El arte de sufrir: la fórmula macrista para un futuro venturoso

06 de noviembre, 2021 | 23.31

En una frenética gira por los medios, Mauricio Macri explicó que volverá al gobierno en 2023 y esta vez sí tendrá el poder de llevar a cabo sus políticas y ya no de forma gradual. Al parecer, subir las tarifas un 3.000%, reducir el poder adquisitivo de sueldos y jubilaciones en un 20%, endeudarnos en más de 120 mil millones de U$S y defaultear la deuda en pesos en apenas 4 años sería la quintaesencia del gradualismo. Al menos eso es lo que sostienen nuestros periodistas serios, apolíticos y apartidarios, quienes señalan la naturaleza gradual del gobierno de Cambiemos. Preparan el terreno para que el día de mañana, Macri o quien sea que llegue al poder con Juntos por el Coso: la bolsonarista ex Ministra Pum Pum, Neuromanes y sus aforismos de sobrecito de azúcar; Larreta, el hombre cuya extraña sonrisa podría curarle el hipo a Freddy Krueger, Martín Lousteau y su bicicleta de bambú, el Mago Sin Dientes o cualquier otro, da lo mismo ya que aplicará las mismas políticas calamitosas pero esta vez hasta el caracú. Luego, por supuesto, como ocurrió con las políticas económicas de la última dictadura cívico-militar, las del gobierno de Carlos Menem, las de la Alianza y las de Cambiemos, nuestros economistas serios explicarán el resultado desastroso por la falta de coraje político de los gobernantes de ir a fondo. Nunca es el modelo que falla, es la realidad que se equivoca.

Ocurre que nuestra derecha es adicta a las decisiones duras pero necesarias, al goce de la incertidumbre para los otros y a las cirugías mayores sin anestesia, siempre sobre miembros ajenos. Hoy sus representantes nos prometen lo mismo pero con un bisturí más afilado.

Son los famosos futuros venturosos que requieren de presentes calamitosos. Al parecer, para mejorar el nivel de vida de nuestros hijos, es necesario primero empeorar el de sus padres. El peronismo, más rudimentario e impaciente, considera que, al contrario, para mejorar la vida de los hijos lo mejor es empezar por mejorarle la vida a los padres. Sólo concibe futuros venturosos a partir de presentes también venturosos.

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En un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI), nuestros medios serios y los opositores de Juntos por el Cambio (dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar) denuncian con indignación cualquier inyección de recursos públicos hacia las mayorías más desfavorecidas y la asimilan a un siniestro clientelismo que transformaría en esclavos a quienes lo reciben. Por supuesto, nunca mencionan la pandemia.

Es extraño, que un alumno bonaerense reciba un subsidio de $30.000 para irse de viaje de egresados dos o tres días con sus compañeros lo transformaría en un esclavo dispuesto a votar por el Frente de Todos pero que los accionistas de Vicentin recibieran centenares de millones de dólares que luego fugaron, no condicionaba su voto ni sus preferencias electorales. Debe ser un tema de educación. Al fin y al cabo, los procesados accionistas de Vicentin no cayeron en la pública como sí ocurrió con los alumnos bonaerenses. Además, clientelismo es cuando el Estado entrega unos cuantos miles de pesos a la clase media o pobre mientras que entregar millones de dólares al 0,1% más rico de la población es “inyectar liquidez en el sistema”. Eso lo sabe cualquier economista serio.

Como ocurrió en las elecciones de medio término del 2017- aquellas saludadas por los medios serios como un triunfo histórico para Mauricio Macri (“un líder venido de otra galaxia que constituye una completa novedad”, según una apasionada columna de Eduardo Fidanza)- hoy Juntos por el Cambio toma el mediocre resultado oficialista en las PASO no como un voto castigo hacia el gobierno sino como un cheque en blanco al incansable ajuste macrista. Según esta extraña visión, luego de cinco años de pérdida de poder adquisitivo de sueldos y jubilaciones, lo que esperan las mayorías es ganar aún menos y eliminar cualquier regulación del Estado para poder garantizar su libertad de pagar precios aún más altos. Como la curación por las gemas, es sólo cuestión de fe.

La citación a indagatoria del juez Bava a Mauricio Macri tuvo un efecto virtuoso entre nuestros periodistas: descubrieron la inocencia presunta que durante los cuatro años de gobierno de Cambiemos habían olvidado. Ellos también mejoran en la oposición. Enhorabuena.

Pero no son los únicos. Nuestra justicia federal también presentó una notable mejoría desde que está en la oposición ya que autorizó al ex presidente Macri a salir del país. Recordamos con cierta nostalgia la doctrina Irurzun-Lorenzetti que estableció, al menos hasta el 10 de diciembre del 2019, el poder residual de los ex funcionarios o diputados kirchneristas, por lo que debían ser encarcelados preventivamente en caso de ser indagados o procesados para no entorpecer la investigación. Al no ser ex funcionario kirchnerista, Macri puede ser investigado sin ser encarcelado e incluso viajar por el mundo. Tal vez aproveche para saludar a su amigo y ex operador judicial, el Dr. Pepín, hoy prófugo en Montevideo.

Luego de haber arrancado el micrófono a Nicolás Munafó al llegar al tribunal de Dolores, Macri explicó que en realidad, fue el periodista de C5N quien se lo “lanzó”. El recordado Dr. Bonadio ya hubiera procesado al agresor por intento de magnicidio agravado por el uso de arma blanca de índole mapuche-iraní.

Nuestra justicia penal ya no es lo que era.

 

Imagen: Un oficial de La Cámpora disfrazado de periodista le arroja una lanza micrófono a Mauricio Macri (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)