El Gobierno pudo celebrar, ya entrada la madrugada del viernes, la aprobación del acuerdo con el FMI en la Cámara de Diputados por una muy amplia mayoría de 202 votos positivos contra 37 negativos y 15 abstenciones, dado el acuerdo entre el oficialismo y la oposición. Buena parte de los votos negativos y de las abstenciones surgieron desde el bloque del Frente de Todos. Máximo Kirchner y los diputados de La Cámpora no participaron del debate pero luego emitieron un documento explicando sus rechazo, donde consideraron "completamente desatinado aplicar un plan de ajuste en las actuales circunstancias" y su convencimiento de que los problemas del país se agravarán. Ahora el proyecto pasará al Senado, que comenzará a tratarlo el lunes en comisión, con el objetivo de aprobarlo el miércoles en sesión, el plazo justo para evitar la cesación de pagos.
Pese a que los discursos se acortaron a cinco minutos, la gran cantidad de oradores extendieron la sesión hasta la 3:45 de la mañana. Tanta verborragia pese a que todo había quedado resuelto la noche anterior, en el cierre la reunión de comisión de Presupuesto y Hacienda cuando el oficialismo aceptó limitar el proyecto a un artículo general que aprueba el programa de facilidades extendidas entre el Poder Ejecutivo y el FMI, un acuerdo que negoció el presidente de la Cámara, Sergio Massa, con los jefes de los bloques opositores.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, debió resignar su convencimiento de que el aval debía abarcar también los anexos con las políticas acordadas en el staff del organismo. Sin embargo, desde Houston, donde viajó para una cumbre de combustibles, el ministro dejó trascender su conformidad con lo resuelto por Massa dado que evitó un rechazo expreso de la oposición a su programa, lo que hubiera resultado contraproducente. Una vez aprobado por el Congreso, el acuerdo debe ser refrendado por el directorio del organismo financiero.
Así las cosas, el maratónico debate de más de 12 horas cayó en los mismos tópicos una y otra vez. Hubo cuidado que el nivel de las recriminaciones no pusieran en peligro el acuerdo. "Nos dijeron que hay que tener tranquilidad", reveló el oficialista chaqueño Aldo Leiva. Aunque él fue uno de los que se salió del molde al recordarle al macrismo los "brotes verdes", la "luz al final del túnel", el "segundo semestre" y la "lluvia de inversiones", aquellas emblemáticas frases que nunca se cumplieron. "No se preocupen por Máximo. La vez pasada cuando vino Máximo se levantaron y votaron en contra el Presupuesto. Ahora están preocupados porque no viene y encima quieren que hable", continuó Leiva, muy aplaudido.
Las posiciones
Máximo Kirchner dejó la jefatura del bloque del Frente de Todos justamente por sus diferencias con el entendimiento con el Fondo. A su reemplazante, Germán Martínez, le tocó su primer cierre de debate. Destacó el plazo de gracia del acuerdo de cuatro años y medio -hasta 2026- y no hasta 2024 como dijeron varios opositores. "Estamos tratando de generar un escenario de crecimiento económico para cuando tengamos que empezar a pagar estemos en una situación más positiva", marcó.
La oposición insistió mucho en su supuesto rol de garantía de la gobernabilidad y buscó esconder una y otra vez su responsabilidad en el endeudamiento récord de la historia. "Si no estuviéramos nosotros, el default sería inevitable", sacó pecho el radical Mario Negri. "Vamos a evitar una catástrofe", coincidió el macrista Luciano Laspina.
Como en el debate en comisión, de nuevo hubo cuestionamientos cruzados de derecha y de izquierda. Cambiemitas y libertarios cuestionaron el alto nivel de déficit y gasto público, la supuesta suba de impuestos que demandará el programa y la falta de reformas estructurales. Desde la izquierda y sectores críticos del oficialismo dijeron lo opuesto. Por el ajuste enmascarado del gasto, la suba de tarifas y los controles trimestrales que podrían derivar en esas reformas que, en principio, están vetadas. El diputado Itaí Hagman -de Patria Grande, el sector de Juan Grabois- fue el primer oficialista en explicar por qué no acompañaría el proyecto. "Siempre que intervino el FMI, la situación del país empeoró", dijo, y explicó que para su sector la deuda interna con los argentinos debe estar por encima la deuda externa.
Ahora el Senado
El presidente Alberto Fernández siguió el debate desde su despacho en la Casa Rosada y, luego, desde Olivos. Se mantuvo en contacto con Massa, quien lo tuvo informado de lo que sucedía en los pasillos, principalmente del clima dentro del bloque oficialista. En Gobierno buscaron quitarle importancia a los incidentes producidos por militantes de izquierda en las afueras del Congreso, que se salió de lo folclórico por la bomba molotov que hirió a un policía y las piedras que rompieron los vidrios de la oficina de Cristina Kirchner. "No quedará impune", avisó el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.
La media sanción pasará hoy mismo al Senado, donde la idea del Ejecutivo es imprimirle la misma velocidad que en la Cámara baja. El lunes sería el tratamiento en la comisión de Presupuesto y Hacienda para sacar dictamen el martes y aprobarlo en en recinto el miércoles. Para eso se necesita de la colaboración de la oposición para habilitar el tratamiento sobre tablas -se requieren los dos tercios de los miembros-, de lo contrario tendría que quedar para la otra semana. El problema son los vencimientos del lunes 21 y martes 22 por 3.200 millones de dólares, que el Gobierno debería pedir suspender, generando un trastorno burocrático. Juntos por el Cambio está dispuesto a repetir el voto positivo, pero había que esperar al fin de semana si también habilita el tratamiento exprés. El jefe del interbloque, el radical Alfredo Cornejo, volverá entonces de un viaje a Estados Unidos y comenzará la ronda de consultas dentro del bloque para resolver qué actitud tomarán.
Es de imaginar que también se repetirán las diferencias en el oficialismo, dado el duro documento que dieron a conocer Máximo Kirchner y los diputados de La Cámpora titulado "La vuelta del FMI a la Argentina". Allí se hace un extenso repaso de las relaciones de Argentina con el organismo a partir de la política de desendeudamiento decidida por Néstor Kirchner y la toma de deuda récord asumida por Mauricio Macri. Es lapidario sobre el acuerdo alcanzado por el gobierno de Fernández. "Es un típico programa del Fondo Monetario que adhiere a sus principios sobre la política económica", sostiene. También se habla de un FMI que toma el control de la economía y de una cesión de soberanía.