Que la persecución no saque de foco a la política

Cristina Fernández de Kirchner reacciona ante el armado judicial y político para proscribirla, pero corre el riesgo de equivocar el mensaje.

10 de agosto, 2022 | 08.13

Siguiendo con la temática futbolística, se puede decir, sin riesgo a equivocarse, que el fin de semana Cristina Fernández de Kirchner metió un gol cuando se publicaron las fotos que demuestran el vínculo social y deportivo entre el fiscal que alega contra ella en el juicio oral por la causa Vialidad, Diego Luciani, el juez que preside el Tribunal quien deberá fallar en ese juicio, Rodrigo Giménez Uriburu, el camarista que puede tener la última palabra en el caso, Mariano Llorens, y el impulsor de la persecución contra la expresidenta y anfitrión, Mauricio Macri.

La revelación la hizo el periodista Tuny Kollman el domingo y fue rápidamente replicada por CFK en las redes sociales. La contundencia de los documentos, que dejan en un lugar ciertamente incómodo a sus acusadores, llevó el tema incluso a los medios opositores que suelen hacer la vista gorda ante esta clase de novedades que no se adapta al guion sobre el que trabajan. Las justificaciones, bastante flojas de papeles, no alcanzaron a despejar las dudas y obligaron a los que intentaron tirarse encima de la granada a realizar algunas contorsiones dialécticas llamativas.

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Uno de los argumentos que duró pocas horas fue que la participación en el evento deportivo organizado por Macri en su propia quinta no implicaba una relación entre los jugadores y el exmandatario. No sólo aparecieron fotos donde posaba con jugadores del Liverpool, el equipo de Luciani, Gimenez Uriburu y Llorens (que no aparecen en el recorte que se conoció de esa foto en particular); también se reflotó un viejo video en el que el anfitrión les propinaba un gol de tiro libre. El video se había hecho famoso porque el propio Macri se lo mostró, en 2017, en una visita de Estado, a su par chino Xi Jinping.

Esto fue recogido por un segundo hilo de tuits de la vice, donde vuelve a apuntar con ironía sobre los protagonistas del escándalo. Pero a diferencia del posteo anterior, que complementó una revelación periodística y obligó a todo el mapa político a adoptar el tema en su agenda, y puso a la defensiva a los funcionarios implicados, en esta ocasión el mensaje parecía dirigido únicamente al sector del oficialismo que la apoya y que ya conocía la mayoría de los detalles, de manera tal que terminó teniendo el efecto contrario al que había conseguido 48 horas antes.

Más allá de la persecución política, que a esta altura del partido acumula evidencias a un ritmo inversamente proporcional que las causas que la ponen en el banquillo de los acusados, en el marco de una disputa eminentemente política y de cara a la opinión pública, CFK incurre, con mensajes de este tipo, en un error que le genera consecuencias adversas en tres sentidos simultáneamente:

  • En primer lugar, al adoptar un lenguaje sarcástico, dirigido a insuflar el ánimo de los propios antes que a convencer a alguien que pueda haber comenzado a dudar después de ver las fotos del fin de semana, faccionaliza un problema estructural de la democracia argentina, que debería preocupar a todos los dirigentes políticos (y ciudadanos) que no estén consustanciados en la persecución.
  • Haciendo foco sólo en un episodio puntual la vice pierde la oportunidad de hacer foco en el verdadero problema sistémico que significa esta clase de vínculos sociales entre dirigentes políticos de primera línea, grandes empresarios (protagonistas de la mayoría de esos encuentros) y los fiscales y jueces del fuero federal, encargados de investigar y juzgar sus acciones. El nuevo Jockey Club.
  • Por último, aunque no por eso menos importante: a partir de la salida de Martín Guzmán, CFK dejó de hablar de economía, como lo venía haciendo en sus apariciones anteriores, para enfocarse en una agenda que a la mayoría de la sociedad le queda muy lejos aunque sus efectos derramen en la vida cotidiana. Eso termina por aislarla, dejándola más vulnerable a la persecución.

Es posible que el silencio de Fernández de Kirchner responda a un compromiso con Sergio Massa para facilitar las primeras semanas de su gestión, pero esa idea no alcanza a llenar el vacío que deja. Aunque a sus adversarios internos no les guste, aunque ella misma no se sienta cómoda con la idea, es evidente que la gravitación de su liderazgo no permite que otro la reemplace ni siquiera cuando da un paso al costado para promover ese recambio. Lo hizo en  2019 y vuelve a intentarlo ahora, pero no parece imaginable un Frente de Todos robusto y competitivo sin su conducción natural. Pronto lo sabremos.

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Nicolás Lantos

Nací en 1983 y viví casi toda mi vida en la ciudad de Buenos Aires, donde nunca voté a un candidato ganador. Trabajo como periodista desde 2005 en diarios, revistas, publicaciones digitales, radio y tevé, aunque más de una vez estuve a punto de dejar todo y ponerme a atender un bar. Especializado en análisis político nacional e internacional, cubrí desde la primera línea tres campañas presidenciales en Argentina (2011, 2015, 2019) y una en los Estados Unidos (2016). Antes de sumarme a El Destape y a lo largo de quince años de carrera colaboré en medios y plataformas locales e internacionales, entre los que se destacan Página 12, Radio Nacional, América TV, revista Los Inrockuptibles, Rock & Pop, Radio América, Posta, Yahoo Argentina, Vice News (España) y La Diaria (Uruguay).

Highlights:
1) Hice que Reutemann “se recontrameta en el culo” su candidatura presidencial en 2009,
2) predije el triunfo de Trump,
3) una vez Chávez me dijo que me parecía al Che.

Mi apellido se pronuncia como se lee. Soy hincha de Boca. Toco en una banda que se llama Krupoviesa.