La mesa nacional de Juntos por el Cambio se reunió para intentar ordenar la tropa más que para llegar a una postura unificada sobre el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Las declaraciones disímiles en torno al pacto con el organismo de crédito dejaron en evidencia uno de los grandes desafíos de la alianza, la necesidad de encontrar un liderazgo claro y dos propuestas comenzaron a dar vueltas. Por un lado, achicar el espacio de decisiones y, por el otro, mantener la conducción colegiada, amplia y más difícil de coordinar. De momento, ganó la segunda opción. Sobre la deuda, la oposición optó por bajarle el tono a la confrontación, al menos planteada desde el PRO, para pasar al estado de expectación. Con la letra chica, y con la suba de impuestos como límite, determinarán el camino a seguir.
Sin novedades en el horizonte cercano, la alianza le bajó un poco el tono a la pelea por el Fondo. Patricia Bullrich negó, al ingresar a la reunión, que ella haya propuesto no acompañar el pacto si el Frente de Todos no lo vota por unanimidad. Sin embargo, según pudo saber El Destape, efectivamente fue una de las posturas puestas en debate desde el anuncio de Alberto Fernández. Ahora, con una actitud más tendiente a entorpecer pero no a imposibilitar, se pasó hacia el discurso de evitar el default y lo "positivo" del principio de acuerdo.
Hasta que no esté la letra chica, comentó una fuente al tanto de la charla de la mesa nacional, no se definirá el sentido del voto. Lo que sí quedó en claro es que no aceptarán un aumento de impuestos, ese será el límite. El problema girará en torno al alcance del concepto "incremento en los tributos" dado que ya se apuntó contra el traspaso de colectivos a la Ciudad de Buenos Aires y la segmentación de tarifas, algo que consideraron un ajuste, una "mentira" del Gobierno.
"Somos responsables y estamos comprometidos con la construcción de un mejor país", dijo el gobernador de Jujuy y presidente de la UCR, Gerardo Morales, que volvió a marcar la cancha a favor de facilitar la aprobación del acuerdo. Junto con la Coalición Cívica, el radicalismo sentó su posición dialoguista y ambos espacios pidieron no ser extremistas, un planteo que el PRO pareció no compartir, al menos hasta la semana pasada. De hecho, en TN, tras la reunión, Bullrich lanzó que van "a actuar con la misma seriedad que exigimos, y no vamos a dejar que el país caiga en default".
Del encuentro no participaron Martín Lousteau, que dejó a Ernesto Sanz como reemplazo, ni los gobernadores radicales Rodolfo Suárez y Gustavo Valdés. Este último, según supo este medio, tenía pactado un encuentro con gobernadores del norte al que no asistió, probablemente, según se interpretó desde Corrientes, por urgencias locales como los incendios y la sequía que azotan a la provincia.
Según publicó La Nación, durante la reunión se propuso la inclusión de dos fundadores de la alianza a la mesa nacional. Sanz y Elisa Carrió, que no participa de esa instancia porque no ocupa ningún cargo habilitado para hacerlo. Por eso, el año pasado se permitió que los partidos originarios puedan proponer figuras ad hoc para incorporar al espacio.
La organización interna fue otro de los ejes centrales del encuentro. Como anticipó El Destape a comienzos de año, Juntos por el Cambio se encontró en la necesidad de construir liderazgos fuertes, un discurso unificado. Las posturas sobre el FMI llevaron a borrar los canales de diálogo, se diluyó la certeza de a quién creerle y a quién no.
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En ese contexto, en las últimas horas surgieron algunos ejes de trabajo. Según publicó Clarín, la oposición formó un órgano para armar un nuevo reglamento interno y se barajó la posibilidad de achicar la mesa de decisiones a los jefes de los partidos pero una importante fuente de la alianza le aseguró a El Destape que, al menos por el momento, continuará la conducción actual, amplia y diversa. "Nuestra riqueza reside en la pluralidad de miradas y nuestros valores", dijo Maximiliano Ferraro, presidente de la CC, en redes sociales después del encuentro.
Eso no quiere decir que no haya intereses particulares que breguen por reducir la mesa de decisiones para concentrar mayor poder. En ese grupo se incluyó a Patricia Bullrich y, con un asterisco de duda, a Gerardo Morales, los dos que encabezaron los cruces más fuertes pese a haberse mostrado cercanos hace unos meses. La primera, con un tono más confortativo, había puesto en duda la posición de la oposición y el segundo sostuvo, desde el comienzo, que la alianza sería responsable. Probablemente, la posibilidad de la abstención esté al alcance de la mano hasta último momento, cuando se sabrá cuál de las dos posturas primó.