José Ubeira y Marcos Aldazábal, abogados de Cristina Fernández de Kirchner, reiteraron su pedido a la jueza María Eugenia Capuchetti para que secuestre los celulares de Ivana Bohdziewicz y Carolina Gómez Mónaco. Se trata de las asesoras de Gerardo Milman que estaban con él cuando, según un testigo que declaró en la causa por el atentado contra la vicepresidenta, dijo: "Cuando la maten yo voy a estar en la costa". Fue 2 días antes del atentado y efectivamente Milman viajó a Pinamar, por lo que se abrió una línea de investigación para saber si el ex número 2 de Patricia Bullrich (que aún no repudió el atentado) sabía con anterioridad del plan para asesinar a CFK.
Ambas asesoras de Milman ya declararon como testigos, es decir, bajo juramento de decir verdad. Enseguida entraron en contradicciones e incluso mintieron: en un primer momento negaron su presencia en la reunión con Milman pese a que hay videos que lo demuestran y tuvieron versiones distintas sobre el viaje de su jefe. Los abogados de CFK presenciaron sus declaraciones y pidieron en ese momento a la jueza que retuviera sus celulares como medida de prueba. La jueza Capuchetti se negó. Ahora, los letrados de CFK presentaron un escrito donde critican duramente esa decisión de la jueza y plantean que tienen “la horrible sensación de que dejar ir a estas dos personas con estos celulares hirió gravemente la posibilidad de dilucidar esta hipótesis”.
Los abogados de CFK presentaron un recurso contra la resolución de Capuchetti del 26 de octubre pasado, en la que rechazó el secuestro de los teléfonos de las testigos Bohdziewicz y Gómez Mónaco. Ambas trabajan con Milman. Bohdziewicz es su secretaria. Gómez Mónaco trabajo con él hace años y fue directora de la Escuela de Inteligencia sobre el Delito de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal del Ministerio de Seguridad cuando estaba al mando de Patricia Bullrich. Las dos estaban con el diputado en el bar Casablanca el 30 de agosto cuando un asesor del diputado Marcos Cleri asegura que escuchó decir a Milman: “Cuando la maten yo estoy camino a la costa”. A los 2 días fue el intento de asesinato de CFK. El propio Milman -que integra la Comisión Bicameral de Inteligencia- ya reconoció que viajó a Pinamar.
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En sus declaraciones testimoniales, donde declaran bajo juramento de decir verdad, las dos asesoras de Milman primero dijeron no haber estado en esa fecha en ese bar, pero cuando les mostraron las imágenes no les quedó más opción que reconocer que sí estuvieron en ese encuentro. También incurrieron en contradicciones respecto a si Milman habló o no de un viaje a Pinamar.
“Este recurso tiene origen en la denegación de la solicitud de esta querella vinculada con el secuestro de los dispositivos celulares de Bohdziewicz y Gómez Mónaco”, explicaron Ubeira y Aldazábal en su escrito. Esa petición fue realizada verbalmente por ambos letrados en un cuarto intermedio durante las audiencias de las testigos. Capuchetti rechazó la medida de prueba porque, dijo, se propuso “sin fundamentación alguna”. Los abogados afirmaron “que de ningún modo fue así”. Y criticaron duramente a la magistrada porque, señalan, al rechazar el pedido puso en riesgo la investigación.
“Se llevó a cabo un extenso cuarto intermedio en el que se explicó por qué se pidieron estas medidas”, señalaron Ubeira y Aldazábal. Y continuaron exponiendo los argumentos por los que solicitaron la medida, que se caen de maduros. “Es inaudito tener que explicar por qué es importante contar con la única prueba que podría haber corroborado un testimonio de extrema gravedad sobre un atentado que podría haber cambiado la historia de nuestro país”, se quejaron.
En otro pasaje de la presentación, los abogados de CFK le dicen a Capuchetti: “Si lo que V.S. (NdR: Vuestra Señoría) esperaba es que las dos testigos admitieran haber escuchado que su jefe dijo ‘cuando la maten yo estoy camino a la costa’, la única forma de dilucidar la verdad de lo sucedido el 1 de septiembre parece que será a través de alguna confesión inesperada”.
