La última vez que Telefe marcó más de 10 puntos de rating en su medición mensual fue en noviembre de 2012 cuando consiguió superar esa marca por seis décimas. Desde entonces, el rating de los canales de aire nunca pudo alcanzar nuevamente las dos cifras en su promedio mensual. Pero quienes mandaban flores al funeral de la tele abierta deberán guardarlas: 102 meses más tarde, Telefe volvió a superar los 10 puntos de rating en sus mediciones de mayo y junio de 2021. ¿Qué pasó en el medio? ¿Hay formas de explicar este éxito?
Para contextualizar el fenómeno, en 2012 aún no se había licitado el espectro para las redes de internet móvil de 4G, Netflix y Spotify empezaban su desembarco en Argentina y tanto Instagram como Twitch tenían meses de vida. Hoy, todas esas plataformas que captan nuestra atención y consumos culturales son una realidad para una parte importante del país y de las audiencias de medios. En 2021, con toda esa competencia, un canal de tv abierta consiguió liderar las audiencias de AMBA con números de hace una década.
La pandemia de COVID-19 y sus correspondientes aislamientos o cuarentenas ubicaron a la televisión en general, y a la abierta en particular, en el centro de la escena de los consumos informativos. En marzo, abril, mayo y junio de 2020 los noticieros de cada uno de los canales de CABA marcaron récords de audiencia y muchas de sus ediciones se ubicaban entre los diez programas más vistos de cada día. La necesidad de informarse y conocer sobre el virus que azotaba a todo el mundo, recargó el interés de las audiencias en los contenidos tradicionales. Apoyados en la confiabilidad de marcas instaladas y con credibilidad (en diferentes cuotas) para los televidentes.
Pero Telefe utilizó esa plataforma para proyectarse. Midió el éxito de Bake-Off, el reality de pastelería amateur, y en medio de las restricciones para la producción de contenidos audiovisuales apostó por un contenido no tan exitoso en sus ediciones pasadas: MasterChef. Esta vez, con famosos a cargo de las hornallas. Y el rating creció. Y creció. De lunes a jueves, a las 22.30, siempre marcó más de 18 puntos de rating. Y los domingos promediaba de 20 a 22 puntos. Más del 60% de los televisores encendidos en esas franjas, sintonizaba Telefé. Vino la segunda edición y el rating se sostuvo. Luego se cambió a La Voz Argentina, un reality de canto amateur con un jurado estelar, y las mediciones se sostienen. O crecen.
El combo de un canal que coloca el 100% de los diez programas más vistos todos los días en AMBA incluye ficciones compradas (de origen turco o brasilero) que lograron captar la atención del núcleo cada vez más reducido de personas que eligen la tv abierta para ver “novelas”. Además, noticieros con la dosis justa de grieta (resonaron en varias ocasiones los encontronazos entre Cristina Pérez y Reinaldo Sietecase) y una pareja en su edición central que emula a los exitosos y retirados Mónica y César de Telenoche. Y magazines, conducidos por Florencia Peña y Verónica Lozano, que tampoco parecen interesados por meter la cuchara en las cotidianas disputas de los dos polos partidarios de la política nacional. No por eso son apolíticos pero no dejan entrever intereses claros, como puede suceder en una pantalla que aún se lame las heridas de su enfrentamiento con el kirchnerismo como Canal 13.
En un momento de crisis económica, de encierros y fastidios por una normalidad que se perdió, con vínculos sociales virtualizados y a distancia, la pantalla de Telefe pareció encontrar el tono y clima con el que reconquistar a una audiencia que hasta hace un año era esquiva para la tele abierta. En sus realitys no hay enfrentamientos abiertos entre jurados y participantes, y hasta los que pierden son felicitados mientras los jurados se lamentan por excluirlos del programa. Onda, onda, buena onda.
El éxito de Telefe empujó el encendido de tv abierta hacia arriba, apalancado también en los últimos meses por los partidos de la Selección Argentina por Eliminatorias y Copa América. Sin embargo, para el resto de las pantallas los números son más bien opacos. De no ser por las competencias deportivas, la TV Pública perfora los pisos bajos que dejó el macrismo con una programación que aún no se define entre cultural-educativa o algo más generalista-mainstream con noticias y magazines. América pierde la batalla por el tercer puesto con Elnueve desde hace varios meses y sus programas con fuerte debate político y periodístico pierden audiencia mes a mes. Por su parte, Canal 13 se encuentra en una crisis histórica. Ni Marcelo Tinelli con Showmatch (con pisos de cuatro puntos) pudo levantar el rating de una pantalla que abusa de Guido Kaczka en algunos momentos, varía mucho su programación y tiene magazines de actualidad muy poco elegidos por la audiencia.
En este río revuelto, con un par de buenas decisiones y una capacidad evidente para medir la temperatura social, el canal de las pelotas se ha transformado en la máxima expresión de la televisión generalista. Esa que puede hacer que abuelos, padres, hijos y hasta nietos hablen de un mismo contenido. Cualidad mediática que, en tiempo de múltiples plataformas, streamers y redes sociales, solo parece conservar la tele abierta. Las flores que mandaban a su funeral, se marchitarán.