La fecha en el calendario del presidente Alberto Fernández es el 25 de mayo. Ese día tiene planeado relanzar su Gobierno, en un acto donde anunciaría cambios en el Gabinete y medidas de alto impacto. Hasta entonces faltan siglos, en tiempos de la vertiginosa política argentina, sin embargo Alberto Fernández confía en poder recorrer sin sobresaltos las tres semanas que tiene por delante, apelando a la táctica del equilibrista: un paso atrás del otro sin mirar el abismo que se abre debajo de sus pies. No le sobra tiempo; otros tienen más prisa que él. A medida que el tiempo pasa y no muestra reacción, se le multiplican los obstáculos y se le abren nuevos frentes.
Las claves para entender los desafíos que necesita afrontar Alberto Fernández más temprano que tarde:
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El desgaste permanente
El kirchnerismo está decidido a intervenir en las decisiones de la política económica y decidió someter a una erosión continua a Martín Guzmán, cuya renuncia simboliza, a esta altura, el triunfo en la pulseada de poder en la que se embarcaron el presidente y la vice. El reemplazo del ministro no está entre los planes que alberga Fernández para la fecha patria y en el Instituto Patria eso lo saben, por lo que resulta difícil avizorar una tregua hasta entonces. A medida que las pedradas retóricas se hicieron más intensas, más férreo se volvió el apoyo que le brinda el presidente, que sigue jurando, ante todos sus interlocutores, que espera que la sociedad dure hasta el último día de su gobierno.
Este viernes Cristina Fernández de Kirchner hablará en Resistencia, cuando reciba un doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Nacional del Chaco Austral. El título de la ponencia se dio a conocer a fines de la semana pasada: “Estado, Poder y Sociedad: la insatisfacción democrática”. Será inevitable leer, en el discurso que dará ese día, un mensaje sobre la coyuntura. En el gobierno temen que vaya un paso más allá y ejecute un golpe de efecto, una herramienta que suele estar en su paleta de recursos. Creen que cada ataque del kirchnerismo agrega presión a la economía y que, descontando la tendencia internacional, el mayor factor inflacionario hoy es la inestabilidad política.
El territorio sublevado
El adelantamiento de elecciones en Tucumán fue un mensaje de los gobernadores al presidente. Fernández había prometido una reacción para desactivar un encuentro en el Consejo Federal de Inversiones hace dos semanas, del que saldría un documento de apoyo crítico al gobierno nacional. El encuentro no se hizo, el documento no se firmó pero la reacción tampoco llegó. Si no toma la iniciativa, los desdoblamientos seguirán llegando de a uno en uno, como prendas en la paritaria política, que empiojan su futuro electoral. No habrá un quiebre: las provincias siguen necesitando de los recursos del Estado central y éste del apoyo de aquellas en su batalla legal y política con la Ciudad de Buenos Aires.
Desdoblar las elecciones trae algunos percances pero tiene incontables ventajas. Entre ellas, no solamente evitar el lastre de llevar la boleta de un gobierno impopular o un margen mayor de libertad de acción para su armado local. También la posibilidad de que un buen resultado en una elección provincial, en los primeros meses del año, catapulte a alguno de ellos a una campaña nacional si ninguno de los otros postulantes despegó hasta ese momento. Los gobernadores, que fueron el primer aliado que tuvo Fernández cuando CFK lo ungió candidato, ya no esperan nada del mandatario y comienzan a actuar como si su liderazgo tuviera los días contados.
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Problemas grandes en el pago chico
La tendencia del mandatario a postergar la toma de algunas decisiones críticas le genera ruidos incluso en su círculo más cercano, la guardia pretoriana que solía defender al gobierno a capa y espada y últimamente brilla por su ausencia en los medios. Algunos importantes funcionarios, cercanos al presidente desde hace muchos años, ya avisaron en sus municipios y en sus provincias que están planeando anticipar el regreso al pago para poder ocuparse de su futuro después de 2023. Consideran que Fernández no está haciendo todo lo que debe hacer para retener el poder en las próximas elecciones entonces no puede recriminarles que cada uno de ellos se ocupe de su propio destino.
Las organizaciones sociales que funcionaron todos estos años como un sucedáneo de la popularidad genuina para el presidente también están comenzando a mostrar los dientes. La cúpula de la UTEP contaba con que el acto del 1º de mayo serviría para celebrar la creación de una suerte de Ministerio de la Economía Popular, que encabezaría Emilio Pérsico, aunque Fernández dio marcha atrás con esa idea. “No mientan más en nombre del peronismo”, le enrostró Gildo Onorato, del Movimiento Evita. No queda claro cuánto hilo queda en el carretel de este sector, que representa a los que más sufren las urgencias que el gobierno no encuentra cómo resolver.
La oposición corrida a la derecha
La irrupción de Javier Milei y el regreso de Mauricio Macri a los primeros planos, ambos ya lanzados de lleno a una campaña electoral que probablemente los encuentre juntos, agrega una cuota de presión extra. Con todas las facciones de la oposición jugando a no perder votos por derecha y los medios de comunicación manijeando ese sobregire, la posibilidad de acuerdos que destraben un Congreso parejísimo y faciliten la gobernabilidad tiende a cero. Por supuesto, es una oportunidad política de oro para recuperar el centro donde se dirime la mayoría de las elecciones en este país, pero eso requeriría aptitudes y una osadía que este gobierno no ha demostrado todavía.
El conflicto político con la Corte Suprema sigue abierto y es una amenaza constante a la gobernabilidad que puede activarse en el momento más inoportuno de cara a las elecciones para asegurar la derrota del peronismo. El Fondo Monetario Internacional, garante de la estabilidad económica, también tiene un botón que puede hacer volar todo por los aires y un largo historial de haber utilizado sus facultades financieras para influir en el resultado de una elección. Incluso si ordena los varios frentes de batalla internos, un escenario que por ahora parece lejano, la realidad le ofrece pruebas sumamente difíciles. Sin un mínimo nivel de consenso con sus socios, se volverán literalmente imposibles.