El presidente Alberto Fernández le responde lo mismo a todos los que se contactan para preguntarle cómo está: que el susto que se pegó por su descompostura en Bali fue grande pero que los últimos estudios le dieron bien y que ya mantiene una actividad normal, sólo que sin esfuerzos y acotada a una cantidad de horas. Fue lo que le dijo también a los intendentes de Ituzaingó, Alberto Descalzo, de Berazategui, Juan José Mussi, y al diputado y ex intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, quienes lo visitaron este miércoles en la Casa Rosada. La particularidad que tienen los tres es que pertenecen al peronismo tradicional -ni kircheristas ni albertistas- y que podrían jugar un rol mediador en la interna del Frente de Todos. Repasaron la situación de los municipios y pusieron foco en la seguridad.
Fueron varios los dirigentes del justicialismo que llamaron o le enviaron mensajes a Alberto en estos días para preguntarle sobre su estado de salud. También quienes hablaron con funcionarios que integraron la comitiva para saber a ciencia cierta qué fue lo que sucedió. "Se desmayó tres veces ese día", informó uno de ellos respecto al complicado martes pasado en la isla de Bali, sede de la Cumbre del G-20. Lo cierto es que -en este caso hay que pensar que sí- lo peor ya pasó porque los estudios mostraron que la lesión gástrica no estaba activa, aunque el Presidente debe extremar las precauciones para que no reaparezca. Es fundamental que mantenga una actividad controlada. Por eso suspendió su vuelo al encuentro de gobernadores del Norte Grande, en Corrientes, aunque en la Rosada aseguraban que nunca lo tuvieron confirmado en su agenda.
Descalzo, Mussi y Pereyra lo llamaron para verlo y el Alberto los invitó para el miércoles a la tarde. Dos semanas atrás, luego de aquel congreso del PJ Bonaerense en el que Máximo Kirchner lo había acusado de estar detrás de una aventura personal, el Presidente había recibido una delegación de jefes comunales entre los que también estaba, por ejemplo, Descalzo. Hubo tópicos que se repitieron entre aquella reunión y esta de ayer. Por ejemplo, resaltar la gestión en los municipios, donde se están haciendo muchas obras. "Le contamos que tenemos mucha inversión en los distritos", contó el intendente de Ituzaingó. Una manera de levantarle el ánimo y destacar que no todo anda mal. Aunque coincidían que la inflación lo tapaba todo, pero que por debajo de eso había muchos índices positivos que se podían resaltar.
En el repaso, obviamente, también plantearon las preocupaciones que se extienden por el territorio bonaerense. Por ejemplo, la necesidad de dar algunos alivios de fin de año para asegurar un clima de paz en las Fiestas. La mejora en la tarjeta Alimentar, la suba del salario mínimo -que repercute en los planes sociales-, los refuerzos para las jubilaciones mínimas y el bono que se espera para los sueldos más bajos contribuirán a ese objetivo. Además, prometieron colaboración para el seguimiento y control del programa de Precios Justos que apunta a mantener una canasta de productos básicos congelados. Alberto les transmitió la convicción del ministro de Economía, Sergio Massa, de que la inflación irá bajando progresivamente hasta llegar, al momento de las elecciones, a un índice menor al 3 por ciento.
Un tema que se volvió picante es el de la seguridad. que Cristina Kirchner convirtió en central en su discurso en La Plata. Es una preocupación que resulta transversal a todas las capas sociales y que suele ser receptiva a los discursos facilistas de derecha, por lo que los intendentes reclaman que tenga atención oficial. En el encuentro de ayer, quedaron que mantendrán una reunión con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, quien en principio se mostró contrario a la idea de la vicepresidenta de enviar gendarmes a custodiar los barrios. Quedaron que lo discutirían con Aníbal. Es conocido que los jefes comunales no comulgan con el estilo del ministro bonaerense Sergio Berni, que de nuevo aparece en versiones de recambio.
Obviamente, la situación política también ocupó un tramo de la conversación. Una idea: la necesidad de mantener unido al Frente de Todos para sostener las chances de triunfo en 2023. Alberto había recibido el día anterior una nueva dedicatoria de parte del referente camporista Andrés Larroque, que había considerado su presidencia una pérdida de tiempo y un desperdicio de poder. Como históricos del peronismo bonaerense, Descalzo, Mussi y Pereyra creen que pueden ayudar a que el agua no llegue al río y la tensión interna baje. Como decía otro dirigente histórico que también estuvo conversando con el Presidente en las últimas horas. "Alberto en privado no dice lo mismo que en público. Si vos lo escuchás hablar, da la sensación que lo mejor que le pasó en los últimos días fue que Cristina lo llamara para preguntarle cómo estaba de salud", aseguraba.