Mauricio Macri afirmó que la Argentina fue uno de los primeros países en crear el populismo con Perón y Evita y llamó a “erradicarlo” ya que “lo hemos exportado al mundo y está siendo muy contagioso”. No sin cierta nostalgia constatamos lo lejos que quedó la época en la que, allá por el 2015, el entonces Jefe de Gobierno de la CABA inauguraba un monumento a Perón junto a Hugo Moyano, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y el Momo Venegas. ¿Pedirá erradicar también a los peronistas de su propio espacio político como Cristian Ritondo, Diego Santilli, Ramón Puerta o el ex candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto?
Que el líder de Juntos por el Cambio haya propuesto erradicar un movimiento político desde la Fundación Libertad no debería sorprendernos. Históricamente, nuestra derecha ha evocado la libertad cada vez que buscó restringirla. Lo mismo ocurre con la analogía del contagio. Para nuestros reaccionarios que se autoperciben liberales, las ideas contrarias a sus supersticiones sólo pueden explicarse por alguna infección que hay que extirpar con bombardeos o cirugías mayores sin anestesia, lo que ocurra primero.
En todo caso, la emoción violenta por la que están transitando tanto los opositores de Juntos por el Cambio como nuestros periodistas serios- dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar- es en el fondo una buena noticia ya que explicita el debate político. Nuestra derecha ya no ofrece alegría, globos y talleres de entusiasmo, sino que vuelve a prometer lo esencial: la libertad de erradicar a quienes apoyen un modelo alternativo. Es decir, terminar con la grieta erradicando a los de enfrente.
Juntos por el Cambio propone dolarizar la economía, eliminar la indemnización por despido, aumentar la edad jubilatoria, subir aún más las tarifas, erradicar a quien proponga un modelo alternativo e incluso dejar de construir universidades, como afirmó la ex Ministra Pum Pum hace apenas unos días. A falta de promesas nos ofrece amenazas.
Según una información que lamentablemente no pudimos chequear, Juntos por el Cambio buscaría restablecer, a través de una acordada de la Corte Suprema, el decreto ley 4161, sancionado por el presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu el 5 de marzo de 1956, que pretendió erradicar al populismo prohibiendo expresamente “la utilización de imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas que sean representativas del peronismo” e incluía una lista de vocablos proscritos, tales como “peronismo”, “peronista”, “justicialismo”, “justicialista”, “tercera posición”, la Marcha peronista y los discursos del presidente Juan Domingo Perón y de Eva Perón, así como “el nombre propio del presidente depuesto o el de sus parientes”.
Con la misma emoción violenta que padece la derecha argentina, el escritor autopercibido liberal Mario Vargas Llosa afirmó que “entre Bolsonaro y Lula, yo prefiero a Bolsonaro”. “Liberales de Bolsonaro” podría ser el nombre de una nueva agrupación política lanzada desde los salones aterciopelados de la Fundación Libertad. Sus entusiastas podrían retomar algunas de las máximas del presidente brasileño como “Dios encima de todo. No quiero esa historia de estado laico. El estado es cristiano y la minoría que esté en contra, que se mude” o “El error de la dictadura fue torturar y no matar”. Un liberalismo viril, liberado del “curro de los Derechos Humanos” que tanto preocupa a Mauricio Macri.
Debemos reconocer que la furia antipopulista es una de nuestras más antiguas tradiciones. En 1946, el diputado radical Ernesto Sammartino se refirió a los diputados que ganaron sus bancas en las elecciones de ese año acompañando a Perón como un “aluvión zoológico”. Unos años antes, paradójicamente, el aluvión zoológico estaba conformado por los correligionarios del diputado Sammartino. El diario reaccionario La Fronda denunciaba en 1929 el “predominio de la mentalidad negroide” como consecuencia del triunfo electoral de Hipólito Yrigoyen: “La manumisión de los negritos en masa es un fenómeno característico del yrigoyenismo (…) hablan, actúan, hacen ruido, expresan opiniones e impregnan de catinga la atmósfera política del país.”
Ocurre que antes de la llegada del peronismo, los “negros y chorros” que había que erradicar eran los yrigoyenistas.
Imagen: Desde la Fundación Libertad, la nueva agrupación Liberales de Bolsonaro llama a erradicar la violencia y el populismo (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)