Millaray Cattani tenía 15 años cuando decidió quitarse la vida el 14 de abril en Puerto Deseado, Santa Cruz. Días después, la familia se enteró que la joven había sido abusada sexualmente cuando tenía 13 años por un joven de 19 años, con quien mantuvo la última conversación antes de suicidarse. Ahora la Justicia está en la mira por la inacción, lentitud y la falta de perspectiva de género para abordar la causa.
Dos días después del 14 de abril, un amigo de la joven le contó a la familia que ella había sido abusada sexualmente dos años antes. Esto fue ratificado por la mejor amiga de Millaray ante la Justicia que decidió no darle importancia hasta que el 20 de abril la familia se presentó como querellante en la investigación del suicidio y el 26 de abril sumaron la denuncia por abuso sexual.
La familia emprendió su propia investigación y se encontró con que el acusado había abusado sexualmente de otras jóvenes de Puerto Deseado y era un secreto a voces entre los adolescentes del pueblo. Mientras tanto, el fiscal de la causa, Ariel Quinteros, no llamó a declarar al joven acusado, las medidas de prueba que solicitó son insuficientes para esclarecer lo que sucedió el 14 de abril y no investiga la denuncia de abuso.
En tanto, en la última semana se sumó otro caso de una joven llamada Celeste que denunció que fue abusada por Gustavo Donaire, el mismo joven acusado de abusar de Millaray. La denuncia fue presentada por el abogado de la familia Cattani, Cristian Fernández.
En paralelo, Donaire se presentó de forma voluntaria en el juzgado y se autoimputó en la causa de Millaray. A su vez, la Justicia lo imputó en la causa de Celeste por “posible comisión del delito de abuso sexual con acceso carnal reiterado”. Dato a rescatar, el acusado se presentó con dos abogados y uno de ellos renunció apenas terminó de leer el expediente.
La inacción de la Justicia
En una comunicación con El Destape, el abogado de la familia, Cristian Fernández, indicó que “se pidieron nuevas pericias al teléfono” porque las que fueron requeridas por el fiscal no aportaron datos relevantes, ya que se peritó las llamadas, SMS y Whatsapp del teléfono de Millaray, pero “no son relevantes” para la causa del delito de abuso.
Según la familia, la joven mantuvo la última conversación con Donaire por Instagram y aportaron capturas que fundamentan esto, pero la Justicia no peritó las conversaciones en las redes sociales, que es lo que más usan los jóvenes. “No nos aportaron nada de la comunicación entre ellos”, señaló el letrado. Por eso, pidieron una ampliación del informe.
A eso se suma, la falta de colaboración del fiscal Quinteros, quien no solo no se comunicó con la familia, tampoco tomó como relevante la denuncia de abuso, a tal punto que hasta el momento no llamó a declarar a Donaire, sino que fue el propio acusado quien se autoimputó.
El sábado pasado, la familia marchó junto a los amigos de Millaray para exigir justicia y que se actúe con celeridad. “El fiscal nos llamó a declarar, a mí a y mis papás, pero mis papás no están con fuerzas para hablar. Yo declaré, pero en ningún momento el fiscal se comunicó con nosotros”, contó Ayelén, hermana de Millaray, a El Destape.
Frente a la falta de acción de la fiscalía, la hermana decidió publicar en sus redes lo que le pasó a su hermana y le llegaron cientos de mensajes, era un secreto a voces entre los jóvenes de Puerto Deseado: “Nosotros nos enteramos de lo que pasó por los amigos, ella a mí no me contó nada de este tema. Cuando decidí hacer público esto, me llegaron un millón de mensajes de otras chicas que les había pasado, los adolescentes sabían de esto, lo hablaban, sobre lo que les pasó a otras chicas, que esta persona había tenido problemas en las escuelas. Estaba el comentario”.
“Lo hice público para decirle a cada una de las chicas que puede contar con nosotros porque no es fácil, que sepa que no están solas y lo que pasó… jamás ellas van a ser culpables, no dejan de ser víctimas”, manifestó.
Desde la familia, alertan que la Fiscalía no está investigando la denuncia de abuso ni lo relaciona con la decisión que tomó Millaray de quitarse la vida.
“La mejor amiga dijo en el juzgado sobre el abuso que sufrió Mirallay y el fiscal no dijo nada. Desde el primer momento deberían haber actuado de oficio. Nosotros tuvimos que hacer la denuncia. Nosotros nos pusimos a investigar con otros amigos que nos contaron. Menos mal que se animaron a decirlo porque si no, no hubiera pasado nada”, reclamó Ayelén.
Donaire vive a escazas cuadras de la familia de Millaray. El viernes se le tomó testimonio a la mamá del acusado y hubo movimiento en la causa, pero leves. El fiscal sigue sin llamar a declarar a Donaire, quien es acusado de haber abusado de Millaray cuando tenía 13 años y de haberla hostigado psicológicamente hasta que decidió quitarse la vida.
“Ojalá que la Justicia se mueva porque más allá de lo que nos pasa a nosotros, pienso en las otras personas que no tienen los medios como nosotros sí lo tuvimos, pero ¿y si no? Todo el proceso es desgastante, los gastos, es difícil. Tiene que haber personas comprometidas en su trabajo porque tienen lugares importantes y depende mucho de lo que hagan las vidas de los demás”, sentenció Ayelén.