El horror se escondía detrás de una comunidad religiosa. Enmascarados detrás de una supuesta religiosidad, una banda cometió delitos execrables que fueron descubiertos tras una extensa investigación. “La Tía Eva”, una mujer de más de 70 años, era la persona que presuntamente estaba detrás de la organización.
Efectivos de la Policía Federal Argentina detuvieron a seis presuntos integrantes de la organización. En primera medida, según surge de la causa, entre los hechos denunciados, este grupo se dedicaba a sustraer menores de edad a sus padres biológicos para inscribirlos como hijos de varias mujeres de la organización. Además, en el mismo combo, la banda cometió delitos de trata de personas, robo de identidad, lavado de dinero y abusos sexuales. Las Fuerzas Federales trabajaron en articulación con el Poder Judicial y Gendarmería participó de los múltiples allanamientos en diversos puntos del país.
La presunta líder de la organización es la “Tía Eva”. Detrás de una figura de una abuela de 76 años, se escondió la líder de una maquinaría que utilizaba al Templo Filadelfia como fachada religiosa. Eva Petrona Pereyra era la “líder espiritual” que pasó durante más de 20 años en la secta bíblica que se dedicó a captar fieles, despojarlos y esclavizarlos.
El 17 de mayo de 2019, la Justicia de La Matanza había ordenado once allanamientos con el fin de desbaratar el Templo Filadelfia en La Matanza. En ese momento, la “Tía Eva” fue detenida junto a otras 25 personas, pero la investigación continúo a raíz de los testimonios de las personas que fueron rescatadas en los allanamientos: mujeres, niños y hombres quienes quedaron en situación de esclavitud.
Con varios “templos” a su disposición, los testimonios hablan de situaciones de violencia extrema. Ya en 2019, el portal Infobae, publicó una declaración de uno de los testigos. “Se hacían reuniones de al menos veinte hombres una vez por semana. Se apagaban las luces. Todos debíamos danzar y cuando el Espíritu Santo se ponía dentro de Eva empezaba a rozar el cuerpo de todos hasta que nos hacía eyacular. Lo llamaba a esto 'castración espiritual'".
Más allá del abuso sexual, también los testigos relataron que en un campo de Miramar, diversas personas eran llevadas “como castigo” para “volver a alínear” a aquellos seguidores que “estaban por mal camino”. Entre las denuncias existe la violencia física, la inanición y torturas sobre diversos “fieles” que empezaban a pensar por su cuenta.