"Tuve una descompensación producto de una gastritis erosiva que me produjo un sangrado que me generó una baja de la presión muy importante", informó el presidente Alberto Fernández en el cierre de una jornada complicada en la que debió suspender su participación en la apertura de la Cumbre del G-20. Lo trasladaron en ambulancia hasta el hospital de Bali donde le realizaron una endoscopía y determinaron el diagnóstico de lo que le sucedía. Una vez realizados los estudios, y al comprobar que el estado de salud general del Presidente era bueno, le permitieron retomar la actividad y se fue derecho hacia la bilateral con el presidente chino Xi Jinping. La vicepresidenta Cristina Kirchner lo llamó para interiorizarse por su salud.
Después del encuentro, el Presidente hizo una breve declaración en un salón del hotel Meliá junto al canciller Santiago Cafiero y al ministro de Economía, Sergio Massa. "Quiero darle las gracias a los que se preocuparon", comenzó. La recomendación de los médicos fue que moderada todo lo posible su actividad, así que Alberto se limitará a participar de las bilateral con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, y del lanzamiento de una estampilla conmemorativa por los 50 años del regreso de Juan Domingo Perón del exilio junto al jefe de gobierno español, Pedro Sánchez. El resto de la agenda la cumplirán Cafiero y Massa. Por el otro lado, la vuelta a Buenos Aires no se verá alterada, así que el retorno lo emprenderá este miércoles a la tarde y estará de vuelta en el país el viernes a la mañana, previa escala en Madrid.
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-¿Qué te pasa? ¿Te sentís bien? -le preguntó Massa a Fernández a la mañana temprano, luego del desayuno. Lo agarró del brazo y se lo notó frío y húmedo.
-Sí, me siento bien -le respondió el Presidente. Más tarde aseguraría que, efectivamente, se sentía bien. O, al menos, no mal.
Desde su hotel salió en caravana hacia la sede de la Cumbre, en otro de los resorts cinco estrellas que pueblan la isla de Bali. Allí se lo vio llegar sin inconvenientes y recorrer un largo trecho hasta la alfombra roja para recibir la bienvenida del presidente de Indonesia, Joko Widodo. A medida que iban arribando, los jefes de Estado se fueron juntando en una carpa donde conversaban entre ellos. Era un lugar abierto, pero sin aire acondicionado. Para ese entonces, ya había comenzado a levantar la temperatura y la humedad, que puede ser agobiante.
Fernández recordó luego que mantuvo un primer diálogo con Georgieva, y saludó a la presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen. Sólo lo acompañaba el traductor Walter Kerr, el resto de la comitiva: Cafiero, Massa, el sherpa Jorge Argüello ya esperaban en el recinto de sesiones. Fue cuando se puso a conversar con el jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, que sufrió un vahído o un mareo fuerte.
-¿Qué te ocurrió? ¿Te quedaste dormido? -le preguntó Sánchez, con quien Alberto tiene confianza.
Ahí fue que requirieron atención médica porque claramente algo no iba bien. El Presidente reveló luego que desde hace tiempo arrastra un cuadro de problemas estomacales con sangrado que le hacen tener acidez y bajadas de presión, aunque nunca tan fuertes. Lo llevaron con urgencia al Sanglah General Hospital, el establecimiento de salud más importante de Bali. Lo acompañó el médico de la Unidad Presidencial Manuel Estigarribia y el ministro de Salud de Indonesia, preocupado porque se lo atendiera correctamente. le hicieron una endoscopía y un análisis de sange que precisó el diagnóstico.
Los médicos de Presidencia le aconsejaron que descansara y levantara todas las actividades. En las dos reuniones posteriores a la sesión inaugural ya lo había reemplazado Cafiero, quien leyó los mensajes que tenía listos para leer el Presidente. Pero Alberto no se quiso perder por nada el encuentro con Xi Jinping -que venía con un anuncio importante por la ampliación del uso del swap-, lo mismo que mañana la reunión con Georgieva y la actividad que planeó con su amigo Sánchez, testigo de su descompostura. El resto de la agenda prevista la cumplirán entre Cafiero y Massa.
Ya recuperado y de vuelta en el hotel, Fernández recibió el llamado de Cristina, que quería interiorizarse sobre su estado de salud. Horas antes, luego de ingresado al hospital, también se había comunicado con su esposa, Fabiola Yáñez, quien hace dos días se separó de la comitiva para cumplir actividades en Roma.