"Los argentinos y las argentinas tienen el derecho de saber cómo ocurrieron los hechos y quiénes fueron los responsables de tanto desatino", fue la frase del presidente Alberto Fernández que generó la estampida a los gritos de los legisladores macristas hacia la salida del recinto, en el momento de mayor tensión del mensaje de apertura de sesiones ordinarias. La necesidad de dejar en claro ante la opinión pública la responsabilidad de Mauricio Macri en el fabuloso endeudamiento externo que comprometerá la economía de la próxima década venía siendo un reclamo del kirchnerismo, que el presidente atendió en su mensaje con un repaso que concluyó con la estocada sobre la causa judicial que promueve el Estado. La sobreactuación de la oposición macrista-ucraniana sirvió para disimular la ausencia de Máximo Kirchner, que no quiso someterse a la radiografía mediática de sus gestos y aplausos y se quedó en Santa Cruz. Un anticipo del clima en el que se tratará el acuerdo en el Congreso, que reconfigurará a ambas coaliciones de cara a 2023.
"Estuvo bien Alberto porque hasta ahora era una batalla que venían ganando ellos. No puede ser que estemos resolviendo el endeudamiento que nos dejaron y encima paguemos todo el costo", replicaban cerca de Máximo. No fue el único ausente. Tampoco estuvieron el senador Oscar Parrilli y el ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, que justo armó una visita a España. Cerca del presidente y del titular de la Cámara baja, Sergio Massa, comentaron luego que Cristina Kirchner -que no supo de antemano el contenido del discurso- quedó muy conforme, en especial porque el otro objetivo del mensaje fue la Corte Suprema y su lubricada relación con el poder económico. En Gobierno creían que las ausencias habían quedado desenfocadas.
Sonrisa y aval
Un funcionario cercano comentaba que los mejores discursos de Fernández son los que tiene oportunidad de trabajarlos en soledad, que en este caso se dio por el fin de semana largo. El relato sobre las características del acuerdo que se está cerrando con el FMI -sin reforma previsional, ni laboral, ni tarifazos, con expansión de obra pública y gasto social-, al que le siguió el racconto de cómo se había llegado a esta situación sonó ajustado. "Nadie consultó al Congreso Nacional para tomar esta enorme deuda", remarcó el presidente. El repaso generó la reacción opositora in crescendo y una sonrisa de costado de Cristina. "La conozco bien y con esa sonrisa avaló todo", comentaba un diputado oficialista.
Cerca del presidente esperaban que el discurso generara un efecto positivo dentro del Frente y la vicepresidenta ordenara el trámite parlamentario del acuerdo. Massa aseguraba contar con 88 votos seguros en el oficialismo y un total de 148 en la Cámara. Las incógnitas venían por el lado del Senado, donde las abstenciones no se contabilizan para alcanzar el quórum. En el grupo de senadores que se mantienen expectantes insistían en que necesitaban ver el acuerdo, que se viene demorando. "En cuanto a la letra de lo negociado propiamente dicha, el discurso no aportó ninguna novedad. Dijo más o menos lo mismo que ya se sabía y todavía no está claro cuánto van a aumentar las tarifas, por ejemplo", comentaban en el despacho de un senador cristinista.
Consenso y coso
Más allá del poroteo de votos, también hay una necesidad de que el disenso en el oficialismo se dé sin estridencias ni frases que hieran la continuidad del Frente. Para eso está claro que el tono confrontativo del segundo tramo del discurso presidencial serviría para amalgamar las opiniones. "Está todo bien con el eslogan 'Argentina Unida', pero no funcionó. Cuando bajás la guardia del otro lado te matan a trompadas, no hay que ser ingenuos", comentaban en el kirchnerismo. La reciente derrota electoral, las encuestas en las que cerca del 40% responsabiliza a la actual gestión por el endeudamiento, más una oposición envalentonada que quiere cogobernar, conforman un escenario indigerible para un sector del Frente de Todos que sostiene que se debe armar un relato que desbarate esa construcción para llegar con chances a 2023.
El problema es que acentuar la polarización podría complicar el tratamiento del acuerdo en el Congreso, como se vio en la discusión del presupuesto. En la Casa Rosada destacaban que un sector importante de Juntos por el Cambio -la UCR y la CC- permaneció en sus bancas, además de las diferencias que luego se conocieron entre los propios macristas. "Se la pasan hablando del diálogo y de las defensa de las instituciones y cuando les dicen algo que no quieren oír se levantan y se van. Alberto no hizo más que describir lo que sucedió, no dijo ni una palabra que no fuera cierta", comentaba uno de los funcionarios que trabajó en el mensaje. La percepción era que la oposición había quedado muy mal con esa decisión que, además, había sido anticipada desde los medios afines. No sólo sobreactuado sino ensayado.
"Para mí este mensaje va a servir para cambiar el clima interno", sostenía un diputado que se califica como "frentetodista". "Voy a volver a llamar a todos los diputados y senadores que tienen dudas para convencerlos de acompañar el acuerdo. No puede ser que mostremos estas diferencias", comentaba, optimista. Los próximos días pueden ser decisivos para conocer el futuro del Frente de Todos.