“Dicen que existe para ayudar y para proteger”. Así arranca el famoso tema “Policía” de la banda de rock brasileña Titas en 1986. Y concluía con la pregunta: “¿quién necesita de la policía?”. Era un canto de protesta a la represión en Brasil que afectaba —y aún afecta— principalmente a las poblaciones más vulnerables, en su mayoría negras.
Más de 30 años después, la pregunta es la misma y aparece con fuerza en Estados Unidos a raíz de la muerte de George Floyd en la ciudad de Minneapolis el 25 de mayo. ¿Está realmente la policía para ayudar y proteger?
Las denuncias del uso desmedido de la fuerza policial y los asesinatos de población negra son recurrentes hace años, ya que en numerosas ciudades los departamentos de policía están acusados de violaciones a los derechos civiles. Lo diferente en 2020, es que la muerte de Floyd ha generado una ola de protestas que excede las habituales denuncias y se le suma el reclamo de reducir los fondos que se entregan a la policía —unos US$ 100.000 millones por año— ya que varias ciudades le asignan entre el 25% y el 40% de su presupuesto discrecional, mucho más que al gasto social destinado a las comunidades más vulnerables.
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En Minneapolis, donde mataron a Floyd, el reclamo va aún más allá y se está pidiendo la disolución de la policía para que sea reemplazada por un servicio social de seguridad pública, cuya tarea no sea punitiva, sino de contención e inclusiva.
Si bien esta consigna es muy radical, ya hay antecedentes de policías disueltas y reemplazadas por nuevas fuerzas reformadas en Estados Unidos. Lo particular en este momento es que se da en el contexto de una pandemia, de fuertes movilizaciones y en un año electoral.
El debate sobre el rol de la policía y las llamadas “fuerzas de seguridad” es como el del huevo y la gallina: ¿qué viene primero, financiar a la policía para combatir el crimen o disolver la policía para financiar amplios proyectos sociales de empleo, vivienda, salud y educación para una mayor integración social y que disminuya el crimen? ¿Son compatibles ambas posturas? ¿Se lo puede plantear en términos de blanco o negro o hay un camino intermedio? Muchas preguntas para un tema central que de manera inesperada se ha colado en la campaña electoral ante las elecciones de noviembre.