También le espetaron a la jueza que “más allá de lo que hicieran las partes, ella misma debería haber ordenado una medida indudablemente necesaria". Y siguen: "Lejos de eso, se limitó a rechazar lo pedido por esta parte, ‘fundándolo’ varias horas después, en una resolución que no cita un solo precedente ni razón válida y se limita a afirmar, de modo genérico, que secuestrar un celular violaría los artículos 18 y 19 CN”.
Con cierta ironía, le manifestaron a la magistrada: “Si nuestras expectativas están depositadas en que dos testigos con declaraciones contradictorias delaten a su jefe, la investigación no llegará muy lejos. Las medidas de prueba (todas) tienen alguna injerencia en derechos o garantías. Sin embargo, existen porque los crímenes no se resuelven solos. Si se prioriza evitar que un cuerpo de expertos lea un celular, por la afectación constitucional que eso generaría, sobre dilucidar un caso de estas características, no nos ayudará ni un milagro. Es hora de buscar la verdad”.
Las contradicciones de las testigos
La línea Milman se abrió el 23 de septiembre pasado cuando un testigo cuyo nombre se reserva se presentó ante Capuchetti y dijo que el 30 de agosto escuchó al diputado Gerardo Milman decirle a dos mujeres “cuando la maten yo estoy camino a la costa”. Ubicó lo sucedido en el bar “Casablanca”, que está ubicado frente al Congreso de la Nación.
A raíz de esto, el 5 de octubre, los abogados de CFK pidieron una serie de medidas de prueba para buscar corroborar la hipótesis que se abría con el nuevo testimonio. “Algunas, como la relativa a saber si Milman había viajado a la costa, inexplicablemente no se produjeron”, criticaron los letrados. No obstante, luego se pudo constatar que el legislador nacional de JxC viajó a Pinamar.
Entre las medidas a las que sí dio curso la jueza derivaron en que la PSA corroborara que tanto Milman como Bohdziewicz y Gómez Mónaco estuvieron el 30 de agosto, a la hora indicada, en Casablanca. Y que también estaba presente el testigo que da cuenta del “hecho nuevo”.
“Recién el 26 de octubre fueron citadas a declarar Bohdziewicz y Gómez Mónaco, tras haber sido identificadas por la PSA”, indicaron los abogados, remarcando así la lentitud del proceso.
En primer lugar, declaró Bohdziewicz. “La jueza, aun en su deber de dirigir la investigación, le hizo una sola pregunta”. Y “cuando la fiscalía le preguntó si había ido a Casablanca el 30 de agosto respondió ‘no, a Casablanca no voy nunca’. Dijo que la última vez que fue había sido en marzo. Dijo, además, que no recordaba haber estado en el lugar el día del atentado. Sí recordó haber ido, una vez, ‘dos minutos’ a organizar un viaje a Pinamar. Llamativamente, la testigo no recordaba haber ido al lugar hace menos de dos meses, pero sí como estaban sentados los tres, ya que también recordó que estaba Gómez Mónaco”.
La primera testigo dijo que recordaba que Milman había hecho el viaje en cuestión y, tras ver las imágenes del 30 de agosto tomadas por la PSA, reconoció que “ese fue el día de la reunión que les comenté”. “Así, este testimonio corroboró tanto la reunión como el viaje que surgía de la frase relatada” por el testigo. Obviamente, en defensa de su jefe, “Bohdziewicz dijo no haber escuchado la frase que habría dicho Milman, ya que solo habría ido a hablar del viaje: ‘Solo habló de un viaje a la costa, concretamente a Pinamar’”. Ese dato adquiere relevancia porque choca con lo dicho por Gómez Monaco.
Justamente, Gómez Mónaco tampoco recordó haber ido a Casablanca el 30 de agosto con Milman: “Si fui, fue mucho antes”, atestiguó. Pero era falso. Cuando les mostraron las imágenes también tuvo que reconocer que estaba junto a Bohdziewicz y Milman en esa fecha en ese bar. Sobre la frase adjudicada a Milman, afirmó: “No, por Dios que jamás escuché esa frase. Tampoco algo parecido”. También dijo: “Jamás hablé de un viaje a Pinamar”, lo que se contradice con los expuesto por Bohdziewicz.
