"Si comparamos dónde estábamos parados después de las PASO y cómo terminamos el año -con otra plaza llena, una economía creciendo al 10% y el acuerdo con el FMI encaminado-, sin duda conseguimos una recuperación muy fuerte", evaluaban cerca del presidente Alberto Fernández el estado de situación luego del acto por el Día de la Democracia, con el que quedaron contentos. El ida y vuelta sobre el escenario entre Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner terminó con la coincidencia de que, antes que nada, la renegociación con el Fondo no implicará un ajuste, y así el Gobierno pudo ofrecer una imagen de unidad.
"Tranquila Cristina, no vamos a negociar nada que signifique poner en compromiso el crecimiento, el desarrollo social en la Argentina", fue la frase de Fernández para cerrar cualquier amague de debate. A esta altura, el Presidente ya espera esa interpelación en el mensaje que lo antecede en los actos. Y si bien no es algo que le agrade, entiende que debe replicar para no dar la sensación de que tienen posiciones diferentes. Fernández asegura, aseguraban funcionarios de su confianza, que cuando dialoga a solas con Cristina están por lo general de acuerdo, pero que luego a la vice opta por plantear como demanda pública cuestiones en las que, en el fondo, coinciden. "No tenemos diferencia de modelos, tenemos diferencia de modales. Buscamos lo mismo, pero sin hacerlo a las patadas sino dialogando", argumentaban cerca del Presidente.
En esa línea, a Fernández de movida le resultó muy interesante la idea de la vice en su discurso de convocar a un gran acuerdo nacional, que denominó con la sigla GANA. Luego, cuando ella lo enfocó en torno al bimonetarismo, lo imaginó poco viable. "Difícil darle una solución política", consideró. Pero, lo importante, las presuntas diferencias que no son tales y quedaron saldadas. A Cristina se la vio muy feliz desde que salió al escenario, saludando y bailando de un lado para el otro. El Presidente comentó que luego de que cerrara su mensaje comparando su persecución judicial con la que sufrió Lula y reiterando que no dudaba de su inocencia y honestidad, Cristina lo saludó con un abrazo como hacía tiempo no se daban.
Marchas y contramarchas
"La verdad que no fue fácil", admitían en Gobierno sobre la organización del acto Democracia para Siempre. Fernández entendía que debía hacer una actividad que recordara aquellas que caracterizaron al kirchnerismo para esas fechas, pero quería evitar una nueva puja interna. Porque había quedado como que el encuentro por el Día de la Militancia lo organizó la CGT en su apoyo y no deseaba que apareciera como que éste era un acto de La Cámpora en respaldo a Cristina. "Teníamos que evitar entrar en una competencia de ese tipo que no conducen a nada", argumentaban.
Allí fue que se le ocurrió a Alberto lo de convocar a Lula, que terminó dándole un carácter muy diferente al acto, saliendo por arriba del dilema de si una plaza era de tal y la otra de cual. En la Casa Rosada dijeron haber quedado muy conformes porque a la importante movilización de militantes de La Cámpora que encabezó Máximo Kirchner, también se le sumaron algunos sindicatos como Camioneros, intendentes del PJ Bonaerense, movimientos sociales como el Evita y "mucha gente suelta". "Lula estuvo genial, fue muy generoso conmigo", evaluó Fernández.
La cumbre de Biden
También hubo cierta tensión por la participación de Fernández en la Cumbre por la Democracia organizada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Antes de aceptar, el Presidente intervino para que se incluyera a Bolivia en la lista de participantes. "Evo Morales no para de acusarnos de las peores cosas y nosotros no le hicimos nada, nos confunde con Donald Trump", fue la respuesta que recibieron desde el Departamento de Estado. Fernández advirtió que, entonces, de participar expondría sobre el caso boliviano y el golpe perpetrado contra Evo. "No hay problema, diga lo que considere conveniente", le dijeron. El Presidente aceptó la invitación generando críticas desde sectores del kirchnerismo.
Pero luego, efectivamente, utilizó buena parte de su intervención a hablar de lo ocurrido a fines de 2019 en Bolivia, que contó con la vergonzosa venia de la OEA apañada por Washington. El propio Evo Morales fue el primero en agradecerle a través de las redes. "Los que nos criticaban tanto se tuvieron que callar", comentaban luego en la Casa Rosada. Además, se sabe, mantener una relación correcta con la Casa Blanca es indispensable para que las negociaciones con el FMI lleguen a buen término.
Lo que viene
El lunes, el ministro de Economía, Martín Guzmán, concurrirá al Congreso para iniciar su defensa del Presupuesto 2022. En paralelo, se hablaba de avances conseguidos por la misión técnica de funcionarios de Economía y del Banco Central que se reunieron con el staff del FMI durante toda la semana en Washington. En base a esto, volvía a tomar cuerpo la posibilidad de un acuerdo antes de fin de año, antes del receso por las Fiestas. ¿Habrá tiempo?
Se llegue ahora o haya que esperar unos días más, en Gobierno igual elaboraban un balance positivo. "Sufrimos una derrota fea en las PASO y las remontamos. Terminamos recuperándonos y con dos actos con fuerte apoyo popular. Y, más allá de las tensiones, pese a la derrota conservamos la unidad mucho mejor que el macrismo, que ganaron y se están matando. Si ninguno de los nuestros embarra el paso de Guzmán por el Congreso y en unos días conseguimos el acuerdo con el FMI, podríamos decir que en pocos meses cambiamos totalmente el panorama", analizaban.