El jueves pasado, poco antes de que comenzara la Asamblea General de las Naciones Unidas donde se votó la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos que preside Argentina, el presidente Alberto Fernández recibió un llamado fuera de agenda de parte del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. La Cancillería ya tenía resuelto su posición por la suspensión y la creación de una comisión investigadora de los crímenes ocurridos en la ciudad ucraniana de Bucha, pero Trudeau -actuando como vocero del presidente de Estados Unidos, Joe Biden- le planteó la posibilidad de una sanción más dura, la expulsión, medida que también buscan hacer extensiva al G20. Fernández entonces respondió que no: Argentina votaría únicamente una suspensión en el Consejo de Derechos Humanos, lo mismo que rechazaba también la expulsión del G20. La conversación derivó entonces hacia otras cuestiones.
Argentina venía discutiendo qué posición tomar en la ONU con sus aliados en la región: el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el de Bolivia, Luis Arce, y el de Chile, Gabriel Boric, con quien Fernández tuvo la posibilidad de conversarlo personalmente en su visita a Buenos Aires. Por su lugar al frente del Consejo de Derechos Humanos -cargo que ocupa en 2022 por primera vez en la historia-, Argentina recibió una cantidad extra de sugerencias de parte del Departamento de Estado para que tomara una postura activa en la condena a Rusia, tanto en la ONU como en el G20. Ese fue el motivo original del almuerzo que el Presidente mantuvo el lunes en la Casa Rosada con el canciller Santiago Cafiero y el embajador en Washington, Jorge Argüello, donde se resolvió votar sólo la suspensión.
El miércoles, Trudeau buscó contactar en más de una oportunidad a Fernández, que no pudo atenderlo por motivos de agenda. El llamado finalmente se organizó para el jueves a las 10. El Presidente lo atendió en su despacho junto al ministro de Economía, Martín Guzmán, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. Cafiero había ido al aeropuerto a recibir al presidente Arce. En el diálogo, el primer ministro canadiense buscó embarcarlo en una tratativa de último momento -le comentó que Estados Unidos y países de Europa compartían su posición- para votar por la expulsión de Rusia en el Consejo. Además, también buscó convecerlo de hacer extensiva la medida al G20, que se reunirá en noviembre en Indonesia. Trudeau viene haciendo campaña por un bloqueo internacional al presidente ruso, Vladimir Putin, y lleva adelante una iniciativa “Stand Up for Ukraine” junto a la titular de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, para recaudar fondos para los refugiados ucranianos.
Pero Fernández le explicó que Argentina ya tenía resuelto su voto por la suspensión y la formación de una comisión que investigue la masacre de Bucha, por la que Ucrania y Rusia se acusan mutuamente. Fue lo que se resolvió en la Asamblea General reunida en Nueva York, con los necesarios dos tercios de los votos. En cuanto al G20, le explicó que la postura Argentina era contraria a la expulsión. De todas maneras, para esa medida todavía faltan varios meses y Argentina discutirá su posición junto a México y Brasil, los otros dos países latinoamericanos que integran el organismo que reúne a las economías más importantes del mundo.
Fernández invitó a Trudeau a trabajar conjuntamente en iniciativas que eleven los estándares internacionales de protección y contribuyan al desarrollo progresivo del derecho internacional en materia de derechos humanos. Acordaron seguir conversando en junio, cuando coincidirán en la Cumbre de las Américas que se celebrará en Los Ángeles.