Al final volvió el que no volvía más. Mauricio Macri reapareció gracias a una entrevista sin concesiones con Joaquín Morales Solá, elegido hace unas semanas presidente de la Academia Argentina de Periodismo y Coso. La amabilidad entre ambos, que eludió tanto la repregunta como lo verosímil, fue tal que costaba determinar quien era el entrevistado y quien el entrevistador. El único destello visible a lo largo de la entrevista ocurrió cuando Macri comparó a CFK con Maradona con la aparente intención de denigrarla. Aún embalsamado, Morales Solá dejó entrever su asombro ante esa extraña decisión. La próxima vez el ex presidente tal vez la compare con Gardel o San Martín.
Entre otras declaraciones mágicas, Macri culpó a la oposición kirchnerista por el déficit fiscal al haber votado en el Congreso presupuestos sin recursos suficientes. El Presidente de la Academia Argentina de Periodismo y Coso tuvo la cortesía de no recordarle a su entrevistado que los presupuestos los fija el Ejecutivo.
El rally de entrevistas sin concesiones del ex Presidente siguió con Román Lejtman y Mariano Thieberge y con Pablo Sirvén. A los primeros les explicó que su “gobierno económico terminó el 11 de agosto del 2019”, con las PASO, ya que “así lo determinó el mercado”. No recordamos una confesión de irrelevancia política más honesta, ni siquiera con De la Rúa medido en el vacío. A Pablo Sirvén, otro severo entrevistador, le comentó que “no logramos lograr ese logro”, una valiente autocrítica disfrazada de trabalenguas. Toc toc, soy el logro.
Esta semana, los diputados FerIglesias, experto en globalización y Waldo Wolff, junto a otros humoristas de Juntos por el Cambio, denunciaron ante la justicia a Ari Lijalad, Franco Mizrahi y Roberto Navarro, de El Destape, por publicar documentos de la AFI. Que Wolff sea el presidente de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados agrega un nivel de asombro suplementario al estándar generoso de su espacio político. No descartamos, sin embargo, que mandar a la cárcel a los periodistas sea para ellos una forma de preservarlos; al fin y al cabo es lo que hicieron a través de la mesa judicial de Cambiemos durante los cuatro años que gobernó Macri: enviar opositores en preventiva.
Ayer se cumplieron los primeros 75 años del 17 de octubre de 1945, cuando gracias a la impaciencia popular el entonces encarcelado Secretario de Trabajo y Previsión fue liberado y se transformó en el líder que dominaría la política de la segunda mitad del siglo pasado. Aquel día nació un movimiento político que periódicamente su oposición considera acabado. El final del peronismo es tan inminente como esquivo.
La anunciada marcha virtual para conmemorar el evento colapsó bajo la demanda multitudinaria, aunque varios millones de militantes pudieron entrar en el mundo intangible de las aplicaciones. En la CGT, nuestros compañeros Pepe Rosemblat y Gaby Delelisi condujeron con brío el acto por el Día de la Lealtad en el que con violencia típicamente peronista, Alberto Fernández afirmó: “Acá no hay odios, acá hay ganas de poner de pie a la Argentina.”
Pero si la marcha virtual tuvo grandes dificultades, la caravana real, impulsada por Hugo y Pablo Moyano de Camioneros junto a otros gremios, fue un éxito. Miles de camiones, micros, taxis y vehículos particulares- incluyendo motos y bicicletas- transportaron la ruidosa alegría peronista por las calles de todo el país. La liturgia justicialista se adaptó a los tiempos de pandemia con distancia social, barbijos y hasta un chorimóvil, dispositivo gastronómico que llegó para quedarse. Técnicamente no fue una marcha espontánea ya que ningún medio serio la convocó y la ausencia de periodistas agredidos y de proclamas violentas hizo dudar a algunos analistas que se tratara de una manifestación a favor de la república y coso. En todo caso, como hace 75 años, el gran actor de la jornada fue el pueblo impaciente.
El peronismo, esa obstinación argentina.
Imagen: Un periodista serio comprueba la participación a la marcha por el Día de la Lealtad (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)