La mejor versión de la derecha

07 de junio, 2020 | 11.00

Esta semana, la camarista de Casación Ana María Figueroa confirmó que Juan Bautista Mahiques- representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura y subsecretario de Asuntos Penitenciarios y Relaciones con el Poder Judicial del gobierno de Cambiemos- la visitó en su despacho a fines del 2015 para intentar presionarla en la causa del Memorando con Irán.

La camarista afirmó que al no prosperar esa amable “gestión”, como la describió el operador independiente Daniel Santoro, la presión continuó con “un accionar coordinado” de medios periodísticos y denuncias ante el Consejo de la Magistratura. Una maravillosa descripción de la Santísima Trinidad conformada por los medios, los servicios y la Justicia federal.

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La denuncia de la jueza de uno de los tribunales más importantes del Poder Judicial estuvo a punto de indignar a los doctores Gil Lavedra y Sabsay, incansables defensores de las instituciones y coso, pero por suerte alguien los despabiló a tiempo. Ninguna ONG ciudadana de intenciones transparentes y financiamiento opaco, de esas que solían denunciar las intenciones satánicas de los gobiernos kirchneristas, manifestó incomodidad alguna por la ingerencia del ex gobierno de Mauricio Macri en una causa judicial. Debe ser un tema bien complejo.

En todo caso, asombra que una causa tan sólida como la del Memorando con Irán- es decir, el intento de CFK de encubir el atentado a la AMIA ocurrido 20 años antes a través de un acuerdo votado por el Congreso- requiriese de maniobras espurias. Esto con Bonadio no pasaba.

Según algunos trascendidos habría aparecido un ex funcionario al que la AFI de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani no espiaba. “No sabemos qué pasó, no tenemos explicación al respecto” afirmaron en el entorno de los dos ex funcionarios, con visible incomodidad. En todo caso, que la AFI de Macri espiara tanto a oficialistas como a opositores prueba la ecuanimidad del ex presidente, siempre interesado en escuchar a todos.

En agosto de 2017, apenas desapareció Santiago Maldonado, descubrimos la existencia de una peligrosa guerrilla separatista mapuche-iraní. Al unísono, siguiendo el paradigma del Nado Sincronizado Independiente (NSI), los medios serios describieron con lujo de detalles a ese aterrador grupo armado del que hasta unos días antes nada sabían. Conocimos así inquietantes arsenales compuestos de rollos de alambre, martillos rotos y serruchos oxidados y complicidades internacionales insospechadas.

Santiago Maldonado pasó a ser un terrorista, un karateka experto en artes marciales al que hubiera sido imposible reducir, un ladrón herido por un puestero en un intento de robo, un fugitivo que cruzó la Cordillera malherido y estaría en Chile, alguien que se había sacrificado según un rito ancestral mapuche, el sobrino de Vaca Narvaja, un kirchnerista irredento, un extremista con lazos con las FARC, ETA y los independentistas kurdos, una persona que estaba presa de los mapuche, alguien que una pareja había visto yendo hacia el Sur. Había incluso un pueblo en Entre Ríos en el que todos se parecían a él y también se lo había visto en una peluquería de San Luis. Su familia no buscaba la verdad sino ganar dinero con su muerte.

Apenas apareció el cuerpo de Maldonado, nuestros medios serios dejaron de hablarnos de esa guerrilla mapuche-iraní que durante ocho semanas puso en vilo la integridad territorial de nuestro país, como había denunciado la entonces ministra Pum Pum.

Esta semana, el PRO- cuya titular no es otra que la ex ministra Pum Pum- manifestó su preocupación frente a “la violencia institucional en nuestro país”, en referencia a los casos de violencia policial de varias provincias, en particular Tucumán y Chaco, repudiados tanto por la actual ministra de Seguridad como por el Presidente.

Ni el gobierno ni los medios serios inventaron calamidades imaginarias sobre Luis Espinoza o las víctimas de la policía chaqueña, ni tampoco denigraron a sus familias por el elemental reclamo de justicia. Hablaron de asesinato y de violencia policial.

La derecha, incluyendo a nuestros medios serios, mejora mucho en la oposición. Es bueno para todos dejarla ahí.