“Estuvieron dos años diciendo que era un títere de Cristina y ahora parece que el problema es que no hago lo que me dice”, se quejó Alberto Fernández ante un miembro de su comitiva luego de hacer un repaso sobre los principales títulos del primer día de su gira europea, principalmente motivados por sus declaraciones a los medios El País y Televisión Española. Que cualquier frase sobre la vicepresidenta o la situación del Frente de Todos se convierta en el centro de todo lo que haga le molesta. El Presidente sostiene que sus diferencias con Cristina son históricas pero que no complican la gestión porque no hay dos modelos en pugna sino simplemente dos diferentes “rutas” para llegar al mismo destino. Eso sí, adelantó que en caso de que nuevamente haya funcionarios que no acepten el cuadro tarifario que comenzará a discutirse por estos días, "deberán irse".
“No estamos alentando un modelo de salarios bajos, los salarios están bajos porque venimos del macrismo y la pandemia”, explicaban en la comitiva presidencial, en donde aseguraban que le parecía muy bien las paritarias de altos porcentajes que se vienen cerrando para compensar la alta inflación de los primeros meses del año. “Los que siguieron ganando plata en todo este tiempo tienen que entender que deben ceder algo”, apuntaban sobre el sector empresarial. En esto se aproxima a lo que advirtió en su momento la vicepresidenta acerca de que las ganancias de la recuperación se la podían quedar “tres o cuatro vivos”. Lo que claramente difieren es en las formas para forzar ese mayor equilibrio y en la manera de exponerlo en el debate público. Fernández, deslizó ante sus íntimos, rechaza la épica política y su relato, una marca registrada del kirchnerismo. “Detesto el relato porque encubre cosas”, definió.
“Detesto el relato porque encubre cosas”
Emisión y déficit
A contramano de la creencia generalizada, el Presidente interpreta que la situación interna no empeoró. En la comitiva repasaban el último discurso de Cristina Kirchner en Chaco, donde les pareció ver una mayor moderación. Por ejemplo, porque no había mencionado el acuerdo con el FMI. “Se ve que dejó de ser un problema”, comentaban. También que había reconocido que Fernández había designado libremente a su gabinete económico. “Con eso dejó claro que no había ningún acuerdo previo sobre el funcionamiento del gobierno”, indicaban.
También destacaba que, al otro día, Máximo Kirchner ofreció un discurso por el aniversario de Evita en el que habló de la necesidad de llevar adelante un debate desde las verdades relativas de cada uno, pero manteniendo la unidad, algo que hacía unos días ya que no se escuchaba. Con todo, el Presidente mandó luego al ministro de Economía, Martín Guzmán, a replicar lo que consideraron eran inconsistencias en sus cuestionamientos al programa.
“Lo que no voy a hacer es emitir más y generar más déficit. No puede ser que vivamos alegremente con déficit fiscal. Emitimos el equivalente a 11 puntos del PBI y me están pidiendo que siga emitiendo. Eso no lo voy a hacer”, comentaron que definió Fernández. Es un punto clave en las diferencias con el kirchnerismo que reclama más velocidad en la recuperación de los salarios.
El poder económico
Fernández rechaza que sea débil ante el poder económico como le reprochan internamente. En su entorno ponían de ejemplo la negociación con los acreedores privados, en la que aseguraban haber obtenido mejores condiciones que las que obtuvo Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Guzmán dejó entrever algo en su última entrevista cuando dijo que en aquel momento “a mi izquierda no había nadie”. Incluso, con algo de la épica que dicen rechazar, recordaban la última semana de tensa negociación en la que Fernández ordenó que se habilitara el pago de una cuota al Fondo para demostrar que iba en serio y que debían aceptarse sus condiciones.
“Se encendieron todas las luces amarillas. Lo llamó Kristalina Georgieva y ahí se activó Jake Sullivan, el asesor de Joe Biden, y conseguimos el acuerdo que queríamos, sin reforma jubilatoria, sin ajuste del gasto y con una baja del déficit razonable para nuestras posibilidades”, sostenían.
El Presidente comentó que se están cumpliendo los compromisos con el organismo pero que prevé falta de dólares para los meses de agosto/septiembre, problema que ya se está trabajando para solucionarlo y que de ninguna manera necesitará pedir un “waiver” al staff técnico. “Eso sería si no estuviéramos cumpliendo”, sostenían.
Claramente, la situación hoy es muy diferente al momento de la firma del acuerdo debido a la guerra en Ucrania y sus efectos en los precios de las commodities. Los términos del acuerdo, indicaban, deben ser reformulados, pero eso no es algo que se discute sólo para el caso de Argentina sino a nivel general.
Cambios y tarifas
En los diálogos que el Presidente mantuvo con sus funcionarios confirmó que no está pensando en cambios en su gabinete. Tampoco en el armado de una mesa del oficialismo que sirva para consensuar medidas y evitar así que luego aparezcan las diferencias públicas. “Esa mesa ya existe”, los sorprendió. Les dijo que eso ya era así porque cada vez que avanzan en una idea les ordena a sus ministros que vayan a consultar a los referentes principales -entiéndase Cristina y Máximo Kirchner y Sergio Massa- y, llegado el caso, le introducen sus sugerencias. Ir más allá de eso, agrega, sería ir a una especie de presidencia asamblearia o colegiada y no es así como funciona.
Pero en estos días arrancan las audiencias públicas para discutir el nuevo cuadro tarifario, también algo incluido en el acuerdo con el Fondo. El Presidente supone que no habrá contratiempos para definirlo pero que si algunos de los entes reguladores, conducidos por técnicos vinculados al kirchnerismo, se niegan a avalarlos, entonces sí no habrá más remedio que hacer cambios de funcionarios. “Es una decisión política y hay que acatarla”, concluía.