La justicia creativa del mariscal Rosatti

13 de noviembre, 2022 | 00.05

Esta semana, el presidente de Francia Emmanuel Macron tuvo un breve intercambio con su par venezolano Nicolás Maduro -a quien oficialmente no reconoce- y lo invitó a “emprender un trabajo bilateral útil”. Fue en Sharm el Sheij, ciudad egipcia que acogió la 27ª Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP27). Macron no eligió a Juan Guaidó, un Golem creado por la diplomacia norteamericana, sino al cuco chavista. Es una decisión coherente con la necesidad de Francia de diversificar sus fuentes de hidrocarburos a partir del conflicto en Ucrania que la privó del suministro ruso. “El continente se está recomponiendo y hay un camino que tenemos que construir”, concluyó el presidente de Francia.

Conversar y negociar con los supuestos cucos del mundo es lo que ocurre cuando la diplomacia responde a los intereses del país y no a los del Departamento de Estado, algo que propone con insistencia nuestra derecha, encantada de poder tercerizar nuestra diplomacia en Washington. En realidad, como señaló hace unos días el gobernador Gildo Insfrán citando a Perón, “la verdadera política es la política internacional”.

Luego de tomarse apenas 15 años para concluir que la ley que regula el funcionamiento del Consejo de la Magistratura es inconstitucional y ordenar que se restablezca la ley derogada anterior, es decir, luego de tomarse atribuciones del Congreso, el cardumen de operadores aterciopelados que persistimos en llamar Corte Suprema desplazó a un senador del Consejo de la Magistratura y lo reemplazó por otro. En un fallo asombroso aún para el generoso estándar de nuestra justicia federal, los cortesanos denunciaron las intenciones del oficialismo al separar su bloque en el Senado en dos sub bloques para retener ese lugar en el Consejo, algo que la Constitución no impide y el reglamento del Congreso autoriza. Fallar sobre intenciones es un notable paso adelante de nuestra Justicia Fabio Zerpa de máxima creatividad.

Para ganar tiempo deberíamos entregarle la suma del poder público al presidente de la Corte Suprema.

CFK recusó a la jueza María Eugenia Capuchetti, quien investiga el intento de magnicidio perpetrado el 1º de septiembre en las puertas de su casa en Recoleta. El motivo es que la ex presidenta consideró que Capuchetti no investigó al diputado Gerardo Milman, quien -según un testigo- dijo conocer que iban a atentar contra la vida de la vicepresidenta (Milman habría afirmado un día antes del atentado “cuando la maten, yo estoy camino a la Costa”).  

En un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI), nuestros medios serios y los opositores de Juntos por el Cambio -dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar- sostuvieron que la denuncia contra Milman es “poco seria”. Es cierto que al no incluir a un comando venezolano-iraní con adiestramiento cubano como el que habría asesinado al fiscal Nisman antes de huir por la rejilla del baño es difícil dar crédito a la denuncia. Por otro lado, al no ser Milman ni kirchnerista ni sospechado tal, ¿por qué la jueza Capuchetti lo investigaría? Seamos serios.

Patricia Bullrich se sumó al lamento coral y escribió en su cuenta de Twitter: “Inventan su propia realidad. Ya sabemos cómo operan. Hicieron lo mismo con Maldonado”. Tal vez deberíamos escucharla. Teniendo en cuenta que operó durante meses junto a nuestros medios serios afirmando que Santiago Maldonado había cruzado la Cordillera a pie y estaba en Chile, había asaltado a un puestero, era experto en artes marciales, había escapado al Sur, estaba en una peluquería en San Luis y había sido abatido por sus propios compañeros, podemos inferir que la ex Ministra 'Pum Pum' sabe mucho de realidades inventadas.

 

Imagen: El presidente de la Corte Suprema Horacio Rosatti durante la ceremonia de entrega de la suma del poder público (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)