado para hacer un anuncio respecto al Estatuto de la Ciudadanía regional y que de la cumbre saliera un Mercosur remozado, hasta con nuevo logo. Pero la situación epidemiológica está desmadrada en muchas zonas de Brasil y Paraguay debido a la cepa de Manaos que produce estragos y que el gobierno argentino busca evitar a toda costa que se expanda aquí.
En paralelo, la situación política tampoco ayudó. Con Paraguay persiste un entredicho diplomático por el asesinato de las niñas Villalba, de 11 años, en manos de una fuerza militar que se dedica a perseguir a la guerrilla rural. El Gobierno sigue reclamando que la muerte de las niñas, de ciudadanía argentina, se investigue de manera transparente. Con Brasil reapareció de repente el tema Lula, a partir de la resolución del Tribunal Supremo que volvió a cero la causa judicial por la que estuvo detenido. El ex presidente brasileño contó que el primer saludo que recibió luego de conocida la decisión fue el de Alberto Fernández, a quien le dedicó un largo párrafo de agradecimiento en su discurso de reaparición. Según la información que transmitieron desde la embajada que encabeza Daniel Scioli, en cuestión de días la situación política de Brasil se trastocó por completo. No sólo la población sino también -llamativamente- los medios pasaron a rendirle tributo a Lula ante un Bolsonaro cada vez más desprestigiado. Eso tiene muy nerviosos al presidente brasileño y su entorno, como quedó en evidencia en los desbordes que mostraron sus hijos, una vez más.
El odio inicial que Bolsonaro había manifestado contra Alberto Fernández ya desde las épocas de la campaña electoral tenía que ver, justamente, con que uno de sus primeros pasos haya sido ir a Curtitiba a visitar a Lula en su lugar de detención. Ahora todo aquello vuelve a renacer. Lo mismo con la detención en Bolivia de Jeanine Añez, a quien Bolsonaro había apoyado con entusiasmo luego del golpe, en consonancia con la postura de Estados Unidos y de la OEA de Luis Almagro. Los cancilleres tuvieron el viernes un encuentro virtual organizado por un think tank con sede en Washington que transcurrió por los caminos conocidos. El canciller de Brasil, Ernesto Araújo, utilizó buena parte de su mensaje para hablar de Venezuela, cuestión de congraciarse con sus anfitriones norteamericanos. Por supuesto, también habló mucho de Lula y de los errores del "gobierno anterior", en relación con Dilma Rousseff. El tramo que le quedó fue para ponderar el libre comercio. Es decir, ni una favor.
En cambio, si bien los cancilleres de Paraguay y Uruguay insistieron con la idea de que se les permita hacer acuerdos comerciales por fuera del bloque -algo prohibido- también fueron contemplativos con la situación. En el gobierno argentino resaltaban la frontalidad del canciller uruguayo Francisco Bustillo -amigo personal de Alberto Fernández- quien en un momento comentó que si bien Estados Unidos es la potencia regional, el país que viene mostrando mayor interés por invertir en estos lares es China, incluso en su predisposición para traer vacunas.
En definitiva, las diferencias persisten pero quedarán disimuladas en una cumbre virtual. El único presidente que asistirá de manera presencial el boliviano Lucho Arce, quien pidió viajar igual, interesado como está que se le permita a su país ingresar al Mercosur, objetivo para el que tiene como principal sponsor a Fernández y Solá y cuya traba está en el Senado de Brasil, dominado por la derecha.