Con algo de la épica que caracterizó a los gobiernos kirchneristas, el presidente Alberto Fernández encabezará esta tarde un acto histórico. Frente a invitados, funcionarios, legisladores y militantes, promulgará la ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. La foto central contará con su figura, la del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, el ministro de Salud, Ginés González García, y la ministra de la Mujer, Géneros y Diversidades, Elizabeth Gómez Alcorta.
El acto, convocado para las 18:30 en el Museo del Bicentenario, no contará con la presencia de la vicepresidenta Cristina Kirchner, que sigue en El Calafate, donde se la vio visitando una panadería esta semana. Desde su entorno confirmaron a El Destape que no viajará para el evento ni hará presencia virtual mediante videollamada.
La organización, a cargo de Presidencia, garantizará la presencia de invitados y periodistas que participarán de una jornada histórica con los protocolos que el coronavirus demanda. Habrá sillas para garantizar el orden y la distancia social, un palco para fotógrafos y pantallas para poder seguir el evento desde cualquier punto del gran Museo ubicado detrás de Casa Rosada.
Fernández, Cafiero, Ibarra, Gómez Alcorta y González García serán los que ocuparán las sillas de la primera fila. Frente a los presentes, Alberto firmará la promulgación que, se estima, se publicará en el Boletín Oficial el viernes a las cero horas pero hoy al mediodía se terminarán de definir los detalles.
Los nombres de los otros invitados son un secreto porque aún muchos no confirmaron su asistencia y buscan evitar comparaciones estériles entre el listado y los presentes. Sin embargo, se descuenta la presencia de diputados, senadores y militantes por el aborto legal, seguro y gratuito y no se descarta que los funcionarios se acerquen a charlar después del acto.
Después del rechazo del Congreso en 2018, el aborto legal se ubicó en el centro de la agenda política y formó parte de los compromisos de campaña de Alberto Fernández. El 1 de marzo, durante la apertura de sesiones ordinarias, dijo que el proyecto estaba listo para llegar al palacio legislativo pero la pandemia demoró los planes y después de varias intervenciones del movimiento feminista, se envió a mediados de noviembre.
El tratamiento en Diputados comenzó de forma instantánea. Sin un rol fuerte de la Casa Rosada, diputadas y diputados se pusieron al hombro el poroteo y la difícil tarea de los convencimientos para lograr, el 11 de diciembre a las 7 de la mañana, una media sanción histórica: 131 votos a favor y 117 en contra. Pero la principal incógnita estaba en el Senado, una Cámara mucho más conservadora y difícil.
Sergio Massa, presidente de la Cámara Baja, giró el proyecto al Senado el mismo día. Ese 11 de diciembre luego de 23 horas de debate. El proyecto estaba acompañado de otro que logró acercar posiciones: el plan de los Mil Días y la premisa de un Estado presente para acompañar a las personas gestantes que decidan continuar con su embarazo pero también a las que desean interrumpirlo.
El tándem de ambas iniciativas fue clave, pero también lo fueron las negociaciones previas al debate en Diputados y en conjunto con el Senado. Se incluyeron dos cambios que ayudaron a conseguir votos: una suerte de objeción de conciencia institucional que no es tal (se plantea la posibilidad de una objeción de conciencia individual total en un centro de salud y la obligación de éste de derivar a la mujer a otro centro para que la atienda dentro de los 10 días establecidos) y la necesidad de que las menores de 16 años interrumpan su embarazo acompañadas por sus padres o tutores.
Con eso como base, el Senado inició su camino. Uno muy diferente a Diputados. Optaron por el hermetismo absoluto y el cuidado de los legisladores al mantener sus posturas bajo estricta reserva, en especial las de los indecisos o plausibles de un cambio de postura. Por eso, hasta el el final fue imposible anticipar el resultado. Recién fue posible con las definiciones en los discursos. El número fue sorprendente: 38 positivos a 29 negativos y cuatro ausencias.
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Ese resultado fue posible a la alta rosca política que rodeó al debate con una Casa Rosada muy activa pero también con líderes de la oposición - y referentes parlamentarios del oficialismo - con el teléfono en mano para buscar votos negativos. Pero también se consiguió por negociaciones de último momento. El Ejecutivo se comprometió a tomar propuestas de cambios para incluirlas en la reglamentación del proyecto.
Por ejemplo, se acordó con el senador de Río Negro, Alberto Weretilneck, el veto de la palabra “integral” del concepto de “salud integral” como causal de aborto legal después de la semana 14. Sin embargo, la modificación no incluirá la premisa de “salud física”, que hubiera impuesto restricciones. Además, para la legislación argentina la salud es un todo, por lo que no sería un problema.