El presidente Alberto Fernández volvió de su gira europea relámpago con la presunción de que la guerra en Ucrania se extenderá mucho tiempo más, según la visión pesimista que recogió en sus encuentros con los jefes de gobierno de España y Alemania. Esto prolongaría también dos importantes consecuencias para el país: las posibilidades de exportaciones que se abren para el rubro alimentos y energía pero, la otra, también la amenaza de un alto índice de inflación por mucho tiempo más que podría barrer con toda chance electoral, más allá de que el Presidente quiera hablar de reelección o no. "El Ministerio de Economía plantea que no, que esto va a ir a una baja paulatina, mientras tanto hay que trabajar en la recomposición de salarios e ingresos de las familias", respondió el canciller Santiago Cafiero al interrogante.
El sentido de la gira presidencial, armada en poco tiempo, se fue desarrollando junto a las reuniones. Fernández terminó explicando que lo motivó a viajar principalmente su carácter de presidente pro témpore de la Celac y la amenaza que el conflicto bélico genera en la seguridad alimentaria de países pobres de América Latina. Quería plantear esta situación a los mandatarios de Europa para que busquen alguna manera de apurar una tregua y no se resignen a que la situación empeore. Pero de boca de Pedro Sánchez, del rey Felipe y de Olaf Scholz escuchó oscuros augurios, incluyendo la posibilidad de la utilización de armas nucleares por parte de un Vladimir Putin acorralado.
La figura del presidente ruso está demonizada en Europa. Fernández debió responder en las entrevistas a medios de los tres países preguntas de porqué se había reunido con Putin 20 días antes de la invasión a Ucrania y el motivo de sus frases en aquel encuentro. Dio la sensación de que si Argentina no hubiera votado a favor de la suspensión de Rusia en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas esta gira hubiera sido mucho más complicada de organizar. Los tres mandatarios se encargaron de destacar esa decisión argentina, diferente a la que adoptaron, por ejemplo, Máxico y Brasil. "Cuando visité a Putin no había ninguna guerra", aclaró lo obvio Fernández, quien además recordó la importante ayuda que había recibido de parte del gobierno ruso con la rápida provisión de la vacuna Sputnik cuando no se podía acceder a ninguna otra en el mercado.
Percibió la atención de los mandatarios europeos respecto a las posibilidades argentinas de ocupar el agujero de materias primas que genera la guera: la provisión de granos de Ucrania y de gas de Rusia. Las nuevas variantes de soja resistentes a la sequía -ya fue aprobada por China- podría ser parte de una solución para Africa y Medio Oriente pero la mayor expectativa está puesta en el potencial de Vaca Muerta. Con Sánchez avanzó en la posibilidad de un nuevo gasoducto -paralelo al Néstor Kirchner, que se construirá para el consumo interno- destinado con exclusividad para la exportación a la Unión Europea, para lo que se requeriría financiamiento. Para los europeos sería un gas más caro que el ruso pero más barato que el estadounidense.
Con Macron mencionó el hallazgo en Chubut y Santa Cruz del yacimiento no convencional de la Cuenca San Jorge -que podría convertirse en un segundo Vaca Muerta- pero que necesita de inversiones para su exploración. Sumado al litio, este conjunto abren la puerta a una volumen de exportaciones que podría alejar al país del fantasma de la escasez de divisas, el punto que el Gobierno tiene identificado como el origen de todos los problemas del funcionamiento de la economía argentina.
Esa situación ideal podría producirse, según el Presidente, en tres o cuatro años. Hasta tanto hay un largo trecho, con las elecciones presidenciales en el medio. Y si el conflicto bélico se prolonga, lo más probable es que también se extiendan los altos precios de las commodities, impactando de lleno en la inflación. Sea que el Presidente esté en Buenos Aires o en París, el índice volvió a sorprenderlo resultando algunas décimas por encima de lo esperado. Fernández -ayer lo repitió Cafiero en diálogo con El Destape Radio- sigue apostando a la "baja paulatina" que augura el reconfirmado el ministro de Economía, Martín Guzmán. Una especie de cronoterapia macroeconómica. "Se va a tratar de ir a una baja, mientras tanto hay que trabajar en la recomposición de salarios e ingresos de las familias. Para eso se abren las paritarias, se adelanta el incremento del salario mínimo, se sube el piso del mínimo no imponible de Ganancias", detalló Cafiero. Curiosamente, en los dos últimos casos no fueron iniciativas del Ejecutivo sino de Máximo Kirchner y de Sergio Massa, respectivamente.
La inflación, todo lo indica, marcará a fuego el destino del Gobierno. Prudentemente, luego de hacer una nueva mención a su reelección en España, el Presidente afinó la puntería en su rueda de prensa en Francia. "Mi cabeza no está puesta en eso, mi cabeza está puesta en resolver los problemas de los argentinos, en acotar los daños que el conflicto internacional genera en Argentina", respondió allí, una formulación de la que no debería salir. Está claro, que más allá de lo que diga o no diga, su suerte estará atada a cómo resuelva la suba de precios y la consecuente pérdida de poder adquisitivo de los salarios. La referencia que hizo durante el viaje acerca de que los principales formadores de precios "tienen que entender que tienen que ceder algo de lo que ganaron", no se ve como una estrategia exitosa para conseguir una mejor distribución del ingreso. Si la inflación no cede, el Gobierno deberá mostrar otro carácter, algo que hasta ahora aparece como su principal falencia.