“Es decir, no dijo que no recordaba haber hablado de un viaje a Pinamar, sino que nunca había hablado de un viaje a Pinamar”, remarcaron los abogados de CFK, para quienes estas contradicciones ameritaban el secuestro de sus celulares. ¿Por qué? Porque el testimonio del testigo que abrió la línea Milman “se había confirmado en todo salvo en la frase atribuida a Milman”. Esto provocó el siguiente cuadro: “Por un lado, entonces, tenemos a un testigo que relató algo que se confirmó en su mayoría. Por otro lado, tenemos dos testigos que se contradijeron entre sí claramente (respecto del viaje a Pinamar) y cuya memoria espacial parece ser bastante mejor que la temporal, ya que una recuerda donde estaba una mesa y como estaban sentadas pero sitúan en marzo eventos de agosto”.
“En otras palabras, mientras todo lo que dijeron Bohdziewicz y Gómez Mónaco es distinto de lo que pasó y ambas se contradicen, todo lo que dijo (el testigo) se verificó”, destacaron los abogados.
Los abogados de Cristina critican a Capcuhetti por “darle total veracidad a lo dicho por Bohdziewicz y Gómez Mónaco” y “nula (veracidad) a la declaración” del testigo. “Es que, de lo contrario, evidentemente debería haber secuestrado los celulares para comprobar sus dichos y un eventual vínculo con el atentado”.
En ese punto, los letrados también sostuvieron que “para proceder al secuestro no era de ningún modo necesario pensar que las testigos mintieron”. Consideraron que era lo que correspondía para la pesquisa. “Basta con reparar en que sus testimonios se contradicen” y “para resolver esta contracción V.S. tenía dos opciones: o encomendarse a su intuición o producir pruebas”.
“Dado que se investiga el atentado de inusitada gravedad y que, probablemente, el secuestro de los celulares fuera la única forma de probar o descartar esta línea de investigación, esta hubiera sido la mejor opción”, señalaron Ubeira y Aldazábal. Y le dicen a Capuchetti que “debería haber secuestrado el celular. Incluso si Bohdziewicz y Gómez Mónaco simplemente tuviesen mala memoria, la envergadura de la causa y el hecho de que la prueba fuera fundamental la hacían irremplazable”. Y enfatizaron: “Además, el derecho permitía y prácticamente obligaba al secuestro de los celulares”.
Por todo lo expuesto, los abogados advirtieron que el recurso lo presentan “con la horrible sensación de que dejar ir a estas dos personas con estos celulares hirió gravemente la posibilidad de dilucidar esta hipótesis. Una vez que Bohdziewicz y Gómez Mónaco se fueron del juzgado, es casi obvio que le comunicaron a su jefe lo sucedido y que, si había alguna prueba, se estarán encargando de que deje de existir”.
Para respaldar su decisión, la jueza sostuvo que el secuestro de los celulares de las asesoras de Milman violaría el límite constitucional previsto en los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional, “en lo relativo al carácter inviolable de la correspondencia y las comunicaciones”. “Cuál considera qué es ese límite es una incógnita, ya que no lo dice ni cita ningún fallo o norma del que se desprenda”, cuestionaron Ubeira y Aldazábal.
Por el contrario, indicaron que “la medida cumple, entonces, con su diáfana necesidad para lograr un objetivo legítimo, y es completamente proporcional con el objetivo buscado: dilucidar qué pasó en el atentado contra la Vicepresidenta de la Nación”.
“A esta altura, debemos subrayar que, aunque entendemos fundamental que la prueba se hubiera producido en el momento, la medida sigue siendo esencial”, agregaron. Esto es así “porque aún es, posiblemente, la mejor forma de estudiar esta línea investigativa”. “Se perdió una oportunidad clave, pero, tal vez, aún no sea tarde”, expresaron.
A la par que se acercó este escrito al despacho de Capuchetti, Milman avanza con su contraataque. Presentó una denuncia en Comodoro Py por falso testimonio en su contra, que quedó radicada en el juzgado 11, el que estaba comandado por Claudio Bonadío y hoy subroga otro juez del lawfare, Julián Ercolini.