Después de varios meses donde el río sonaba, el Grupo Olmos oficializó su interés por ingresar en el mercado de las telecomunicaciones. Fue en una carta pública donde se anunció la contratación de Luis Miguel Gilpérez, ex Presidente de Telefónica España, en medios de las negociaciones para adquirir la filial uruguaya del gigante iberoamericano de las telecomunicaciones.
Se trata de una operación inédita para el mercado local y también para el uruguayo. En el plano nacional, porque los Olmos tienen nula experiencia en el mercado de la telefonía y la conectividad. En Uruguay, la novedad reside en el ingreso de un actor argentino en un negocio donde hasta ahora sólo participaba el gigante estatal Antel, los mexicanos de Claro y los españoles de Telefónica. Si bien el Grupo Clarín también se encuentra interesado en ampliar sus negocios en el paisito (ya operan allí en la televisión de pago), la operación uruguaya de Telefónica parece quedar adherida al futuro de la filial argenta, donde Clarín no puede competir.
La operación rondaría los US$ 500 y US$ 600 millones, montos lejanos a las posibilidades económicas y financieras del Grupo Olmos. Para eso, los accionistas ya buscaron los servicios del banco de inversión UBS y no se descarta el ingreso de otro socio local que pudiera oficiar, al mismo tiempo, de garante político y económico de la operación.
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Lo que aún no se menciona explícitamente en este proceso de negociación es la potencial venta de Telefónica Argentina, principal objetivo de los Olmos. Pero allí la competencia sería fuerte ya que otro de los interesados es la empresa Supercanal que pertenece al fondo de inversión CarVal del gigante agroexportador Cargill. La ex empresa de José Luis Manzano y Daniel Vila contaría con mayor espalda financiera para afrontar la compra del segundo actor más importante del mercado telco.
No sería la primera vez que Telefónica tuviera capitales nacionales en su accionariado desde su privatización en 1990. Los españoles estuvieron asociados al Grupo Citicorp Equity Investemnt (CEI) para compartir la propiedad de distintos medios y empresas de televisión por cable. La caída del menemismo, y de la estructura financiera paraestatal armada por Raúl Moneta, terminaron rápidamente con la sociedad en al entrar al nuevo milenio.
Hoy, la principal ventaja de Olmos en toda la historia son sus relaciones políticas. Raúl, el mayor de los hermanos accionistas, surgió como prestador de la obra social de la Unión Obrera Metalúrgica en Mendoza y rápidamente se convirtió en un administrador fiable del sindicato que hoy dirige Antonio Caló. En pleno nacimiento del kirchnerismo, Olmos consiguió afirmarse en el negocio de la salud y la prestación de seguros. En medios, su desembarco se confirmó en 2005 cuando compró la mitad del accionariado del Diario Crónica y su señal de noticias. A partir de allí su presencia en el ecosistema mediático creció: de ser socio de Sebastián Ortega en la productora Underground a comprar el diario BAE, la Revista Veintitrés, la radio FMQ y, su adquisición más reciente, el grupo de medios que encabeza La Opinión Austral en Santa Cruz. La afinidad entre los hermanos Olmos y el peronismo, más específicamente el kirchnerismo, serían una carta fuerte en la negociación por adquirir empresas que participan en un mercado altamente regulado y, en el caso argentino, con mucho interés del gobierno por controlar precios y rentabilidad.
La suerte de Telefónica está escrita: sea Supercanal, Clarín, Olmos o cualquier otro, su presencia en el continente tiene los días contados. A finales de 2019, su presidente José María Álvarez Pallete anunció la intención de buscar compradores u ofertas de asociación para reducir sus posiciones en toda América Latina a excepción de Brasil y México. En buena parte de Centroamérica, la venta hacia el grupo Liberty ya se produjo. Sin embargo, los países del Cono Sur requieren de negociaciones y montos más grandes (y largos). Telefónica busca salir de mercados que no representan grandes ganancias para una empresa con problemas de caja que busca consolidar sus operaciones en Europa. Sin embargo, la venta de su negocio de antenas en enero de este año por US$7.700 millones lo coloca en una posición más cómoda y menos urgida como vendedor.
Enrique Carrier, especialista y consultor en el mercado de telecomunicaciones, explica mejor los motivos de Telefónica para salir de América Latina: “Hispanoamérica representa poca facturación y muchos problemas (bajo ARPU, monedas volátiles, excesos de regulación) para una empresa con acción en baja y endeudada. Por eso se concentran en cuatro mercados (España, Reino Unido, Alemania y Brasil). Hispanoamérica representa el 18,7% del negocio total, con el margen más bajo de todas sus operaciones”. Carrier también fue consultado por la poca presencia de actores trasnacionales interesados en la operación: “Hay pocos operando en la región: Telefónica, Claro, Millicom y Liberty. Los mexicanos de Claro, más allá de su potencial interés, tendrían problemas de concentración de mercado en varios países (incluido Argentina). Pero con los problemas macroeconómicos y ahora regulatorios de Argentina, la verdad es que no es una propuesta interesante. Así las cosas, te quedan mayormente los que yo llamo ‘empresarios expertos en mercado regulados’, con vinculaciones al poder político”.
El ingreso del Grupo Olmos en el mercado de telecomunicaciones, primero uruguayo y luego argentino, puede significar la conformación de una gran empresa de comunicaciones de capitales nacionales. Sin embargo, los antecedentes y la espalda financiera del grupo ponen en duda los intereses y capitales que pueden acompañar la operación. Así como también sus incentivos.