En sesión especial, el Senado aprobará este jueves por amplia mayoría el acuerdo con el FMI, que será enviado sin demoras a Washington para que el board del organismo lo convalide antes de los vencimientos de lunes y martes. De esta forma, el Gobierno sorteará el riesgo de caer en default y alcanzará un objetivo que, espera, servirá para calmar las variables económicas. En cambio, quedará por resolver la situación interna del Frente de Todos, dividido profundamente por la discusión en torno al acuerdo, como volverá a quedar de manifiesto en la votación en la Cámara alta. La izquierda convocó a protestar pero, esta vez, el Congreso estará vallado y custodiado.
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En verdad, en la previa, el tratamiento del acuerdo amenazaba con fracturar a las dos principales coaliciones políticas. Pero Juntos por el Cambio -que, por otra parte, no tiene responsabilidad de gestión- unificó una posición en Diputados al acceder a votar el acuerdo pero no el programa económico acordado por el ministro Martín Guzmán con el staff del FMI. Sin mayoría propia, el Gobierno aceptó modificar el proyecto original y la oposición se dió por ganadora. Aún con discusiones internas, Juntos por el Cambio mantuvo el respaldo.
Así, este miércoles, en la reunión del interbloque opositor de senadores, resolvieron rápidamente que facilitarían los dos tercios necesarios para la sesión sobre tablas, accediendo al pedido de la bancada del Frente de Todos. Varios de los miembros de las bancas de la UCR y el PRO hablarán para remarcar las diferencias abiertas que existen dentro del oficialismo para mostrarse como los garantes de la gobernabilidad. También criticarán las demoras en la negociación, que obligaron a la Cámara a un tratamiento exprés para que el país no caiga en cesación de pagos. Se espera que los 33 senadores de Juntos por el Cambio voten a favor del acuerdo que refinancia el endeudamiento récord de 44.500 millones de dólares otorgado al gobierno de Mauricio Macri.
El bloque del Frente de Todos lo integran 35 senadores. Entre 20 y 22 votarán a favor del acuerdo, según el recuento propio. En los mensajes buscarán poner de relieve lo que en Juntos por el Cambio tratarán de ocultar. La responsabilidad de la anterior administración en la toma de deuda exorbitante que derivó en fuga de capitales, en una maniobra que se investiga judicialmente, y que este Gobierno debió asumir en medio de una economía en recesión agravada por la pandemia. Las críticas deberán caminar por un angosto desfiladero de manera de no poner en riesgo el voto opositor. Ya se vio algo de eso en el debate en Diputados, donde se mencionó poco y nada a Macri. "Se va a votar positivamente algo que no es para ponerse contento, porque es el mal menor: es esto o el default", resaltó el senador santafesino Marcelo Lewandowski en diálogo con El Destape Radio.
A esta amplia mayoría se agregarán, además, cuatro senadores de fuerzas provinciales. Algunos plantearán diferencias con el Ejecutivo pero igual acompañarán como adelantó el senador Alberto Weretilneck. "Es un tema muy complejo pero tendrá respaldo. Lo que más influye es la posibilidad del default y la oscuridad que ocurre después de no pagar los vencimientos del fondo. Eso es lo que más condiciona el voto de muchos”, sostuvo el ex gobernador de Río Negro, que criticó al Gobierno por no generar "confianza" y a Guzmán porque "no pudo ofrecer certezas" a las preguntas que le hicieron los senadores en su paso por la comisión de Presupuesto.
El escenario previo es de un amplio respaldo: entre 57 y 59 votos sobre un total de 72 bancas. Por eso la atención estará puesta en la forma en que se expondrán las posiciones en el bloque oficialista. A diferencia de lo sucedido en la discusión en Diputados -cuando Máximo Kirchner ocupó su banca recién al momento de votar de manera negativa, sin exponer sus argumentos- en esta ocasión el sector que rechazará el acuerdo ocupará sus asientos y tendrá como expositor a Oscar Parrilli. El mensaje de Parrilli será interpretado como la posición de la vicepresidenta Cristina Kirchner, que presidirá la sesión.
Algunos antecedentes a tener en cuenta. Una carta enviada por los senadores del Frente de Todos a la titular del FMI, Kristalina Georgieva, en noviembre de 2020, en la que hacía un detallado repaso del proceso irregular que derivó en el otorgamiento de una deuda a Macri que excedía diez veces la cuota correspondiente al país en el organismo. Otro, el discurso de Cristina por el Día de la Democracia, en la Plaza de Mayo, cuando propuso acordar con el Fondo la recuperación de los miles de millones de dólares evadidos con el compromiso de que cada dólar recuperado se destine a pagar la deuda. Un tercer dato fue el encuentro del miércoles pasado de cuatro senadores -Parrilli fue uno de ellos- y cuatro diputados con el historiador belga Eric Toussaint, quien preside el comité para la abolición de las deudas ilegítimas (CADTM). Toussaint es de la idea de que el Gobierno debería suspender los pagos de la deuda y declararla "odiosa".
En derecho internacional, una deuda odiosa -o ilegítima o injusta- es la deuda externa de un gobierno contraída contra los intereses de los ciudadanos del país, con conocimiento del acreedor. Por tanto, no es exigible su devolución ya que los prestatarios actuaron de mala fe. Hay otros agrupamientos similares en el mundo por la condonación de este tipo de deudas surgidos en los '90 como parte de los movimientos antiglobalización. Pero, más allá de la instalación del tema en la agenda política internacional, los avances conseguidos fueron escasos.
El tono del mensaje de Parrilli podría ofrecer alguna pista sobre la continuidad del Frente de Todos. Si bien desde el entorno de Alberto y de Cristina aseguran la unidad de la coalición con miras a 2023, es difícil imaginar que todo siga igual luego de que quedaran expresadas diferencias tan profundas. Aquella noche de diciembre pasado en la que compartió escenario con Alberto Fernández, Lula y Pepe Mujica, la vicepresidenta propuso que se convoque a un gran acuerdo a todas las fuerzas políticas parlamentarias para transmitirle al Fondo que no se aprobaría ningún plan que pusiera el riesgo la recuperación económica. Nada de eso se hizo. Es lo que molesta a la vicepresidenta, que sus planteos no sean escuchados.
"Después de que salga el acuerdo, Alberto debería llamar a Cristina", comentaba un funcionario alineado con el Presidente. La idea de generar alguna instancia de debate interno que evite los desacuerdos públicos que el kirchnerismo manifestó en los últimos meses a través de cartas, videos y tuits volvía a circular entre la dirigencia frentetodista pero nunca terminó de convencer al Presidente y los suyos. Habrá que esperar el desenlace de la sesión.